Las sanciones y la espada de Bolívar – por J. Chaffardet

Las sanciones propuestas en Congreso de los Estados Unidos contra los violadores y violadoras de derechos humanos en Venezuela son:

a) si tienen visa para entrar a los Estados Unidos esa visa será cancelada.

b) Si no tienen visa para entrar a los Estados Unidos y la solicitan no se la concederán

c) si tienen cuentas bancarias o bienes muebles o inmuebles en los Estados Unidos estos serán embargados y congelados.

Como se puede apreciar, las «sanciones» no son contra el país, no son contra Venezuela, son contra los que desde hace más de una década violan sistemáticamente los derechos humanos de los Venezolanos.  Son aplicables a los que dirigen y estimula la agresión armada contra la población; a los que día a día incrementan los niveles de violencia de la represión; a quienes ordena, ejecutan, amparan o encubren la tortura; a jueces y fiscales que hacen de la administración de justicia un instrumento del régimen para conculcar  los derechos civiles y políticos de los ciudadanos; a los que dirigen los cuerpos de seguridad convertidos en instrumentos del régimen para la persecución política y el hostigamiento de la disidencia; a quienes de cualquier manera haya sido partícipes o cooperadores en las diversas modalidades dirigidas coartar o impedir la libertad de expresión.

Tales sanciones a los violadores y violadoras de derechos humanos no son, como alega el régimen y algunos de sus aliados en Unasur, una intromisión en los asuntos internos de Venezuela. Por el contrario, presionar al gobierno de Estados Unidos para que no imponga esas sanciones es entrometerse en sus asuntos internos y desconocer su soberanía como nación independiente.

En efecto, cada país es «soberano» y en este caso los Estados Unidos, soberanamente, tiene el derecho elemental de decidir quién puede tener u obtener una visa para entrar en su territorio y quién no. En consecuencia puede decidir que aquellos sujetos a quienes califique, según su criterio, como violadores de derechos no les será otorgada una visa para entrar a los Estados Unidos y a quienes la tengan se les revocarían. De la misma manera, tiene el derecho soberano a decidir quién puede tener cuentas y/o actividades mercantiles o financieras en su territorio, es una decisión que se hará valer en su territorio no en Venezuela ni en ningún otro país.  Igualmente tiene el derecho a escoger quienes pueden y quienes no pueden, poseer bienes muebles o inmuebles en los Estados Unidos, es decir, en SU TERRITORIO.

Las preguntas que, cándidamente se hacen  millones de venezolanos, es que ¿por qué tantos robolucionarios se preocupan, y hasta se enfurecen, porque le cancelen o le nieguen una visa americana? ¿No es acaso el malvado Imperio el peor enemigo de la patria de los “hijos Bolívar”? Y en relación a las cuentas bancarias y bienes en los estados Unidos hasta los más rabiosos chavistas no pueden ocultar su sorpresa ¿Es que acaso hay camaradas “patria o muerte” con cuentas bancarias y bienes en el maldito Imperio impregnado de olor a azufre?

La realidad es que Imperio o no Imperio, con olor a azufre o sin olor a azufre,  no hay nada que le guste más a un chavista (boliburgués o enchufadote o enchufadito, dependiendo de los montos depredados a la nación), que pasearse por la riqueza, la abundancia y las bellezas naturales y artificiales del Imperio. Ningún “sociolisto” del siglo 21 invierte su dinero mal habido en una ruinosa casa en La Habana o en un apartamento en Bielorusia o Zimbabue o en Damasco o en Teherán o en Managua. ¡No, no, no, ni de vaina!, les gusta Doral, Weston, Fort Lauderdale en Florida y los más «boleados» prefieren el midtown East Side de Nueva York o Beacon Hill en Boston. En Houston adoran Sweetwater, Memorial y el lujo de River Oaks, donde por cierto tiene una taguarita muy confortable un robolucionario ex-presidente de CITGO.

Es más, abundan los boliburgueses o enchufadotes o enchufaditos, que se han hecho, o están en vías de hacerse, ciudadanos del Imperio pero, eso sí, sin aflojar la teta del régimen. El estatus ideal: ciudadano americano: y con la teta de CITGO o PDVSA directamente o socio del exclusivo, porductivo y costoso “vendor list” de Bariven.

Si tales sanciones se materializaran, se le plantearía un problema familiar a numerosos personajillos como Iris Varela, que no podría llevar a su prole a Disney World, como acostumbra hacer varias veces al año. Por lo pronto, ya Calixto Ortega padece de un “surmenage” o síndrome de “fatiga crónica”, al no poder ir a Houston a hacer sus compritas en el Galleria Mall o a jugar en los casinos de Las Vegas con dólares de la partida secreta.  Generales o almirantas que no podrían disfrutar sus lujosos apartamentos en Brickell o Key Biscayne, sus yates o sus jets privados.

A ninguno de estos especímenes les importaría un carajo que le negarán o le retiraran una visa para viajar a Cuba, Irán, Rusia o Bielorusia o Nicarragua… ¡Pero quitarles o negarles la visa para ir al Imperio! … ¡No joda! eso es una afrenta, un crimen, una violación de sus derechos humanos, una violación de la soberanía de la patria de “los hijos de Bolívar” (¡que expresión tan pavosa!) y del Comediante Eterno…y que le congelen los bienes inmuebles y sobre todo el billete adquirido gracias a la patente de corso que le otorgaron las autoridades competentes de la robolución para asaltar las arcas públicas, es una repudiable intromisión en los asuntos administrativos de la Patria.  

 Si el gobierno americano llevara adelante esas acciones criminales, entonces  ¡La espada de Bolívar se devolverá y no caminará por América Latina sino que se dirigirá rauda al Imperio a hacer valer los derechos de sus valerosos hijos, que le dieron la libertad a cinco naciones ¡ ¡Yankis preparaos para morder el polvo de la derrota!

JOAQUIN F. CHAFFARDET

[email protected] / @jchaffardet

2 comentarios en “Las sanciones y la espada de Bolívar – por J. Chaffardet

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