El juicio del Arte a Fatou Bensouda, la  fiscal de la Corte Penal Internacional

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William Cárdenas Rubio-Vargas
Análisis Libre / Madrid

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A veces la realidad supera a la ficción, en este caso a la imaginación de un artista. Se trata del escultor danés Jens Galschiot (1954), quien con su obra sobre “una justicia obesa, morbosa e inútil, siendo cargada por un pueblo miserable, desnudo y sometido por completo”,  nos coloca frente al espejo de la realidad venezolana.

La escultura nos aproxima a lo que ha ocurrido con la Fiscal Fatou Bensouda y las denuncias por los crímenes de lesa humanidad ocurridos en Venezuela, de los cuales tiene conocimiento hace 16 años, cuya negligente y dolosa omisión de iniciar una investigación, ha materializado en la realidad, lo que Galschiot esculpió con su imaginación.

Ese es el pueblo venezolano, hoy sometido por completo, desnutrido, desnudo, completamente sometido y mantenido en la más absoluta miseria. Y ella, la justicia obesa de una Fiscal que hace que la carga sea aún más pesada, si es posible, por su complicidad con los causantes de nuestra tragedia, al facilitarles la impunidad.

En la reciente historia de los crímenes del chavismo hay una víctima, Franklin Brito, que murió hace 10 años, a quien sometieron a toda clase de atropellos y arbitrariedades, simplemente por reclamar su derecho a la propiedad de una finca que le habían expropiado. Recurrió a una huelga de hambre y ni aún así logró que su caso fuera tomado en cuenta. Sencillamente lo dejaron morir.

Su caso está entre los miles denunciados ante la Fiscalía de la Corte Penal Internacional, como expresión de la demanda de justicia de un pueblo que lucha sin descanso por su libertad, el restablecimiento de los derechos humanos y de su democracia, ignorados por esa Fiscalía.

La obesa justicia internacional, lejos de haber reaccionado a favor de quienes reclaman su actuación, se ha convertido en una pesada carga que nuestro pueblo ha soportado durante 18 largos años por la dolosa actuación, primero del Fiscal argentino Luis Moreno Ocampo, y más recientemente, de su discípula gambiana, la actual Fiscal Fatou Bensouda.

Las imágenes, reales e imaginarias, son la elocuencia de este “juicio a la justicia”, en su forma más lapidaria, horrible y dramática.

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