Caracas añade tensión a relaciones con EE.UU.

Roberto Casin – Apuntes desde Miami

Tras la detención en Caracas el pasado miércoles de un ciudadano estadounidense, a quien las autoridades venezolanas acusan de ser un agente de inteligencia financiado por intereses extranjeros para hundir al país en “una guerra civil”, las tensiones diplomáticas entre EE.UU. y Venezuela parecen haber alcanzado un nuevo punto de ebullición.

El ministro del Interior venezolano, Miguel Rodríguez Torres, dijo que el estadounidense Timothy Hallet Tracy, detenido por orden expresa del presidente Nicolás Maduro, era parte de un plan de “la derecha” para desconocer los resultados de las elecciones del pasado 14 de abril, fomentar la violencia y desestabilizar a Venezuela.Según al alto funcionario venezolano, Caracas presume que el detenido pertenece a alguna organización de inteligencia porque sabe “cómo infiltrarse” y tras asegurar que estaría financiado por ONG de otros países dijo que sus intenciones eran llevar a Venezuela a una guerra civil para provocar la intervención de una potencia extranjera.Rodríguez vinculó a Tracy con jóvenes de la denominada Operación Soberanía, de la que forman parte estudiantes que organizaron protestas populares en Venezuela, primero para exigir que se informara al pueblo sobre el estado de salud real del presidente Hugo Chávez cuando aún estaba en vida, y luego para demandar la celebración de comicios justos y transparentes.

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) difundió el viernes una declaración en la que sostiene que Tracy, de 35 años, es un documentalista que ha sido productor y consultor de cine y televisión en California, y ha estado en Venezuela desde 2012 filmando acontecimientos relacionados con la actualidad de ese país.

El comunicado apela a las autoridades venezolanas a que permitan a los periodistas hacer su trabajo sin interferencias y dice que el gobierno del presidente Maduro “debe presentar evidencia basada en hechos que respalden sus acusaciones o de los contrario liberar inmediatamente” al estadounidense.

A resultas del incidente, el vocero del Departamento de Estado William Ostick rechazó “categóricamente” la acusación de que EE.UU. esté buscando desestabilizar o causar daños a Venezuela, donde las tensiones internas han ido en aumento por la negativa del Consejo Nacional Electoral de proceder al recuento de votos demandado por la oposición.

El incidente del periodista estadounidense fue precedido por una airada reacción del canciller venezolano, Elías Jaua, quien calificó de “inaceptables” declaraciones hechas por la secretaria de Estado Adjunta de EE.UU. para América Latina, Roberta Jacobson, según las cuales “la mitad de los venezolanos” no confían en los resultados de los comicios del 14 de abril.

Venezuela vendió el año pasado unos 900 mil barriles de petróleo diarios a EE.UU., que sigue siendo su principal comprador de crudo, pero ambos países están sin embajadores en sus respectivas capitales después de que Chávez retiró en 2010 el plácet a Larry Palmer, designado por la Casa Blanca como jefe de su legación en Caracas, y Washington respondió pidiéndole al embajador venezolano, Bernardo Álvarez, que se fuera.

Aunque el presidente Maduro recién anunció el nombramiento del diputado oficialista Calixto Ortega como encargado de negocios de Venezuela en Washington y declaró que sus aspiraciones son las de incrementar el diálogo entre ambos países, al menos hasta ahora, los hechos apuntan en la dirección contraria.

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