Colombia: El caso Langlois y las palabras de la guerra

 

PES / Analisis Libre

Constanza Vieira* (IPS/Bogotá).- Tras su liberación, el periodista francés Roméo Langlois dejó sentado su descontento porque la guerrilla lo clasificó como «prisionero de guerra». Esto evidenció que el debate sobre las palabras de la guerra en Colombia no solo se dio entre quienes esperaban ansiosos su regreso, sino también en la selva.

Langlois, corresponsal del canal France 24 y del diario francés Le Figaro, dijo que «aceptaba las disculpas» que le presentaron las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) por el calificativo inicial «y por tenerme tanto tiempo».

«Hoy me presentaron disculpas las FARC, y las FARC no tienen costumbre de pedir disculpas, así que las acepté», dijo a la emisora colombiana Caracol Radio, poco después de ser liberado este miércoles 30: Los guerrilleros «no sabían cómo llamarme», agregó, «pero sí, me sentí prisionero».

El periodista también narró, sin dar detalles, que hubo cálculos políticos que demoraron su liberación, en lugar de dar prioridad a los principios humanitarios (ver recuadro).

El 20 de este mes, la guerrilla reivindicó su «pleno derecho a detener e investigar» a un civil que, en medio de un combate y en una operación militar, «viste uniforme del enemigo y lo acompaña».

Las FARC atacaron el 28 de abril el helicóptero militar en el que viajaba Langlois con el objeto de cubrir una operación antinarcóticos. Como condición para abordar la nave, tuvo que vestir un chaleco antibalas y un casco militar.

Al quedar en medio del fuego cruzado y resultar herido, se despojó de ambas prendas, se identificó como civil y periodista y se entregó a la guerrilla, que lo atendió médicamente de una herida en su brazo.

Langlois fue entregado este miércoles 30 a una misión humanitaria compuesta por un delegado del gobierno francés y la exsenadora colombiana Piedad Córdoba, y coordinada por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

En realidad, la categoría «prisionero de guerra» jamás puede aplicarse a un civil.

Un meollo de estos asuntos del lenguaje es que en los conflictos armados no internacionales definitivamente no tienen cabida algunos términos que se aplican en las guerras entre países.

Un ejemplo es, precisamente, el concepto «prisionero de guerra» que, según el derecho internacional humanitario (DIH), solo aplica en rigor a combatientes que son capturados en enfrentamientos bélicos entre países.

La razón de por qué es así, es que «las normas del DIH para conflictos armados no internacionales se han redactado con mucha cautela», dijo a IPS el experto en el tema Alejandro Valencia Villa.

Muchos estados miraron con desconfianza el surgimiento de las normas del DIH para conflictos internos armados, como el colombiano.

Como en todo tratado internacional, se trataba de atraer la firma de la mayor cantidad de países, para darle validez.

Por ello, se buscó no «generar asperezas a los países, de tal modo que estos puedan argumentar que no aplican esas normas», señaló el jurista.

«A veces el derecho expropia las palabras», dijo a IPS la coordinadora del Departamento Jurídico del CICR en Colombia, la peruana Marisela Silva. «Entonces les da un contenido estricto y, si se utiliza esa palabra, significa algo», explicó. Así que hay términos que a la luz del DIH «significan una cosa y que deben utilizarse en un contexto determinado y no en otro, porque si no se incurre en imprecisiones», sostuvo.

Silva habla de «los ‘fantasmas’ del DIH, es decir, malos entendidos, terminología inapropiada que muchas veces genera confusión sobre las consecuencias jurídicas de una situación específica».

«Los conflictos armados no internacionales son mucho más sensibles» que las guerras entre países, añadió, «y, por lo mismo, se emplea un vocabulario inadecuado». «Las personas detenidas en el marco de un conflicto armado no internacional son ‘personas privadas de libertad a raíz del conflicto'», precisó.

«El término ‘secuestro’ no es un término del DIH», subrayó, sino que corresponde a la legislación interna de distintos países, «pero que no tiene connotación alguna en el DIH».

Por otra parte, «la toma de rehenes es una conducta prohibida por el DIH» y «significa una privación arbitraria de la libertad, en particular de personas civiles», apuntó.

Además es asunto delicado, porque es un crimen de guerra para la Corte Penal Internacional.

Una aprehensión producida por casualidad o de manera no buscada, como en el caso de Langlois, se convierte en toma de rehenes cuando se cumplen simultáneamente tres hechos: si la privación de libertad es arbitraria, si no existe voluntad de poner a la persona en libertad y en el momento en que se le ponen condiciones a la liberación.

«Precisamente, para no entrar en ese debate, de analizar caso por caso si es o no una toma de rehenes, en el CICR empezamos a utilizar un término más neutral, que es ‘personas en poder de'», indicó a IPS la portavoz del CICR en Colombia, María Cristina Rivera.

Finalmente, hay palabras del léxico político que tampoco existen en el DIH, como el apelativo «terrorista».

*Con aportaciones de Camilo Segura Álvarez

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