México: un nuevo sexenio perdido

por Jose Rafael Lopez Padrino
Los 6 años transcurridos bajo la presidencia de Felipe Calderón (2006-2012), pueden sintetizarse en una sola palabra: fracaso. Concluye un gobierno cuyo legado principal se traduce en una agudización de la crisis económica y social del Estado mexicano, así como la de cientos de miles de asesinatos producto de una fallida lucha contra los carteles de las drogas.
Muestra del gran fracaso socio-económico de Calderón se evidencia en el informe de la CEPAL, donde 36.3 de cada 100 mexicanos están en condiciones de pobreza, cifra superior a la registrada en 2008, cuando la tasa de pobreza era de 34.8%. Si se considera que México tiene una población aproximada de 112 millones 336 mil habitantes, según el censo nacional de 2010, ello significa que 46.8 millones de mexicanos son pobres. Recordemos que la pobreza en América Latina y El Caribe se ubicó en una tasa promedio del 31.4%. Es decir el crecimiento de la pobreza en México acusó un crecimiento mayor que en el resto de la región.
Más grave aún ha sido el aumento de la indigencia, que según la CEPAL, pasó de 11.2% de la población en 2008, a 14.3% a finales del 2011. Es decir, existen 15 millones de mexicanos sumidos en la indigencia. Además las cifras de desempleo se elevaron en forma abismal. Cuando Calderón inició su gobierno existían 1.6 millones de desempleados, que representaban el 3.6% de la población económicamente activa (PEA) de México, y para finales del 2011 esta cifra ya rondaba por los 2.76 millones, equivalente al 5.6% de la PEA. Además serán heredados una precarización laboral institucionalizada mediante una leonina reforma laboral aprobada recientemente y un deterioro del poder adquisitivo del salario producto de una inflación desbordada. Ello aunado a un aumento de la informalidad laboral. Al término del 2006 habían 11.4 millones de trabajadores informales, el equivalente a un 26.6%, de la población ocupada. Hoy existen 2.8 millones de personas más en la informalidad, lo que equivale al 28.7%, de la población ocupada.
Fracaso económico-social que responde a una política neoliberal orientada a favorecer a los dueños de los medios de producción, cuyos integrantes se han convertido en los acaparadores del poder económico y se han apropiado ilegalmente del país. Un gobierno que ha actuado como un simple administrador o gerente de los intereses de los empresarios, los cuales lo han manipulado y utilizado como marioneta a su antojo.
Una muestra más de ese sometimiento de Calderón a los grandes intereses privados fue la aprobación apresurada (Diciembre 2011 y Enero 2012) de la Ley de Asociaciones Público Privadas, con la que el Gobierno Federal entrega a las grandes corporaciones privadas la tarea vital de construir la infraestructura para el desarrollo nacional, en condiciones más que abusivas para los recursos públicos. Lo mismo ocurrió con la entrega indiscriminada de los recursos naturales no renovables del país (minería, petróleo y gas) a manos privadas nacionales y extranjeras.
El otro gran fracaso de Calderón ha sido su guerra contra el narcotráfico. A lo largo de estos seis largos años, el gobierno de Calderón asumió como prioridad de Estado el combate a la delincuencia organizada e impulsó una estrategia que lejos de resolver el problema, paradójicamente ha diversificado la violencia y ha consolidado a las organizaciones delictivas vinculadas al trafico de drogas. Calderón actuó prisionero de una estrategia equivocada producto de su relación sumisa con la Casa Blanca, y un pragmatismo político efectista. Ello lo llevó a ignorar los análisis y opiniones de expertos en la materia que demostraban que la llamada “guerra global” contra las drogas ha fracasado en todas partes del mundo, con consecuencias devastadoras para los individuos y la sociedad.
Las cifras de 47.453 (cifra oficial) u 80.847 (no oficial) de muertos en la guerra contra el crimen organizado en este sexenio, indican la magnitud del fracaso de la acción gubernamental, más propia de un régimen policiaco y no de uno democrático. Con el agravante de que bajo el pretexto de la guerra contra el narcotráfico se han irrespetado los derechos humanos básicos de los mexicanos. No son pocas las veces que los grandes despliegues militares y policiacos tienen por finalidad “no declarada”, pero en los hechos efectiva, de intimidar, inhibir y amedrentar las protestas populares contra la carestía, la injusticia social y la extendida corrupción en la República Mexicana.
Lamentablemente la incultura política y la manipulación de nuestros pueblos ha permitido la llegada al poder de proyectos neoliberales o falsas alternativas populistas quienes terminan por afianzar al proyecto hegemónico dominante. Con Calderón se sella un nuevo fracaso del neoliberalismo en América Latina y México como país queda sumido en una violencia demencial y una pobreza asfixiante.

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