LA ALBA Y LA CELAC

Juan Páez Ávila

Con el voto unánime de los 33  Presidentes y Jefes de Gobierno de América Latina y del Caribe se aprobó la creación de la Comunidad de Estados de Latino América y el Caribe, con objetivos e intenciones diferentes, según lo expresado por varios de los asistentes y con el silencio de otros frente a las razones que los llevaron a un encuentro posiblemente histórico,  trascendente o inoperante, de acuerdo a las decisiones que se tomen en el futuro.

          La existencia de varias organizaciones interamericanas, regionales y subregionales  como la CAN, el MERCOSUR,  el SELA,  la ALADI y otras languidecientes y con importantes contradicciones internas que se expresan, por ejemplo, con el abandono de la CAN por parte del gobierno del Presidente Chávez, por el rechazo de MERCOSUR al ingreso de Venezuela por no cumplir con la cláusula democrática de respeto a los Derechos Humanos y al Estado de Derecho y la mayoría por violaciones evidentes a los estatutos que las rigen, no parece indicar un futuro promisor a lo que podría ser un instrumento primordial, para negociar con los Estados Unidos, la Unión Europea y otras potencias de Asia, acuerdos económicos, políticos y sociales para beneficio de todos.

          Mientras el Presidente Hugo Chávez y sus colegas de la ALBA denunciaron al imperialismo norteamericano como el responsable de nuestros males, dejando traslucir la intención de utilizar la nueva agrupación latinoamericana y del Caribe contra USA, el Presidente Juan Manuel Santos fue enfático al afirmar que la CELAC no tenía como objetivo ir en contra de nadie, sino en favor de sus integrantes. Brasil, México y Argentina para citar los más desarrollados de la región, tienen no sólo excelentes con los Estados Unidos, sino también un comercio mil millonario en dólares, que sustentan sus economías, además de los acuerdos de libre comercio de Perú, Chile, Panamá, Centro América, Colombia y México con la potencia contra la cual embistieron los miembros de la ALBA.

          Mientras Chávez habló de la ¨vieja¨ OEA, coreado por sus colegas presidentes de los países de la ALBA, ningún otro Presidente o Jefe de Gobierno pareció entusiasmado con ese planteamiento, con lo que dejaban sentado que la OEA es un organismo distinto, con la presencia de Estados Unidos  y Canadá, mercados abiertos para sus exportaciones e importaciones.

          Si Chávez y sus socios favorecidos por las dádivas millonarias del Comandante Presidente, insisten en tratar de utilizar la CELAC contra USA y Canadá, la pueden conducir al fracaso total o a su inoperancia, por lo menos hasta que haya un cambio de gobierno en nuestro país, y el nuevo Jefe de Estado ponga de lado su ideología sino coincide con la globalización de la economía y el respeto a la pluralidad política,  y actúe en interés del desarrollo y bienestar de los venezolanos.

          Chávez y sus socios no pudieron ni podrán evadir la existencia de normas que garanticen la Defensa de los Derechos Humanos, ni lo establecido en la Carta Democrática Interamericana en la normativa que rige, por lo menos en teoría, a la Organización de Estados Americanos (OEA). Dicho de otra manera quedó aprobado en la Carta de Caracas, que rige para la CELAC, que uno de sus objetivos es no sólo defensa de los Derechos Humanos, sino también la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, que apuntan contra las mafias comprometidas con esos delitos de lesa humanidad.

          En síntesis, la pertinencia y el futuro de la CELAC va a depender de su funcionamiento, de los resultados de sus relaciones con otros  bloques de naciones y de algunas potencias económicas tanto de este como de otros continentes. La creación de la CELAC no afecta a ninguna de las grandes economías mundiales, por lo contrario voceros de los Estados Unidos,  de la Unión Europea, de Asia, que buscan nuevos mercados, han declarado que les gustaría entenderse con sus dirigentes. De allí que no se podrán emitir juicios fundamentados en los hechos, hasta que se haga alguna evaluación de de su efectividad, si es que la pueda alcanzar.

          Y aunque algunos analistas y políticos han celebrado como positiva su creación, si actúa a favor de sus integrantes, lo cual es lo sensato y propio de los tiempos que vivimos, lo que puede descartarse de una manera definitiva es que sea utilizada para enfrentar a los Estados Unidos, por las declaraciones de los jefes de Estado de los países más importantes, como Brasil, México y Argentina, y hasta Colombia, Perú y Chile se desmarcan del Comandante Chávez y sus acólitos de la ALBA y se disponen a celebrar un Tratado con las naciones asiáticas del Pacífico. El progreso del mundo de hoy se apoya en las negociaciones, la conquista de nuevos mercados, y no en la confrontación por razones ideológicas.    

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