Kristina K y las perversidades del populismo

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Jose Ignacio Moreno León *

@analisislibre

No hay dudas que Argentina sufre de una profunda crisis que se manisfiesta no solo en el aspecto económico sino -lo que es más grave- en los  aspectos social, político por la poca credibilidad en la clase dirigente, y ético por la poca capacidad que manisfiestan las instituciones, especialmente del poder judicial, para castigar los descarados casos de corrupción de la nefasta era del Kirchnerismo.

Es por ello que, en la antesala de las proximas elecciones generales previstas para el 27 de octubre, el fastasma de Kirchnerismo peronista  asoma sus garras con intensiones de reconquistar el poder gubernamental de ese pais sureño que, desde finales de 2015 ha estado en manos de Mauricio Macri del centroderechista partido Propuesta Republicana y quien esta a punto de cumplir el reto histórico de convertirse en el primer presidente no peronista capaz de completar su mandato de cuatro años. Y es que entre los siete sucesivos presidentes que se turnaron en el poder antes de los Kirchner solo los dos no peronistas y de la UCR no pudieron terminar su mandato, al tener que renunciar en medio de una gran crisis económica y política.

Recordar que el peronismo ha estado presente y muy activo en la historia contemporánea de Argentina, como tambien lo ha estado el militarismo, el populismo y la corrupción. Pero las perversidades del populismo, con sus secuelas de clientelismo político y corrupción se asentuaron en el país a partir de 2003, cuando se inicia lo que podriamos catalogar como el Kirchnerismo o Peronismo Kirchnerista, que con su marcado sesgo populista y autoritario, prevaleció hasta finales de 2015, cuando el 10 de diciembre de ese año asume la presidencia Mauricio Macri.

Las políticas intervencionistas del Peronismo Kirchnerista, profundizadas durante la gestion de Cristina Kirchner, causaron graves distorciones en el comercio y en la economía del país; además dicho gobierno provocó un fuerte clima de confrontación en la sociedad argentina, -similar al que generaron Perón y Evita en los inicios del populismo peronista- dejandole a su sucesor una perniciosa herencia de escandalosos casos de corupción a niveles nunca vistos en la historia del populismo argentino. Pero el morbo de la corrupción no fue el monopolio de los Kirchner, -cuyo patrimonio se señala que se incrementó en más del 1000 por ciento- ya que han sido numerosos los casos de enriquecimiento ilícito, contratos amañados y tráficos de coimas en los que aparecen involucrados otros altos personeros de esos dos gobiernos, con varios ministros y personas vinculadas a los mismos. Al final de la gestión de Cristina Kirchner adquirió gran cobertura mediática el escándalo de corrupción protagonizado por un coonotado personero, vinculado por muchos años a los gobiernos de los Kirchner, cuando trató de esconder unos fardos con casi nueve millones de dólares, producto de sus fechorias amparadas por el régimen, en un convento de clausura de Buenos  Aires.

A la exmandataria Cristina Kirchner se le han iniciado procesos de embargo de más de 140 bienes, incluyendo 25 inmuebles cedidos a sus hijos, dinero efectivo y acciones de participación en diversas empresas, todos los cuales se presumen que fueron adquiridos producto de manejos ilícitos durante su mandato. En la actualidad la exprimera mandataria tiene once procesos judiciales, cuatro pedidos de juicio y tres solicitudes de prisión preventiva, que no avanzan porque aberrantes maniobras de apoyo de un sector del peronismo tratan de que ella no pierda la inmunidad parlamentaria de la que goza como senadora por ser  exjefe de estado. Como parte de esa inmoral componenda política -típica del populismo-, se ha orquestado una fórmula para las próximas elecciones en la que Cristina, con un candidato presidencial manpara y poco carismático -Alberto Fernadez-se presenta como aspirante a la vicepresidencia, para preservar su inmunidad y tratar de evadir los varios juicios que se le siguen, ya que con esa maniobra, de resultar victoriosa, se aseguraria cuatro años mas de inmunidad parlamentaria, al convertirse además en presidenta del Senado.

No es descartabla que, mediante una obsena maniobra política del kirchnerismo con grupos importantes del peronismo tradicional, Cristina Kirchner pueda lograr su objetivo de evadir la justicia, a pesar de los evidentes casos de corrupción en los que aparece claramente involucrada con su familia y con importantes personeros que la acompañaron durante su gobierno, algunos de los cuales ya estan presos. Esa maniobra hasta el momento tiene posibilidades de resultar exitosa, debido al franco deterioro del gobierno de Macri que no ha podido aún reactivar la economía y deslastrarla del pesado fardo de populismo que recibió como herencia de los gobiernos kirchneristas. Si esa maniobra resulta exitosa, lo que representaría un triunfo del populismo y la corrupción, tendríamos que validar el reciente artículo de Vargas Llosa cuando nos dice Si lloro por ti Argentina.

Por cierto, segun segun señalan algunos medios de ese pais, se sospecha que quienes maniobran por el retorno del kirchnerismo estan pretendiendo involucrar en su apoyo a Jorge Mario Bergoglio, el papa argentino, quien en sus discursos ha sido duro crítico de los manejos corruptos en la política y en los negocios. Habrá que señalarle a esos politiqueros el fuerte reclamo de Francisco contra el cáncer de la corrupción, cuando en 2015 en Nápoles -feudo de la mafia italiana- advertia: «La corrupción es sucia y la sociedad corrupta apesta. Un ciudadano que deja que le invada la corrupción no es cristiano, !apesta!.

La actual experiencia argentina, al igual que como sucedió hace 13 años en Nicaragua, cuando la desunión de la dirigencia democrática del país facilitó -mediante un cuestionado triunfo electoral-, el retorno del corrupto y autocrático gobierno sandinista,  deben servir de valiosa referencia para entender que para derrotar las autocracias, con sus secuelas de populismo y corrupción, se requiere un gran Acuerdo Nacional que asegure la gobernabilidad de un esfuerzo que debe orientarse hacia la promoción del desarollo sustentable, con sentido humano y en un entorno de estabilidad democrática,  y que debe tener los objetivos prioritarios de impulsar una economía social de mercado, combatir la pobreza y la exclusión y promover el Capital Social como palanca del cambio para erradicar el populismo y generar la confianza, la ética  y los valores cívicos de ciudadanos capaces de labrarse su propio destino. Es obvio que para hacer realidad esas transformaciones fundamentales, en el caso de Venezuela se requiere de genuinos líderes que entiendan que, frente a las nuevas realidades globales, por encima de los mezquinos intereses políticos y el juego obtuso de la politiquería, deben responder al interés de todos los ciudadanos y a los grandes objetivos nacionales. Lideres capaces de actuar como  honestos dirigentes politicos para servir a la sociedad y no para servirse de ella en su propio beneficio. Líderes que descarten el inmediatismo electoralista y actúen – parafraseando a Churchill- pensando más en las próximas generaciones y no en próximas elecciones.

  • Ha sido Rector de la Universidad Metropolitana, Caracas. embajador en Canadá, ministro, autor.

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