«Mussolini es el arquetipo de líderes populistas como Bolsonaro, Trump y Salvini»: entrevista al escritor italiano Antonio Scurati

Benito Mussolini fundó los «Fasci italiani di combattimento» el 23 de marzo de 1919, en Milán, Italia.
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Antonio Scurati (Nápoles, Italia, 1969) dice que la «iluminación» le vino mientras veía un video de archivo de Benito Mussolini.

Que, mientras se estaba documentando para otro libro, vio al Duce arengar vehementemente a la gente que solía llenar la plaza Venecia de Roma.

Que se acuerda claramente de que, viendo a Mussolini dando uno de sus típicos discursos, tuvo un momento de exaltación: «¡Pero si esto no lo contó nunca nadie!».

«Quiero decir», explica Scurati en conversación telefónica con BBC Mundo, «que hay una extensa literatura académica, historiográfica y ensayística sobre Mussolini y el fascismo. Pero nadie escribió una novela sobre Mussolini».

En 2018, unos 4 años después de esa «iluminación» -y de miles y miles de documentos, libros, recortes de diarios, archivos consultados-, vio la luz «M. Il figlio del secolo« («M. El hijo del siglo», en castellano), una monumental novela en la que Mussolini es el protagonista.

Antonio Scurati GRETA STELLA
 El escritor italiano Antonio Scurati ganó con «M. El Hijo del siglo» el premio literario Strega 2019, uno de los más prestigiosos de su país.
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Su autor la define como una «novela documental», ya que, como reza la advertencia al principio del libro, «todos los hechos, los personajes, los acontecimientos, los diálogos no son inventados, sino históricamente documentados».

«Incluso sus pensamientos», asegura Scurati, que ocupan el primero y el último de los breves capítulos en los que están divididas sus 800 páginas, que constituyen el primer volumen de una trilogía sobre la vida del Duce.

La trilogía, una vez publicada, será transformada en el guion de una serie televisiva internacional dirigida por, adelanta Scurati, «un reconocido director de cine sudamericano que vivió en su país la tragedia de una dictadura».

La narración de «M. El hijo del siglo» empieza el 23 de marzo de 1919 con la fundación del movimiento Fasci di combattimento en Milán, y acaba el 3 de enero de 1925 cuando el Duce, ya presidente del gobierno italiano, asume delante del Parlamento «la responsabilidad política, moral e histórica» del asesinato del opositor socialista Giacomo Matteotti.

Ese momento es el que muchos historiadores consideran como el inicio del régimen totalitario fascista.

Pero, ¿cómo se puede escribir una novela de la que todo el mundo conoce no solo el final sino incluso los acontecimientos intermedios?

«Ese era uno de los desafíos de este proyecto», cuenta Scurati. «Por esta razón, estructuré la novela sumergiendo al lector en el flujo de los acontecimientos mientras ocurrían. Como si la historia hubiese podido ir en otras direcciones y no se supiera lo que pasó después».

«Quería captar los hechos desde la perspectiva de los que los vivieron«, añade el escritor italiano, «y no desde la del historiador que lo mira todo desde arriba, como un pequeño dios que juzga los hechos desde la distancia».

«Los hombres que vivieron esa época en muchos casos no entendían lo que estaba pasando, eran ciegos. Y quería que el lector tuviese esa misma sensación».

"M. El hijo del siglo" ALFAGUARA
 La traducción en castellano de «M. El hijo del siglo» fue publicada en febrero de 2020 por la editorial Alfaguara.
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Esto, según él, constituye una de las razones del éxito de este libro, que en Italia ha vendido más de 300.000 copias y que acaba de ser publicado en castellano por la editorial Alfaguara.

La novela se conforma como una crónica minuciosa – y, al mismo tiempo, de lectura fácil, gracias a un estilo directo y dinámico, aunque con algunas caídas de tono estilístico- del agitado clima social, político y económico que se vivía en Italia en esos años.

Resalta en sus páginas la mezcla de oportunismo, inteligencia, cinismo, energía -sexual y política- y falta de escrúpulos que caracteriza al Duce.

Un personaje, asegura Scurati, cuyo conocimiento sigue siendo indispensable para entender lo que ocurre hoy en día.

BBC Mundo habló con el escritor con motivo del Hay Festival de Querétaro, que se celebra esta semana de forma virtual y en el cual participa.

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¿Por qué considera a Mussolini como «E hijo del siglo XX?

Por un lado, porque quería aclarar que él no es el padre del siglo XX, sino un producto de esa época. Y también para subrayar que él fue el hijo favorito del siglo XX.

¿Por qué el preferido?

En el sentido de que él no es un alienígena llegado de Marte o un bufón, un loco o un demonio. ¡No! A través de él, el siglo pasado mostró de manera poderosa su vocación, que acabará en una gran tragedia política.

No es casualidad que el fascismo sea una de las últimas grandes invenciones de Italia que se difunden en el mundo.

Mussolini y Hitler GETTY IMAGES
 Benito Mussolini y Adolf Hitler fueron aliados durante la Segunda Guerra Mundial y tenían una relación personal extrema.
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El fascismo influencia la historia y los protagonistas del siglo XX, empezando por Hitler y el nazismo y siguiendo con otros modelos políticos, tanto europeos como latinoamericanos.

No hay que olvidar que Perón, en su primera etapa política, idolatraba a Mussolini. Consumía compulsivamente los videos en los que aparecía Mussolini y consideraba el fascismo como el antecesor de esa tercera vía entre capitalismo y comunismo que él buscaba.

Si Mussolini es el hijo del siglo XX, ¿su madre metafórica es la violencia y su expresión más extrema, la guerra?

Sin ninguna duda. Yo defino la forma de violencia del fascismo como hiperviolencia, que tiene sus raíces en las trincheras de la Primera Guerra Mundial.

Es decir, una violencia que ya no era a escala humana, sino que todos eran víctimas, incluso quienes la practicaban sobre otros hombres.

Y Mussolini, al principio de su aventura política, sabía que podría contar con dos armas para conseguir sus objetivos.

Una era el diario que dirigía, el «Popolo d’Italia.» Él era un periodista brillante quien inventa una manera nueva de hacer propaganda.

¿Y la otra?

La otra eran los grupos de fascistas violentos, a quienes los unía la experiencia de la Primera Guerra Mundial. Eran todos unos profesionales de la violencia.

Benito Mussolini en Palacio venezia GETTY IMAGES
 El «Duce»celebraba periódicamente discursos desde el balcón de Palacio Venezia, en Roma, a los que asistían miles de personas.
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El fascismo es el primer movimiento político que se dota de una milicia paramilitar, que coincide exactamente con sus adeptos.

El problema es cuando esta violencia minoritaria y casi profesional llega al poder y se convierte en objeto de deseo político.

¿Qué quiere decir?

Pasa que millones de italianos -estoy pensando en el pequeño empresario o en el simple funcionario, pequeños burgueses que no son violentos- de repente temen que la revolución socialista les arrebate todo lo que tienen.

Entonces empiezan a estar fascinados con esa violencia del fascismo. La desean como una posible solución a sus problemas.

El líder fascista italiano Benito Mussolini en 1934 GETTY IMAGES
 El fundador del fascismo, Benito Mussolini, gobernó Italia entre 1922 y 1943.
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 Este es el punto de inflexión: esos pocos profesionales de la violencia se convierten en el símbolo de una solución fácil, inmediata y rápida a la complejidad de la realidady de la vida democrática, que empieza a parecer inconcluyente, ineficaz y decepcionante.

 Y esto está pasando otra vez, también en Europa.

Como toda novela histórica, entonces ¿esta también aspira a decir algo de la época actual?

Mira, creo que una de las razones del éxito de este libro es que muchos lectores buscan y encuentran allí un mapa cognitivo para descifrar y orientarse en un presente político en el que se sienten perdidos.

Esta al principio no era mi intención. Creo que la literatura no tiene otro objetivo que el de contar la condición humana. Sin embargo, mientras lo iba escribiendo, advertía que los ecos de lo que pasó hace 100 años se llegaban a oír también en el presente.

¿Piensa en algún acontecimiento en particular?

Sí, en el populismo. Mussolini se configura como el prototipo del líder populista de los siguientes 100 años, hasta nuestros días.

Con una advertencia: hay muchas diferencias entre el fascismo y los actuales partidos populistas, empezando por la violencia.

Benito Mussolini GETTY IMAGES
 Mussolini se comparaba a sí mismo con Napoleón.
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Los fascistas utilizan desde un principio la violencia como elemento sistemático de lucha política. Hoy, en cambio, los partidos populistas son por lo general no violentos, se limitan a una violencia verbal y se mueven adentro del sistema democrático.

Pero, si substraemos a Mussolini el componente propiamente fascista, notamos que queda el arquetipo del líder populista, o sea, de ese líder que consigue guiar a las masas, que husmea sus humores -que son casi siempre malhumores: rabia, miedo, rencor, resentimientos- y los secunda.

En este sentido, Mussolini es el arquetipo de Bolsonaro, de Trump, de Salvini. Pero también de líderes populistas de izquierda. Todos ellos tienen convicciones o ideas no vinculados a la realidad.

¿Se trata, pues, de los hijos metafóricos de Mussolini?

Yo diría más bien que son sus nietos o bisnietos.

Me explico: para encontrar a los hijos metafóricos de Mussolini deberíamos remontarnos al menos a una generación atrás. Pero los que aluden directa y conscientemente al legado del fascismo están básicamente fuera de la historia. Por aterradores y horribles que sean, siguen siendo y seguirán siendo una minoría.

Mussolini con su familia GETTY IMAGES
Mussolini estaba casado con Rachele Guidi, pero tuvo una larga lista de amantes.
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En cambio, estos «nietos» de hoy, descendientes indirectos e inconscientes, yo los considero más peligrosos.

Si Salvini, pongamos, dice dos o tres tonterías, pero las dice de manera efectiva y directa, como por ejemplo que nuestro único problema son los migrantes y que hay que tirarlos al mar, bueno, esa es una forma de violencia increíble, una reducción brutal y violenta de la complejidad de la realidad.

Y esto es un peligro.

¿Ha contemplado la posibilidad, o incluso el riesgo, de que los lectores quedaran fascinados por el protagonista del libro?

Sí, claro. Yo pertenezco a lo que un amigo mío llama «la generación de los últimos chicos del siglo pasado».

Es decir, somos los últimos en haber sido educados intelectualmente y educados cívicamente en los ideales del antifascismo y del mito de la resistencia contra el nazi-fascismo.

Il Duce y sus compinches, colgados bocabajo en la Piazzale Loreto de Milán. GETTY IMAGES
 Los cuerpos del «Duce», de su pareja Claretta Petacci y de otros fascistas fueron colgados por los pies y expuestos en Piazzale Loreto de Milán el 29 de abril de 1945.
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Desde el primer momento que empecé a escribir este libro me pregunté qué estrategia narrativa tenía que adoptar para evitar que el público empatizase con Mussolini, que el Duce pudiera convertirse en héroe trágico.

Y por esta razón hice una elección radical: no hay un solo diálogo, personaje o acontecimiento que no estuviese documentado. Hay una adhesión total y rigurosa a las fuentes históricas.

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Este artículo es parte del Hay Festival Querétaro digital, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 2 al 7 de septiembre de 2020.

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