Lauro, Estévez y Dudamel: tres héroes de la revolución

 

«…cuando oigo a Hugo Chávez hablar de su “revolución socialista” ante audiencias de infelices disfrazados de diablos de Yare, corro a escuchar “La Cantata Criolla”o “Margariteña”o “El Río de las Siete Estrellas” (Evencio Castellanos) para re-encontrarme con la verdadera Venezuela, para saborear la verdadera revolución venezolana, la de la inteligencia y el decoro.» GC

por Gustavo Coronel

Con gratitud venezolana, para José Antonio Abreu. (Creador del Movimiento de Orquestas Sinfonicas Juveniles en el Continente americano)
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La revolución musical Venezolana comenzó en Venezuela en la época colonial, aún antes de que el país fuese independiente. Tiene su árbol de las tres raices: el Padre Sojo, Vicente Emilio Sojo y José Antonio Abreu.
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El Padre Sojo fundó la escuela de Chacao, la cuál agrupó los primeros grandes músicos de la época colonial Venezolana: Juan Manuél Olivares, Pedro Nolasco Colón, José Angel Lamas, Cayetano Carreño.
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Vicente Emilio Sojo creó el movimiento clásico musical contemporáneo venezolano, al estructurar y dirigir la Orquesta Sinfónica de Venezuela por muchos años, dirigir el Orfeón Lamas y ser el motor y guía de la Escuela Superior de Música, donde se graduaron los músicos clásicos venezolanos del Siglo XX. Sus discipulos fueron, entre otros: Evencio Castellanos, Antonio Estévez, Angel Sauce, Inocente Carreño, Gonzalo Castellanos, Carlos Figueredo, Antonio Lauro, Blanca Estrella de Méscoli, José Clemente Laya….. la flor y nata de la música clásica venezolana contemporánea.
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La tercera raíz de esta hermosa revolución es José Antonio Abreu, quien en 1975 creó el sistema de orquestas juveniles, a fin de llevar el conocimiento de la música clásica a los niños y jóvenes venezolanos, especialmente los pobres. Abreu continuó la tarea de los Sojos y, a través de una labor perseverante, disciplinada, dedicada, le ha dado un empuje maravilloso a nuestra música y ha proyectado el movimiento musical venezolano a niveles internacionales.
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Aunque Sojo, Sojo y Abreu son sus principales íconos, esta verdadera revolución de la inteligencia venezolana tiene múltiples héroes. Son muchos pero creo que hay tres quienes sobresalen claramente por el impacto que han logrado hacer en el plano internacional: el primero de ellos es Antonio Lauro, el maestro de la guitarra. Lauro fue probablemente el primer músico venezolano cuya música fue incorporada a la programación internacional. El mérito de esta incorporación corresponde a dos guitarristas famosos en todo el mundo: nuestro Alirio Díaz y el Australiano John Williams.
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Los valses de Antonio Lauro se han convertido en componentes frecuentes y destacados del repertorio internacional de la guitarrra, junto con la música de Granados, Albéniz y Joaquín Rodrigo. Sus valses le han dado la vuelta al mundo.
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El segundo fue Antonio Estévez, quien compuso en 1954 : “La Cantata Criolla”, basada en el poema de Alberto Arvelo Torrealba, “Florentino, el que cantó con el Diablo”. Esta obra de Estevez es de talla universal. Trata de un tema ancestral: la lucha entre el bien y el mal. Recoge el tema ya planteado en la Biblia, la batalla entre el Angel de la Muerte y Jacobo, llamado por ello Israél, batalla que se define al llegar el alba, de la misma manera que la batalla entre Florentino y el Diablo se define cuando la mañana hace su aparición sobre la llanura. Antonio Estevez compuso la obra musical venezolana más importante del Siglo XX, una obra que ha sido reconocida como una pieza maestra de la literatura musical universal.
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El tercero de nuestros héroes de mayor impacto es Gustavo Dudamel, un jóven de apenas 27 años, un producto del hermoso sistema creado por José Antonio Abreu. Este joven conductor, ya galardonado en Europa, ganador en Alemania del premio Gustav Mahler para conductores de orquesta, acaba de ser designado Director Musical de la Orquesta Filarmónica de Los Angeles, el conductor más jóven jamás nombrado para una orquesta de esta importancia.

Pero al mencionar estos tres grandes ejemplos de la revolución musical venezolana no puedo olvidar a algunos otros músicos nuestros quienes, de haber vivido en un país del primer mundo, hubiesen sido objeto de mucho mayor reconocimiento.
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Uno de ellos es Inocente Carreño, el autor de “Margariteña”, un poema sinfónico nutrido de aires populares, como los que compuso Borodin o como las suites sinfónicas de Kachaturian, las cuáles se oyen centenares de veces al año por todo el mundo. Otro es juan bautista Plaza, cuyas fugas criollas y románticas no desmerecen al lado de los Bach.
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El otro es un músico sin formación clásica formal pero, en mi opinión de simple melómano, uno de los mejores músicos venezolanos de todas las épocas: Aldemaro Romero. Romero realiza el viaje de Erich Korngold pero en sentido opuesto. Korngold comenzó como compositor de música muy seria en su Viena natal y terminó en Hollywood como compositor de música para el cine, extraordinaria música para joyas del cine tales como: “El halcón de los mares”, “Robin Hood”, “Juárez” y “Servidumbre Humana”. Aldemaro comenzó componiendo boleros extraordinarios y bellísima música para el cine y mas tarde compuso obras serias, de notable factura, tales como “Suite para Cuerdas”, “Cuarteto Latinoamericano para Saxofones”o “Fuga con Pajarapinta bimodal y seis numerao” .
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Por todo esto, cuando oigo a Hugo Chávez hablar de su “revolución socialista” ante audiencias de infelices disfrazados de diablos de Yare, corro a escuchar “La Cantata Criolla”o “Margariteña”o “El Río de las Siete Estrellas” (Evencio Castellanos) para re-encontrarme con la verdadera Venezuela, para saborear la verdadera revolución venezolana, la de la inteligencia y el decoro.

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