Chile: a la espera de medidas concretas del Papa

Víctimas y denunciantes de los abusos y encubrimientos en la Iglesia católica chilena valoraron la carta del Papa, pero esperan acciones concretas. DW habló con Juan Carlos Claret, portavoz del grupo Laicos de Osorno.

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DW

«Al leer la carta se ve un escenario bastante auspicioso, pero mientras no tengamos gestos concretos que sean coherentes con ese arrepentimiento, todavía no podemos hacer valer la petición de perdón del Papa”, señala Juan Carlos Claret, dirigente del grupo Laicos de Osorno, en entrevista con DW.

Con esta carta, el Papa busca recuperar la confianza, dañada por los escándalos de abusos y encubrimientos en la iglesia chilena, y sus cuestionadas palabras en defensa del obispo Juan Barros, quien lo acompañó en varias actividades durante su visita a Chile.

En la misiva de seis páginas, el Papá pide perdón a quienes ofendió y reconoce «graves errores de valoración y percepción de la situación” en el caso de los abusos de poder, conciencia y sexuales por parte del suspendido sacerdote Fernando Karadima, y convoca a los 34 obispos chilenos a una inédita  reunión en el Vaticano.

Su mensaje recoge el informe que emitiera Monseñor Charles Scicluna, enviado papal a escuchar a las víctimas, quien recibió denuncias de que varios obispos, entre ellos el de Osorno, Juan Barros, habrían conocido y encubierto los crímenes de Karadima. En ese sentido, el Grupo de Laicos de esta diócesis ha encabezado una férrea lucha por lograr que el obispo sea destituido.

Deutsche Welle: ¿Responde la carta del Papa a las expectativas de las víctimas y quienes han denunciado al obispo Barros?

Chile Bischof Juan Barros währen der Papstmesse in Iquique (Reuters/A. Bianchi)El obispo Juan Barros.

Juan Carlos Claret: La carta tiene tres elementos destacables. En primer lugar, la petición de perdón, que demuestra que hay un cambio de actitud. Ya no seríamos los tontos, los calumniadores, sino personas que reclamábamos en justicia. En segundo lugar, es muy auspicioso que amplía el espectro sancionable no sólo al abuso manifestado sexualmente, sino también al abuso de poder y la manipulación de conciencia. Por último, hace un llamado a creer en las víctimas. Justamente el episcopado chileno ha sido cuestionado por no creerle a las víctimas y por hacer lo posible por impedirles hacer justicia.

¿Hay aspectos que los decepcionaron?

Hay dos vacíos en la carta del Papa. Falta que llame a las cosas por su nombre y que, en vez de pecados, hable de delitos, que deben ser juzgados y sancionados. En segundo lugar, falta saber si habrá una decisión o sanción, qué va a resolver en el caso del obispo Juan Barros.

Sin embargo, el Papa no puede actuar como juez sino como jefe de la Iglesia…

Para nosotros este no es el escenario ideal. Los delitos debieran haber sido juzgados en los tribunales. Pero el Estado chileno tiene tan malas leyes en materia de abuso, que prescriben después de ciertos años. Ante eso, estamos ante la imposibilidad de exigir justicia.

¿Qué expectativas tiene del encuentro al que convocó a todos los obispos chilenos?

Valoramos el hecho de la reunión sinodal, en que se digan las cosas a la cara, pero es un escenario peligroso porque puede dar lugar a impunidad, con obispos como Juan Barros y otros formados por Karadima, los que son investigados, decidiendo lo que va a ocurrir con ellos. No tenemos confianza en lo que dirán los obispos chilenos. Sería importante que antes del encuentro comunicaran públicamente su postura.

¿Cree que la reunión será la instancia para sacar al obispo Barros y otros obispos asociados a Karadima?

En su carta, el Papa propone un objetivo mucho más ambicioso. No es una carta dirigida a Osorno ni a las víctimas de Karadima, sino a todos los obispos, que propone restablecer la confianza de la sociedad en la Iglesia en todo Chile. Esto no pasa sólo por sacar a Barros y otros nombres. Es implortante, pero tampoco se trata de una caza de brujas. Una vez que los saquen, no se soluciona el problema. Se necesitan cambios institucionales, pues para que existan abusadores, encubridores y otros partícipes de delitos, y para que éstos actúen de manera sistemátca y en la impunidad, hay una institucionalidad que lo facilita, en la Iglesia y en el Estado.

¿Qué cambios son necesarios?

Que la Iglesia entregue información sobre indagatorias penales a la Justicia y que la investigación criminal sea llevada adelante por expertos autónomos y no por personas que podrían estar relacionadas o acusadas de estos mismos delitos. El Estado de Chile tiene mucho que aportar para crear una nueva institucionalidad y espacios protectores y de confianza dentro de la Iglesia.

¿Considera que esta carta del Papa ayuda a restablecer la relación de la Iglesia con la sociedad chilena, dañada en el último tiempo?

No del todo. Sin duda es una buena declaración de principios, pero si no va a acompañada de hechos concretos, podría agudizar el conflicto. El Papa ya había pedido perdón en la Moneda (el palacio de gobierno chileno). Lo que necesitamos saber es qué decisiones va a tomar. Esperamos que sean coherentes con este arrepentimiento que ha expresado.

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