Con la dignidad de un Mangoré

La historia no entiende cómo en dos oportunidades, a muy corta distancia, el régimen del socialismo del siglo XXI se ensañó con Paraguay para intentar doblegarlo.

Juan José Monsant Aristimuño / Exembajador venezolano en El Salvador

 Aquél miércoles 21 de septiembre del 2004 casi de noche, en la apacible ciudad  de Asunción, en Paraguay, la joven conduciendo su camioneta urbana se disponía a cruzar la esquina para dirigirse a su hogar situado a poco menos de un centenar de metros de donde se encontraba, cuando repentinamente fue embestida por detrás obligándola a seguir derecho, lejos de su destino. Sintió que algo diferente a la impericia de un conductor ebrio sucedía en ese choque y no estuvo equivocada.

Del pequeño auto Ford Escort se bajaron armas en manos tres hombres que comenzaron a disparar frenéticamente contra el motor de la camioneta, mientras que de otro automóvil lo hacían dos hombres para romper los vidrios de las puertas delanteras y sacar por la fuerza a su conductora, la joven treintañera Cecilia, hija del expresidente paraguayo Raúl Cubás. Atrás quedaron, abandonados en la calle, como testigos mudos y adoloridos la camioneta y el  auto.

Fue un secuestro perpetrado por el Partido Patria Libre (hoy, Ejército del Pueblo Paraguayo, EPP) pero diseñado y dirigido por la FARC de Colombia bajo la supervisión de Rodrigo Granda, el llamado canciller de las FARC, prófugo de la justicia colombiana que en ese momento se encontraba oculto en Venezuela bajo la protección del régimen comunista de Hugo Chávez Frías.

Como se evidenció más tarde en la investigación, numerosos correos electrónicos se cruzaron entre Rodrigo Granda y los asesinos del PPL durante el tiempo que duró el secuestro y el posterior asesinato de Cecilia, hallada sin vida el 14 de febrero del 2004, a pesar de todos los llamados humanitarios realizados y el dinero pagado a los criminales por su padre.

Poco tiempo después, los servicios de inteligencia colombianos que desde hacía algún tiempo sabían de los pasos de Granda en Venezuela, le montaron un seguimiento que terminó con su captura en Caracas y su  posterior traslado a territorio colombiano bajo el más estricto sigilo y seguridad, para luego ser presentado como detenido en la ciudad fronteriza de Cúcuta.

De inmediato se formó un escándalo iniciado por los diputados Iris Valera y el fallecido tristemente célebre Luis Tascón, así como el actual mandatario Nicolás Maduro, quien fungía entonces como uno de los enlaces con las FARC (según los correos interceptados a Raúl Reyes en su computador, y hoy públicos) denunciaron la violación de la soberanía nacional por fuerzas militares colombianas, y el gobierno procedió a retirar su embajador en Bogotá, imponer un bloque económico al país vecino y a realizar los demás gestos y sandeces guerrilleras. Hoy, Rodrigo Granda se pavonea por las calles de La Habana como vocero de las FARC ante la Comisión de diálogo con el gobierno de Juan Manuel Santos para los acuerdos de paz.

Pasado el tiempo, bajo los auspicios del socialismo del siglo XXI y el cansancio del pueblo paraguayo de no ver satisfechas sus expectativas, llega al poder en el 2008, de la mano de organizaciones de izquierda y del Partido Liberal, el exobispo de la diócesis de San Pedro Fernando Lugo, quien de inmediato inició un acercamiento acelerado con el régimen venezolano que lo lleva a comprometer la propia institucionalidad del país, por lo que el Congreso en pleno le abre un juicio político y lo destituye en junio del 2012.

Venezuela reacciona e inicia una arremetida diplomática económica para lograr que Paraguay fuere expulsado de Mercosur y de Unasur, le impone un bloque económico y lleva al país guaraní, el del lago Ypacaraí,  Solano López, Rodríguez de Francia, José Asunción Flores, Roa Bastos, Berta Rojas y Mangoré a un verdadero apartheid dentro de sus propios hermanos suramericanos. La historia no entiende como en dos oportunidades, a muy corta distancia, el régimen del socialismo del siglo XXI se ensañó con Paraguay para intentar doblegarlo. Nunca la patria de Bolívar había traspasado su frontera para llevar angustia y colonización.

Pero he allí que el pasado domingo 21 un nuevo proceso electoral se produce en Paraguay; los tradicionales candidatos colorados y liberales afinaron sus programas lo mismo que los diferentes grupos de izquierda y el propio Lugo.

Al final, para vergüenza de  Cuba, Venezuela, Mercosur, ALBA y Unasur, el Partido Colorado anticomunista de entrañas, nacionalista y comandado por Horacio Cartes un empresario novel en la política obtiene el 45,80% de los votos presidenciales, seguido por el oficialista y otrora aliado de Lugo con un 36,94% y muy, muy distante el partido de Lugo con un 2%, la izquierda socialista del siglo XXI en su conjunto no llegó al 5% de la aceptación ciudadana. El gallardo pueblo guaraní le había propinado una bofetada moral a Venezuela, Cuba y Mercosur, eligieron el desarrollo en democracia y no doblegar la cerviz ante los petrodólares ni la arrogancia del sur. Buena lección que le dieron al mundo.

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