Protestas en Brasil elevan el debate sobre la calidad de la cobertura en los grandes medios

Manifestación que reunió a más de 100 mil personas en Río de Janeiro el 20 de junio.

Manifestación que reunió a más de 100 mil personas en Río de Janeiro el 20 de junio.

Fuente: «Centro Knight», Univ Texas

En medio de las manifestaciones que se esparcen por Brasil — provocadas por el aumento del costo del transporte público en São Paulo y Río de Janeiro –, la cobertura de los medios masivos ha sido recibida de formas tan distintas como las exigencias de los manifestantes.

Además de ser observadores y participantes, los medios también fueron el blanco de las protestas y acusados de manipuladores. Durante las manifestaciones se escuchaban frecuentemente gritos de «abajo Rede Globo», la cadena de televisión más grande del país, mientras que los reporteros de otras grandes empresas llegaron a ser acosados e insultados por los manifestantes. La insatisfacción con los medios tradicionales revivió la discusión sobre el marco regulatorio de las comunicaciones, que busca la democratización de los medios brasileños.

Para Pedro Ekman, del coletivo Intervozes, las manifestaciones dejaron en claro la crisis de representación de los medios brasileños en relación con la población. «Las personas van a la calle y ven una cosa, después regresan a la casa y ven otra en la cobertura de la prensa. Comenzaron a percibir que los medios tradicionales cambiabansus posiciones de acuerdo con sus intereses, de forma más o menos velada», aseguró. «Las personas no se ven ahí, en aquellos reportajes tan editorializados de los medios másivos de comunicación».

Portadas del diario Folha de S. Paulo antes y después de una manifestación en la que hubo represión policiaca y que muestran un cambio de postura por parte del medio. (Imagen: Blue Bus).

Según Ekman, hubo un cambio súbito en la postura de varios medios brasileños en relación a las manifestaciones, especialmente después de las protestas en São Paulo del 13 de junio, cuando la policía actuó de manera violenta y brutal, incluso en contra de los periodistas. El diario Folha de São Paulo, por ejemplo, publicó en su primera plana del 13 de junio el encabezado «Gobierno de SP dice que será más duro con el vandalismo». Después de la noche de represión policiaca, la portada del día siguiente leía «Policia actúa con violencia durante protesta y SP vive noche de caos».

De «villanos» a «muchachitos»

A partir de ahí, afirma Ekman, los periódicos y la televisión cambiaron su narrativa de los acontecimientos. «Después de ese día — y también después de un análisis de macropolítica que esas manifestaciones generarían un desgaste al gobierno [federal] — la línea editorial cambió: pasó a celebrar las manifestaciones y excepcionalizar la confrontación».

Sin embargo, si para Ekman el cambio en la postura de los medios afectó la opinión del público sobre ellos, para Marcelo Beraba, director de las oficinas del diario Estado de S. Paulo en Río de Janeiro, el hecho revela la honestidad de los medios de comunicación. «¿Cuál es el problema de cambiar de idea?», preguntó Beraba. «Si en algún momento del inicio de la movilización había una observación negativa de las manifestaciones, en función de la falta de conocimiento, y después se percibió que aquello tenía otra magnitud, es una postura honesta», argumentó.

Relación compleja

Desde lo alto de edificios y helicópteros, a lado de la policía o hasta en medio de los manifestantes (muchas veces con micrófonos sin logotipos para evitar hostilidades), los medios masivos brasileños estuvieron más que presentes en las manifestaciones. Para Eugenio Bucci, analista de medios y profesor de la Universidad de São Paulo (USP), al mismo tiempo que las empresas de comunicación provocan la ira de algunos manifestantes por representar al status quo, también hay momentos de fraternidad y solidaridad — por ejemplo, cuando los periodistas han sido agredidos por la policía o cuando son vistos como canales para expandir la manifestación.

Oficiales de la policía militar usando spray pimienta contra manifestantes durante una protesta en Brasilia. Foto: Semilla Luiz/Flickr.

«La conclusión que yo obtengo de eso es que, a medida que los medios son identificados con una representación del poder, cualquier marca de las grandes empresas de comunicación pierde la simpatía de una parte de los manifestantes. Pero a medida que los medios prestan un servicio, ofrecen información independiente o registran lo que pasa, crecen en confiabilidad ante los ojos de los manifestantes», dijo Bucci. «Pero todavía no medimos [ese crecimiento]».

La expansión de los canales alternativos, sin embargo, parece revelar que el público se ha interesado también por otras fuentes de información que se encuentran al margen de los medios impresos tradicionales. En las redes sociales y el internet, por lo general, se han proliferado grupos de comunicación colaborativos que van a las manifestaciones y pasan información directamente desde la escena. Pós TV, por ejemplo, transmite las manifestaciones via streaming. Mídia Ninja, un sitio que antes de las protestas tenía cerca de 48 mil seguidores en Facebook, el 17 de junio obtuvo 207 mil menciones y notas compartidas.

Para Ekman, esa expansión del periodismo colaborativo y alternativo está relacionada con la crisis de representación del periodismo en los grandes medios. «La televisión dejo de ser la única fuente de información, pasó a ser una más y bajo sospecha», aseguró.

Manifestantes pacíficos versus vándalos

Aunque la visión de los medios en general se ha vuelto más generosa en cuanto a las manifestaciones, una narrativa bastante repetida durante la cobertura de las protestantes es la del manifestante pacífico y el vándalo, éste último retratado como una minoría causando un daño a la causa de las protestas. Una interpretación reduccionista, opinaron Ekman y Bucci.

Para el integrante de Intervozes, esos dos personajes fueron creados para que los medios pudieran controlar el tono de la cobertura. «Los grandes medios están actuando con cautela al legitimizar las manifestaciones populares porque no consiguen controlarlas totalmente, ya que ellas se estructuran sin la ayuda de los medios masivos. Los medios se han dejado una sálda en caso de que necesiten echarse para atrás y decir que solo hay vándalos», argumentó.

La narrativa de la mayoría pacífica y la minoría vándala dominó gran parte de la cobertura de las manifestaciones.

Bucci estuvo de acuerdo en parte. «Ningún movimiento popular del mundo va a anteponer la etiqueta, no son manifestaciones de buenos modales donde nadie pisa el césped», dijo. «Es necesario considerar también que la agresión cotidiana forma parte de la rutina de muchas de estas personas. Aquí el vándalo es el que empuja a las multitudes a un transporte público como el de São Paulo. Son vándalos con corbatas«. Para Bucci, las personas que viven en una ciudad violenta, donde sufren de agresiones diariamente por parte del poder público, en los momentos de colectividad como las manifestaciones, reaccionan. «Esta situación más compleja quizás no ha sido comprendida en la cobertura de medios, aunque sea muy dificil hacer una valoración universal y generalizante».

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