¿Chavismo Crítico o coartada de escabullidos?

 

Yoston Ferrigni Varela *

analisislibre.org

 

La crítica y la autocrítica son derechos innegables y corregir es virtud de sabios. Por eso,  cuando el llamado chavismo crítico hizo su asomo, los insultos y burlas que lo recibieron, fueron acompañados por voces que encontraban derecho y valentía en su discurso. Pero enmendar y saltar por la borda, cuando el barco se hunde, son cosas muy diferentes. Pronto se evidenció que la crítica anunciada, no llevaba valentía ni propósito de enmienda; que distaba mucho de la ética de una tripulación revolucionaria y que no era más que una coartada para escabullirse, sin rasguños, del naufragio que habían ayudado a suceder.

La propuesta económica bolivariana fue el rescate de los recursos naturales de la nación, la expropiación y el control de los ramos claves de la economía, la creación de un aparato de producción socialista en manos del Estado y la distribución de la renta de la nación entre la masa popular. Con ello se esperaba convertir a la economía rentista en productiva, promover un crecimiento económico equilibrado, combatir la pobreza y promover la justicia social. ¡Nada más honorable y atractivo en un país dependiente del petróleo y tan urgido de justicia social!

Y todo parecía marchar bien, gracias a los precios petroleros. La renta creció vertiginosamente y se gastó a manos llenas, sin límites ni control presupuestario, sin previsión para eventualidad alguna. Se compró armamento, se pagaron proyectos no realizados y las llamadas misiones, comenzaron a llenar algunas manos con limosnas políticas; se regalaron refinerías, plantas eléctricas y de gas, complejos habitacionales y programas de desarrollo social en todo el continente; se financiaron los movimientos de izquierda y sus campañas electorales en el mundo; se patrocinó carnaval en Brasil; se pagaron aventureros políticos españoles y, naturalmente, se recompensó a los compañeros revolucionarios y se cerraron los ojos frente a la corrupción escandalosa.

Pero pronto se vio que la economía rodaba por un despeñadero; que el cacareado aparato socialista de producción era sólo un fiasco; que los programas contra la pobreza y el aumento del gasto, en general, estaban siendo financiados exclusivamente con el aumento de los precios petroleros, generando un enorme desequilibrios fiscal; que se estaba fortaleciendo todavía más la dependencia petrolera, dejando al país indefenso frente a una caída eventual de precios; que marchábamos hacia un colapso económico. Y aunque esto obligaba a dar un atrevido giro al modelo económico y a la estrategia, privilegiando enérgicamente a la producción (en lugar de perseguir a los productores), nada se hizo, como no fuera insultar y perseguir a quienes alertaban sobre la errada política. Mientras tanto, los chavistas críticos no revisaron los libros y no pudieron descubrir el gigantesco desequilibrio que se acumulaba en las cuentas de la nación ¡porque estaban aplaudiendo!

Nada se hizo porque, aunque era evidente que ningún modelo basado en la simple distribución podía resolver la pobreza y que gastar sin producir era arruinar, la producción nunca ha encontrado acomodo en ese mondongo del pensamiento que llaman socialismo bolivariano. Se continuó actuando con la irresponsabilidad de siempre; con pamplinadas revolucionarias que abarcaban desde los gallineros verticales, los huertos urbanos, la expansión del conuco (para alimentar a más de 30 millones de habitantes) y la economía del trueque, hasta las fantasías industriales del finado, que terminaron en donde mismo terminaron los diez millones de toneladas de azúcar que iba a producir la Cuba de Fidel. Mientras, los chavistas críticos callaban y aplaudían!

Muy pronto, los indicadores de la crisis comenzaron a asomarse. En 2012, hasta Giordani, el gran planificador bolivariano, había descubierto que la situación era grave y dada la incomprensión del hecho económico y la actitud absurda de Maduro, se sintió en la necesidad de alertar sobre la creciente dependencia del ingreso petrolero, el aumento del gasto público, el crecimiento de la deuda externa, la inflación y las consecuencias en plazos breves, tales como el desabastecimiento. ¡Es decir, antes de que Maduro asumiera la presidencia¡, ya el planificador justiciero se espantaba con el monstruo que él mismo había alimentado y en un gesto poco honorable, para quien había sido Ministro de Planificación por más de una década, saltó por la borda y convirtió a Maduro en culpable de la crisis.

Entonces, de pronto, diecisiete años después de iniciada la magistral obra del comandante supremo, con los precios del petróleo abatidos, las vacas gordas devoradas y las cajas de la nación exhaustas, los sabios críticos despiertan y descubren que se dilapidaron los ingresos más altos de nuestra historia, que se endeudó descomunalmente a la nación, que la corrupción es enorme y que el Estado Socialista (el creado por el difunto) no puede garantizar ni el abastecimiento alimenticio, ni los servicios públicos y que la gente muere de mengua a la espera de atención y medicamentos en los hospitales; descubren que se violan los derechos electorales y la constitución…

Ahora, 17 años después, con camisón de académicos, presentan como paño recién hilado, lo que han venido advirtiendo por años los economistas, los sociólogos, los políticos de todas la tendencias y los ciudadanos comunes, a cambio de ser tratados  como enemigos del pueblo, como fascistas asalariados del imperio

Ahora, las águilas dormidas, despiertan batiendo alas de valentía recién adquirida, y con la consigna de ¡NO NOS SOMETERÁN! se presentan como adalides de una lucha duramente pagada por quienes se atrevieron a hablar, mientras ellos aplaudían; de una lucha pagada  con los aporreos recibidos de los modernos Fasci di Combattimento rojos; con los insultos y las vejaciones sufridas; con heridas y cárcel…  (véase: http://www.aporrea.org/actualidad/a236425.html)

Pero ¡más vale tarde que nunca y una crítica tardía pero verdadera, podría encontrar indulgencia! Una crítica genuina del cocido político que han llamado revolución bolivariana, que evaluara las bases del modelo de desarrollo impuesto;  la estrategia puesta en marcha y los instrumentos políticos empleados; los resultados obtenidos y su costo político y social, podría ser aceptada; pero una crítica que esquive esos elementos (que definen al chavismo) y que rehúya la evaluación de la gestión gubernamental del finado comandante, es sólo farsa.

Muchos de los problemas de Venezuela hubieran podido evitarse oyendo a la gente, pero los revolucionarios no oyen, porque tienen toda la razón. Los revolucionarios no se equivocan; los culpables siempre son otros. Los problemas no provienen de la realidad, de los medios limitados para enfrentarlos o de la ineptitud de los gobernantes; para un buen revolucionario bolivariano, el fracaso siempre proviene de la conspiración burguesa, de la guerra económica desatada por el imperialismo y los traidores internos, y hasta de alguna iguana desprevenida que salga a tomar el sol.

El desastre actual de Venezuela, la bancarrota de la nación, no es más que la cosecha del proyecto revolucionario impuesto por Chávez y sus colaboradores; de la entrega de las funciones de planificación a un grupo de ignorantes e incapaces; de la expropiación de las unidades claves de la economía; de la entrega de las empresas públicas a una banda de ineptos que destruyeron su capacidad productiva y quebraron la economía estatal; del saqueo del erario público.

Salir de Maduro es importante porque él es la expresión más avanzada de la ineptitud revolucionaria venezolana, pero sobre todo, porque es la cabeza de un proyecto político y económico, que ha destruido la libertad y ha conducido a la ruina a este país. La peor de las victorias de los luchadores democráticos de Venezuela, sería salir de Maduro dejando en la masa popular la creencia de que él truncó la marcha hacia la felicidad iniciada por el extinto comandante; validando la creencia de que la destrucción de la libertad ciudadana es un costo obligado de la justicia social y dejando viva la fantasía de que el camino ofrecido por la Revolución Bolivariana, es válido y legítimo, como fórmula del crecimiento económico y de justicia social, como concepción del hombre y la sociedad.

El chavismo crítico es un intento de validación de las bases políticas que sustentan la revolución, convirtiendo a Maduro en chivo expiatorio y escondiendo las responsabilidades que le corresponden a Chávez en el desastre que vivimos. Es tan sensato, como un stalinismo crítico o un franquismo crítico. Por eso, aunque reconozco el derecho de corregir, no puedo aceptar la falsa crítica oculta, ni puedo callar frente a lo que considero un abominable y deshonesto intento de saltar por la borda, dejando el excremento atrás y culpando a otros por los hedores.

Yo simplemente me opongo al despotismo y no sólo rechazo al chavismo puro, sino también al chavismo crítico, de la misma manera que lo haría con un fascismo crítico.

  • Profesor e investigador jubilado de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela

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