Globalismo: concepto noble o macabra conspiración?

Astronauta llegando a la estrella x-726

Año 4789

Le preguntan de dónde llega,
Responde: “De La Tierra”,
no dirá: “De Guanare”..

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Gustavo Coronel
Washington, DC

Desde que era joven he tendido a verme – un tanto pomposamente para alguien que creció en Los Teques – como ciudadano del mundo, de ver al planeta como un todo y a las fronteras políticas que definen los múltiples estados y naciones como un paso lógico pero transitorio en lo que parecería ser una lenta pero segura evolución hacia la integración política, económica y social en el planeta Tierra.
Esta evolución comenzaría desde que el hombre andaba solo o en pequeños grupos, cazando animales con un mazo y arrastrando a la mujer por las greñas, a lo trucutú, luego formando tribus, fundando pueblos y ciudades,  ciudades-estados,  estados y naciones, naciones unidas, para llegar eventualmente a una meta última de gobernanza mundial, lo cual para mí representaría la forma más civilizada de manejar un planeta que se ha hecho muy pequeño y que está aquejado de problemas que afectan a todos y que no pueden ser solucionados por estados que frecuentemente poseen intereses divergentes. Ciertamente se trata de un largo camino desde el individuo solitario hasta una sociedad mundial que acepte que el bienestar de todos tiene un rango superior a los intereses grupales.  Las especies animales que así lo han comprendido han sobrevivido por miles de millones de años. Las que se han preocupado por cultivar su propio embellecimiento han durado mucho menos. 
Quizás un tanto ingenuamente he creído que esta era una ley natural, una tendencia esencialmente irreversible y lo cierto es que por mucho tiempo pareció ser así. En la década de 1960 el pensador Marshall McLuhan definió el concepto de la aldea global, debido a los adelantos en las comunicaciones, gracias a los cuales nos dimos cuenta de que esa información instantánea hacia todos los rincones del globo nos hacía más cercanos, más interdependientes, más sensibilizados a la idea de  que todos los seres humanos éramos similares, con similares anhelos, aspiraciones, deseos y temores. Nos hicimos más humanos. El globalismo no era entonces una mala palabra para nadie.
 
SANA DEFINICIÓN DE GLOBALISMO
Globalismo, en su acepción sana y racional, es descrito por el politólogo de Harvard, Joseph Nye, como: “un mundo caracterizado por redes de conectividad que abarcan distancias multinacionales y multicontinentales, que trata de explicar las interconexiones existentes en el mundo moderno y estudiar sus patrones subyacentes”. El término es generalmente utilizado para describir instituciones internacionales/multinacionales como las Naciones Unidas, la Organización del Atlántico Norte o la Unión Europea.  Evoca ideas de integración cultural, económica, política, de creación de una sociedad humana universal, sin necesidad de enfrentarlo al concepto de nacionalismo, el cual ha estado vigente por un largo tiempo.  Nacionalismo es el especial apego que se siente por la comunidad en la cual el individuo nació y ha vivido. Un tercer concepto, patriotismo, es el amor y sentido de pertenencia física y espiritual a un sitio. En mi mente estos tres conceptos pueden coexistir sin conflictos y creer que ellos representan conceptos antitéticos representa – en mi criterio – un falso dilema.  Amo Los Teques, donde crecí y fui feliz, amo a Venezuela, mi país y amo al planeta Tierra, mi hogar en el Cosmos. Nunca he  pensado que uno deba ser el enemigo de los otros y que estemos obligados a tomar partido, de manera apasionada, por el uno o por el otro. En lo que si he pensado es que los tres tienen diferentes rangos en la escala de mis valores. Para mí el bienestar de mi país prevalece por sobre el bienestar de mi terruño y el bienestar del planeta Tierra prevalece por sobre el bienestar de mi país, si es que ellos debieran estar en conflicto. Afortunadamente, rara vez estamos requeridos de tomar partido conflictivo entre uno y otros, a menos que nos dejemos capturar por la pasión y el fanatismo.   
 Nunca he pensado, por ejemplo, como pensaban los ismos del siglo XX, nazismo, fascismo y comunismo, que nuestro país deba estar por encima de todos los demás. No creo que debemos permitirnos que el afecto por lo parcial  (el terruño) prevalezca por sobre el interés de lo total (el planeta). No comparto la idea, por ejemplo, de que Brasil como país deba llevar a cabo una política de deforestación en la Amazonia para aumentar su área cultivable, a expensas del deterioro del pulmón verde del planeta. Es necesario encontrar otras fórmulas que eliminen ese conflicto. No creo sensato que países como USA, India y China deben seguir utilizando el carbón como fuente de energía, deteriorando la calidad del aire que todos respiramos. Hay muchos ejemplos de situaciones similares, en las cuales el bienestar del planeta debe prevalecer sobre los intereses de un estado individual.
 
SIN EMBARGO, ESTE CONCEPTO ESTÁ BAJO FUEGO 
Para mi sorpresa constato, por recientes artículos que he leído y por las actuaciones de líderes mundiales y la actividad de grupos organizados a nivel de muchos estados/naciones que el globalismo está bajo intenso fuego. Quienes se oponen vigorosamente al concepto lo consideran como antipatriótico, antinacionalista y diseñado para que un grupo reducido de las élites económicas (judías, por más señas) domine al mundo. Para pensar de esta manera prestan validez y asumen como comprobada una teoría conspirativa a la cual llaman “El Nuevo Orden Mundial”, distorsionando el sentido original del concepto para hacerlo ver como un crimen.
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¿Qué es una teoría conspirativa?
Una teoría conspirativa es aquella que un grupo de personas estructura alrededor de un hecho histórico cuya existencia ellos niegan o cuyo verdadero significado deforman de buena o mala fe, para adjudicarles una intención macabra y dañina para la humanidad.  Por ejemplo, todavía hay gente que sostiene que el hombre nunca viajó a la Luna y que ello ha sido un fraude urdido por el gobierno de los Estados Unidos, quien sabe para lograr cuales propósitos torvos. Existen grupos que insisten que la Tierra es plana, a pesar de las fotos que toman los astronautas desde el espacio exterior. En sus versiones más simples y simplonas abundan quienes creen que gente famosa como Carlos Gardel, Elvis Presley o Adolfo Hitler no murieron, sino que permanecieron vivos y llevaron o llevan una vida oculta en algún rincón del planeta.  
En los Estados Unidos la teoría conspirativa contra el globalismo tiene su origen en la época de la guerra fría, cuando la Sociedad John Birch comenzó a expresar fuertes ideas antiglobalizadoras contra las Naciones Unidas, cultivando ideas antisemíticas y racistas.
En 1991 el predicador Pat Robertson publicó un libro llamado: “El Nuevo Orden Mundial”, en el cual acusó a las “élites dominantes” de formar una alianza entre la Casa Blanca de la época y sociedades secretas para instalar una policía mundial y un solo banco mundial. Otro entusiasta promotor de estas ideas ha sido el personaje de la TV Glen Beck, hoy retirado, quien llamaba a los ambientalistas “agentes del desastre” y denunciaba una conspiración basada en el ambientalismo para eliminar la soberanía de los estados. A estas denuncias se han unido políticos estadounidenses como Newt Gingrich y, recientemente, Ted Cruz, quien acusó a los miembros de esta conspiración de querer eliminar el juego de golf. 
 
¿QUE DENUNCIAN LOS ADHERENTES A ESTA TEORÍA CONSPIRATIVA?
Teorias conspirativas. Imagen tomada de Wikipedia
Quienes se han adherido ayer y hoy a esta teoría conspirativa incluyen individuos o grupos de la extrema izquierda, como Fidel Castro, y de la extrema derecha, como el personaje televisivo Lou Dobbs. Estos individuos y grupos denuncian la existencia de una élite que trabaja de manera secreta y que tendría una agenda globalista para instalar un gobierno mundial autoritario, el cual remplazaría a los estados. Entre los miembros de esa macabra conspiración estarían hombres de negocios y filántropos como George Soros y Bill Gates, políticos como Henry Kissinger, la empresa EXXONMOBIL, la familia Rockefeller y muchos otros. David Rockefeller decía en 2002: “el extremismo ideológico ataca nuestra familia y dice que somos parte de una sociedad secreta trabajando contra los Estados Unidos, llamándonos internacionalistas…  si es de esto me acusan, soy culpable y estoy orgulloso de serlo”.
Escritores como Milton Cooper y David Ickes han propuesto la existencia de una invasión de seres extraterrestres en forma de reptiles quienes tratan de implantar el Nuevo Orden Mundial. Para protegerse de ellos, dicen, hay que estar armados, lo cual le suena muy bien a la National Rifle Association de los Estados Unidos, la cual aboga por la existencia de armas de fuego en cada hogar.  Entre las organizaciones que son acusadas de tratar de establecer un nuevo orden mundial están el Grupo Bilderberg, el Club de Bohemios, El Club de Roma, el Council de Foreign Relations de USA, quienes son vistos como “illuminati”, tratando de establecer el predominio de un gobierno mundial autoritario, un solo banco mundial y una reglamentación de las Naciones Unidas para servir a sus fines de dominación.
Uno de los más destacados promotores de esta teoría de la conspiración es Donald Trump quien, en sus discursos,  divide al mundo entre los globalistas (los malos)  y los patriotas (los buenos)  y ha insertado este conflicto en la escena política electoral de su país. Ello lo lleva a no creer en el calentamiento global y a promover libremente el uso de combustibles fósiles, como el carbón (lo cual le permitió ganar el estado de West Virginia en las elecciones pasadas presidenciales). Hay intelectuales de valor en muchos países quienes se suman a esta postura, apoyando – muchas veces de manera inadvertidas – posiciones relacionadas de tipo racista y antisemítica.
Es toda una teoría conspirativa de naturaleza, paradójicamente, global.
 
¿QUIEN TIENE LA RAZÓN?
Yo no lo sé.  Puedo decir que creo instintivamente en el globalismo pero no tengo suficiente conocimiento del tema. Estaría de acuerdo en que el concepto tiene pros y contras y que algunos de sus representantes, por ejemplo en las Naciones Unidas, tienen ideologías que no comparto. Al mismo tiempo creo que muchos de los ataques a este concepto que he leído son absurdos y arbitrarios. En especial, creo que es un gravísimo error anteponer el concepto de globalismo a los de nacionalismo y patriotismo. Quienes lo hacen parecen haber sido capturados por las redes del fanatismo. 
Sobre la existencia de sociedades secretas no tengo información. Por lo que veo en internet sobre las fundaciones de Bill Gates y George Soros, me entero que han dado y continúan dando miles de millones de dólares a programas sociales que han beneficiado a millones de personas.  Eso es factual. Al contrario, no he visto ninguna prueba en internet que ellos sean ambiciosos miembros de una sociedad secreta que aspira a dominar el mundo. Me gustaría recibir algunas, porque – de ser verdad – entonces yo pasaría a combatirlos.
Acepto de buena gana argumentos de lado y lado.  Lo que rechazo es la aceptación emocional de la teoría conspirativa, la cual no debería reclutar sin pruebas a la gente inteligente.

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