Nicaragua, análisis del resplandor de un movimiento indígena

 Misurasata: eterno resplandor de un movimiento indígena

Tomado de:  montenegrobaena.blogspot.com *
En esta nota quiero mostrarles unas imágenes verdaderamente desgarradoras sobre uno de los movimientos indígenas de corte autonomista más controversiales y seguidos por la opinión internacional. Las miradas de los protagonistas en estas fotografías, nos revelan un momento crucial de la historia del Caribe multiétnico, atrapado en el ocaso de aquella amarilla guerra fría que a muchos nos tocó vivir; pero eso sí, – al mejor estilo de la periferia – la cual se postró en recortes periodísticos para no asomarse más.

En aquellos tiempos, la caída del muro de Berlín, las connotadas sentencias de Margaret Tatcher en contra del socialismo, la prepotencia de Ronald Reagan, la ingenuidad casi edénica de Mijail Gorbachov regresando de sus vacaciones y el cómico alcoholismo de Boris Yeltsin, eran tan insignificantes cuando tenías una pantallita de televisor en blanco y negro, importada de algún país no alineado, recordándonos que en Costa Rica vivía feliz el payasito Ronald Mc Donald y que habían calcetines con dibujitos, rayados, lisos o policromáticos en oferta en el susomentado Mall San Pedro. La realidad solía llegarnos cuando se musitaba en los medios oficiales, la posibilidad de acuerdos de paz entre indígenas separatistas financiados por la CIA y el gobierno sandino socialista. (Estamos de acuerdo en que las cursivas son connotaciones del contexto, ¿si?)

 Bueno, a mi corta edad no esperaba comprender a cabalidad el crisol de esas noticias, más allá de aquel binario negro y blanco tan cotidiano en el que se recicla dramáticamente una coyuntura; era como ir al expendio a comprar la provisión y súbitamente terminar escondido detrás de unos sacos de azúcar negra de 50 kg importados de Cuba, sólo porque pasó un helicóptero o un push and pull oficial a una altura tan ridícula como para asustar a algún contrarrevolucionario escondido entre la población civil. Era tan surrealista aquella época. Una región de poco menos de 50,000 kilómetros cuadrados (la mitad del país) dividida por intereses geopolíticos, donde muchos pueblos indígenas se vieron obligados a defender la bandera discursiva del Ruso y el Gringo, desde los ademanes ideológicos de sus patrones locales: Mestizos despechados luchando en un duelo de prístinos desaciertos pasionales.
¿Cómo era posible verse a las caras entre su misma gente, sus mismos hermanos apuntándose con un fusil a mitad de taquilla, frente al telón de la muerte sin medir el burbujeante latido de su misma sangre fluir de contragolpe al corazón?

Mientras yo vivía mi infancia sin comprender tantas noticias dolorosas, ya habían transcurrido muchos años de una cruenta guerra entre los pueblos del Caribe y el gobierno revolucionario. Pero aún seguía recordándose a flor de piel la Navidad Roja, el éxodo Mískito, el asentamiento de Tasba Pri, entre otros sucesos, pero ya mediatizados por el desarme. Aplacados y suavizados por la formación de un partido político – YATAMA – que sustituiría la fuerza, nervio y esencia de uno de los movimientos indígenas más importantes de la lucha autonómica en América Latina. Donde antes convergían amplias colectividades culturales del Caribe Nicaragüense, en un bloque de resistencia inter-étnica que perseguía la consecución de sus derechos aboriginales y sociohisóricos. Hoy en día, reflejada en la autonomía regional, pero – sin menoscabar un legado tan deseado por muchos otros pueblos indígenas del continente – tal conquista dejó muchas tumbas, familias indígenas desarticuladas por la violencia, una marca indeleble de la guerra entre pueblos hermanos y el golpe más duro para su historia: La traición de sus líderes. Aquellos que le dieron rienda y savia a estos pueblos, hoy se sientan plácidamente al lado de sus antiguos enemigos, se codean con los que una vez acusaron de etnocidas, y hoy disfrutan bien sentados en la misma mesa de la impunidad, los manjares del poder.

Pero, ¿cómo empezó esta historia?
En 1979, cuando el movimiento revolucionario sandinista derroca una dictadura de casi 50 años, entre sus bases populares, crean MISURASATA cuyas siglas significan: Miskitos, Sumos, Ramas y Sandinistas Unidos. Esta organización sería la representación de la base del sandinismo en la Región del Caribe Nicaragüense, hoy llamada Región Autónoma del Caribe Nicaragüense.
Luego de poco tiempo, el gobierno revolucionario tendrá ardidas discrepancias con MISURASATA. Entre algunas serían las demandas de los indígenas y afrodescendientes de impartir las campañas de alfabetización en las lenguas autóctonas (Mískito, Rama, Mayagna e Inglés) lo cual molestará al gobierno, ya que dentro de sus planes era implementar modelos de enseñanza – orientadas a la ideología marxista del sandinismo – en la lengua oficial (El español) por razones logísticas.

Otros aspectos que marcaron el inicio de la tormenta, fue que los indígenas y comunidades étnicas rechazaban la imposición de las formas organizativas propias del pacífico. El gobierno, sin comprender la cosmovisión y cultura de los Mískitos, pretendía convertir la estructura Morava – entidad religiosa históricamente articuladora de los pueblos del Caribe – en una organización de masa, de clase o popular. Aumentando la tensión entre el movimiento indígena y las instituciones revolucionarias.

Pero la gota que derramó el vaso fue la reivindicación territorial de MISURASTA, cuando sin pelos en la lengua, éste le exige que no estaticen las tierras comunales indígenas. Esta resistencia al proyecto revolucionario – el cual pretendía integrar las tierras del Caribe bajo la lógica administrativa de la reforma agraria al engranaje del emergente modelo económico socialista – caldeó las tensiones estructurales y prendió la prepotencia del gobierno. Donde éste, sin tapujos le declara abiertamente la guerra en foros nacionales e internacionales, prolongandose por defecto en amargos sucesos conspirativos, persecusiones y genocidios que llegarán a conciliar en un relativo entendimiento con la promulgación de la ley 28 de autonomía en 1987. En este contexto se desarticula MISURASATA (luego del desarme, el cual sin embargo dejó brotes aislados de violencia en las montañas del Caribe hasta finalizar el régimen sandinista) para institucionalizarse como un partido político y así participar en 1990 en la dinámica electorera nacional y regional como YATAMA, año en que comienzan a funcionar los consejos y gobiernos regionales autónomos.

Desde ese momento, la historia ya la conocemos. Un fenómeno interesante de estudio es la típica patología con que se vician las reivindicaciones indígenas al caer en las fauces de la institucionalidad.

¿Qué maldición hay en la institucionalización de los movimientos que los corrompe y desvirtúa sus luchas primigenias?

Pero haciendo una breve reseña, fue desde 1981 a 1986 cuando el conflicto armado afloró en todo su doloroso esplendor bélico, dirigido por sus líderes Mískitos: Brooklyn Rivera y Steadman Fagoth. Los cuales, muchos años después traicionarían a su mismo pueblo y demás pueblos del Caribe Nicaragüense.

En esta nota no quiero extenderme en los vericuetos históricos y políticos del movimiento MISURASATA, tampoco en los vaivenes del actual YATAMA. Sólo quería, como dije desde el principio de esta nota, mostrarles estas imágenes de alto valor histórico y de gran riqueza reflexiva. Es una modesta diapositiva con fotografías de este heroico movimiento indígena que hizo temblar los cimientos de un gobierno revolucionario en la postrimería de aquella guerra fría.

Las imágenes reflejan más de lo que pueda interpretarse a simple vista, pues el contexto no es para menos. Pues estamos en presencia de unos retratos que no han sido oficialmente divulgados por los archivos históricos a nivel institucional, pues las que se conocen de esta época es la clásica parafernalia fotográfica de los revolucionarios sandinistas del pacífico de Nicaragua; los barbudos, mechudos, osados que salen combatiendo en las montañas a la guardia Somocista o a la misma contrarrevolución. Las típicas donde están en las barricadas en algunos pueblos de la Nicaragua mestiza y las fetichizadas donde aparecen entrando a la plaza luego de la ofensiva final.

Pero, ¿Por qué no se muestran imágenes del movimiento indígena que combatió al sandinismo reivindicando su derecho a la autonomía en el contexto de la misma revolución?

Evidentemente es la historia de los vencedores la que se lleva la pompa heroica. En estas fotografías verán la otra cara de la historia. Verán en formato visual, la versión histórica de la otredad.

 Las comparto como un aliciente reflexivo y apremiante entorno al movimiento indígena, el problema de la institucionalización del mismo, el peligro de las alianzas políticas y por si fuera poco, la cuestión autonómica en América Latina.  
(*) Enlace: http://montenegrobaena.blogspot.com/2011/12/misurasata-historicas-imagenes-para-la.html?goback=%2Egde_2491538_member_216834274#!/2011/12/misurasata-historicas-imagenes-para-la.html

 

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