La fragilidad ideológica de los patriotas venezolanos

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Francisco Olivares 

analisislibre.org

Supongamos por un momento que fuera verdad todo lo revelado por Jorge Rodríguez sobre una nueva conspiración internacional para asesinar a Nicolás Maduro, a Diosdado Cabello, a Maikel Moreno y a la primera combatiente. Además del presunto plan para tomar Miraflores, la base aérea de La Carlota, apoderarse del oro que supuestamente todavía queda en las bóvedas del Banco Central de Venezuela y declarar presidente a Raúl Baduel, quien se encuentra aislado en un sótano de una prisión de alta seguridad a la que no tienen acceso familiares o abogado alguno. Pero además, los conspiradores atacarían a los bien resguardados colectivos armados del 23 de Enero, en sus propias guaridas, para neutralizar las fuerzas paramilitares que apoyan al Gobierno. Todo ello con un arsenal de 140 mil cartuchos. Por el momento no han encontrado los fusiles, pero los cartuchos delatan que en alguna parte deberían estar los fusiles.

Uno no se  puede imaginar la cara que habrá puesto Nicolás, por allá, en su bunker de Fuerte Tiuna, cuando Jorge, se presentó con el arsenal de pruebas de esta última conspiración.

A estas alturas, ya Maduro se ha convertido en un experto en eso de los atentados contra él y por eso ha tomado sus previsiones personales. Las dos más recientes fueron la de aquel drone donde hasta los militares en formación salieron corriendo cuando el aparatico explotó en el aire o la conspiración del 30 de abril, en la que su propio jefe de la inteligencia era la cabeza del plan conspirativo y los negociadores de su salida eran su Ministro de Defensa y su jefe del Tribunal Supremo.

Por eso el primer obstáculo para Jorge era llegar hasta el Presidente quien ha sido un hombre traicionado por todos lados, incluyendo su entorno más cercano.

De manera que para Jorge lo primero era atravesar la barrera de los 20 cubanos que cuidan día y noche al Presidente y en especial ese que llaman “Aldo” sin cuyo consentimiento nadie puede acercarse hoy a Maduro; lo cual es totalmente razonable cuando, según su ex jefe de inteligencia, ahora en el exilio, el 30 de abril lo estaban vendiendo por 100 millones de dólares y una ministra del gabinete pedía 30 mil fusiles para crear su propio ejército.

En todo caso, dado que las pruebas estaban recopiladas en 59 horas de videos, textos de whatsapp y audios de intervenciones telefónicas. Acudió al usual recurso de las flechitas en la cartelera donde mostró en una laboriosa síntesis los perfiles e imágenes de, por lo menos,  50 conspiradores y sus vínculos con los planes descritos.

Luego de esa ardua investigación es lógico pensar que Maduro en estas circunstancias solo puede confiar su vida a Raúl Castro quien ha sido su amigo a toda prueba. Es a quien le debe la Presidencia y es su otro padre político desde que en la década de los 80 fue a realizar sus cursos ideológicos en la isla de la felicidad.

Pero luego de esa impactante revelación de la conspiración que involucra a varios presidentes del continente como Piñera y Duque, Juan Guaidó y una larga lista de militares venezolanos, entre los que se encuentran generales que fueron ministros de Hugo Chávez, puede entenderse que el Presidente ya no confíe ni en su propia sombra. Al parecer la fidelidad ideológica de los patriotas venezolanos tiene un flanco muy débil en eso de los billetes verdes.

@folivares10

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