Santiago Posteguillo: La sangre de los libros (III)

 

En pocas palabras. Javier J. Jaspe
Washington D.C. / analisislibre.org

 

En nuestro segundo artículo de una serie de tres, hicimos una reseña con algunos breves comentarios sobre las siguientes diez historias del libro de Santiago Posteguillo: La sangre de los libros, editorial Planeta, 2014, 222 páginas, publicada simultáneamente en México y España. En esta tercera entrega nos referiremos a las últimas diez historias.

Posteguillo, profesor titular en la Universitat Jaume I de Castellón, Castellón de la Plana, Comunidad Valenciana, España, incluye en la obra que reseñamos 30 historias cortas, donde se pone de relevancia que en muchas obras de la literatura universal, como se recoge en el prólogo, “hay misterios y enigmas y, con frecuencia, sangre: la sangre de los escritores esparcida de forma silenciosa por entre las líneas de sus libros. La buena literatura, agrega Posteguillo, “es la que está escrita…con sangre en las sienes, en las manos y en el alma”.

Intentaremos reseñar estas últimas diez historias en el mismo orden en que están expuestas en el libro. Los títulos de los relatos en negrillas son de la obra, seguidos de otros que he agregado para orientar al lector, destacando el nombre del escritor y/o el principal asunto aludido en cada relato. En la segunda parte del artículo formularé algunos breves comentarios. Veamos.

Las historias

El seppuku del león de Transvaal. Emilio Salgari, escritor de novelas de piratas inolvidables

Posteguillo relata cómo Emilio Salgari, a su juicio autor de las novelas de piratas más vibrantes jamás escritas, se quitó la vida con un cuchillo malayo abriéndose el vientre y cortándose el cuello según el rito japonés del seppuku o hara kiri, en Italia, en 1911. En la primera parte, Posteguillo incluye una especie de soliloquio/reflexión de Salgari mientras bajo una tormenta de nieve se dirige al sitio donde se quitará la vida, en el cual éste alude, por una parte, a las relaciones con sus editores, a quienes considera unos explotadores que no le pagan lo suficiente y, por la otra, a su familia, especialmente a su esposa sifilítica y a sus 4 hijos a quienes confiesa no poder dar todo lo que merecían. Según Posteguillo, las novelas de Salgari llegaban a salir con tiradas de hasta cien mil ejemplares, por lo que eran un auténtico bestseller de la época (y de cualquier época), cuyas magníficas ventas se mantuvieron durante decenios, hasta los años setenta y ochenta del siglo XX. Sin embargo, sus editores siempre le pagaron muy por debajo de los porcentajes que en realidad le correspondían. Posteguillo destaca, que muchos de su generación y de generaciones anteriores han surcado los mares con Sandokán y con todos sus grandes piratas y lobos de mar, y disfrutado de increíbles aventuras gracias a su ingenio. Asímismo, que autores de la talla de Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes, Isabel Allende o Umberto Eco, por mencionar algunos, lo disfrutaron de niños y lo han recordado siempre con enorme afecto. Posteguillo hace un llamado a rescatar a Salgari para los adolescentes y los jóvenes de todas las edades, a no olvidarlo y a seguir buscando su novela Il Leone del Transvaal, “aquella que escribió pero que nunca vió la luz y que nadie ha encontrado…y que Antonio Donath, su editor, “ese que nunca le pagó lo que debía, no…publicó nunca”. Finalmente, llama a recordar que en las novelas de Salgari “los malos eran siempre los ingleses. Quizás por eso quieren, en este mundo global-anglizado, que lo olvidemos”.
La reencarnación de Shakespeare. Fernando Pessoa: singular escritor bajo múltiples nombres y personalidades

Esta historia se relaciona con el gran escritor portugués, Fernando Pessoa, y sus esfuerzos baldíos para obtener la publicación de sus poemas en idioma inglés en Inglaterra, en 1915, pese a que, a decir de Posteguillos, los mismos no tienen nada que envidiar a poemas escritos por el mismo Shakespeare. Los poemas fueron escritos por Pessoa bajo el nombre de Alexander Search, uno de los muchos nombres que él utilizaba en su muy diversificado e intenso proceso creativo. Posteguillo atribuye la actitud de los editores ingleses a los prejuicios que arrastran en ese país con respecto a quién puede o no puede escribir en su idioma, aunque se han tenido que tragar algunos <<sapos>> gordos, como el polaco Joseph Conrad o el ruso Vladimir Nabokov, que pese a sus orígenes extranjeros se estudian en todas las universidades anglosajonas como parte intrínseca de su propia tradición literaria. De allí que el editor John Lane, luego de leer los referidos poemas, se negó a publicarlos. Y menos mal, agrega Posteguillo, que Pessoa no había comentado que creía en el ocultismo, en los espíritus, y que había llegado a la conclusion de que podia ejercer de medium, y que en ocasiones se sentía como dominado por otras personalidades hasta el punto de volcar su poesía, sus ensayos, sus relatos en diferentes formas con diferentes estilos y bajo nombres de lo más variado…., hasta más de ochenta seres diferentes que convivían de forma intensa y compleja en su cabeza. También estaba convencido de que podia ver el aura de las personas que lo rodeaban. Nuestro poeta, indica Posteguillo, se sentía escritor, ensayista, traductor francés, escritor inglés, poeta portugués, autor de relatos cortos, astrólogo, psicólogo y hasta filósofo…., escribía en diferentes idiomas y con 82 personalidades distintas que el dió en llamar heterónimos. Un heterónimo es algo más allá del seudónimo. El seudónimo busca ocultar la identidad por diferentes motivos…, pero el heterónimo consiste en crear toda una personalidad distinta para cada autor que surge de una misma mente. A decir de Posteguillo, Pessoa triunfó en lengua portuguesa hasta ser reconocido como uno de los más grandes autores lusos de todos los tiempos, hoy día ya de todos los tiempos y de todos las lenguas. Cuando los ingleses comprendieron, agrega, que aquellos sonetos en lengua inglesa que emulaban a Shakespeare habían sido escritos por uno de los mejores poetas del siglo XX, los empezaron a mirar con otros ojos, pero aún no han dado su brazo a torcer. No ceden. Eso sí: ahora ya los publican en inglés y se pueden encontrar en todas las universidades británicas, pero aún no se a atreven a considerarlo un autor suyo. Posteguillo dice que en sus clases pone los sonetos de Pessoa y sus estudiantes no notan diferencias con los de Shakespeare. Algunos dirán que porque ellos carecen de la capacidad para detectar las diferencias, pero finaliza: “Yo digo, sin embargo, que de lo que carecen mis estudiantes es de prejuicios. Todavía hay esperanzas”.

El arma secreta. La encomienda de los franceses al gran escritor español, Vicente Blasco Ibañez

Posteguillo narra cómo a Vicente Blasco Ibañez le fue encomendado por los franceses en 1915, escribir una novela sobre la situación en el frente y las trincheras en la Guerra que mantenía Francia con Prusia, conocida también como la Gran Guerra o la Primera Guerra Mundial. Esta novela, según le explicara el presidente de Francia, Raymond Poincaré, a Blasco Ibañez, sería como un “arma secreta” para motivar a la opinion pública de Europa y sobre todo la de Estados Unidos, a fin de que este último país decidiera unirse a favor de Francia y sus aliados en dicha Guerra. Señala Posteguillo que Vicente Blasco Ibáñez había publicado por entonces muchas de sus más famosas obras, como Arroz y tartana, Cañas y Barro, Sónnica la cortesana, El intruso o Sangre y Arena…Era un escritor de fama en Francia. Viajó al frente y vio con sus ojos los desastres más brutales y descarnados de aquella Guerra horrible. Las trincheras, las alambradas, las ametralladoras, la sangre. Y lo retrató todo a la perfección en una de sus obras más sorprendentes, Los cuatro jinetes del Apocalípsis, en la que narraba los desastres que padecía Francia por el ataque prusiano. Posteguillo dice que es difícil determinar hasta qué punto esta novela influyó en la participación de Estados Unidos en la indicada Guerra, pero una vez traducida al inglés, la misma se convirtió en el primer bestseller de un escritor español en dicho país, se coló en la lista de los más vendidos del New York Times, fue introducida por el periódico El Mundo en su listado de las posibles cien mejores novelas del siglo XX, y para el Ilustrated London News de 1921 era el libro más leído del mundo junto con la Biblia. Posteguillo finaliza diciendo: “Hubo un tiempo en el que un presidente de Francia encargaba a un escritor español una novela para ganar una Guerra”.

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Un emperador y un poeta. Robert Graves: Escritor de exitosas novelas históricas, entre desventuras y olvido

Posteguillo se refiere a la desventurada y al mismo tiempo exitosa vida del gran escritor Robert Graves, autor de las novelas Yo, Claudio y Claudio el dios, quien herido y dado por muerto en la Primera Guerra Mundial, tuvo que pagarle al diario inglés (Times) que había publicado la noticia de su muerte, para que le diera cabida a una rectificación anunciando que se encontraba vivo. Indica Posteguillo, que a su regreso del frente, Graves se hizo poeta y traductor de textos clásicos, latinos y griegos. Dominaba estas lenguas y era un consumado experto en el mundo antiguo. Luego, se residenció en Mallorca donde construyó una bella casa (A Ca n’Alluni) y escribió su primera novela (Yo, Claudio), morada ésta que debió abandonar como consecuencia de la Guerra civil española. Más tarde, cuando pudo regresar a Mallorca, recibió una terrible noticia: “….uno de sus hijos, de veintiún años, había caído en Birmania. Nuestro escritor albergó la esperanza de que fuera otro error, como le había ocurrido a él en el pasado….Pero la vida es inmisericorde a veces, y esta vez la noticia, la maldita carta, era cierta…Su fama, mientras tanto, agrega Posteguillo, crecía: La novela histórica tuvo un antes y un después de su popular libro. A su casa venía gente de todo el mundo: Camilo José Cela, Jorge Luis Borges, Ava Gardner…Todos querían conocerlo Lamentablemente, relata Porteguillo, el Alzheimer se cebó en él. Y, de nuevo, el dinero hacía falta…Pero, continua Posteguillo, a veces la vida tiene piedad, la BBC decidió rodar una serie de televisión basada en aquella novela y en su segunda parte, que había escrito al poco tiempo. La serie de la BBC tuvo un éxito arrollador en el Reino Unido y en todo el mundo. Supuso un antes y un después como sus novelas, pero ahora en la realización de series de televisión…Y sus beneficios fueron tan descomunales que permitieron pagar los costes de los lentos años de enfermedad y olvido de Robert Graves en Mallorca. Posteguillo finaliza haciendo un breve recorrido por la casa de Graves en Mallorca, ahora convertida en museo. Ciertamente, leyéndolo uno siente que bien valdría la pena visitarla….
El asesinato de Agatha Christie. La sorprendente desaparición de una prolifica escritora de novelas de misterio
Posteguillo se refiere a la desparición de su domicilio por unos días de la celebrada y prolifica escritora, Agatha Christie, en diciembe de 1926, luego de que discutiera con su esposo sobre el divorcio de la pareja. Dice Posteguillo, que este hecho fue muy sonado en la prensa y estuvo pleno de circunstancias que, según la policía, apuntaban hacia el asesinato de la escritora por su esposo, Archibald Christie. En su interrogatorio, éste confirmó que iba a divorciarse de su esposa, a quien no le gustaba la idea, pero negó enfáticamente que fuese un asesino, aunque admitió a la policía que estaba enamorado de otra mujer, Miss Neele, y que su intención era contraer matrimonio con ella en un futuro próximo. Posteguillo también destaca que se emplearon miles de policías, y se utilizaron por primera vez en la historia del Reino Unido aviones para buscar el cuerpo de la escritora, “pero todo esfuerzo resultó infructuoso…Hasta el mismísimo sir Arthur Conan Doyle, el afamado creador de Sherlock Holmes, se implicó personalmente en la búsqueda de aquella escritora que él mismo había aprendido a apreciar por su ingenio”. Posteguillo agrega que las fotos de Agatha Christie estaban en todas las portadas de los períodicos “…y al fin una llamada dió con la pista correcta: en un hotel de Harrogate se alojaba una mujer que concidía perfectamente con la descripción y la imagen que varios trabajadores del local habían visto de mistress Christie en la prensa. Curiosamente, la mujer se había registrado en el hotel, varios días atrás, con el nombre de Neele, el mismo apellido de la amante de su esposo. Era su toque personal a la historia…” Indica Posteguillo que Agatha Christie, interrogada por la policía, declaró una y otra vez que no recordaba nada de los últimos once días. Apenas tenía memoria de haber cogido su coche, ni sabía que había pasado con él. Los médicos que la examinaron concluyeron que sufría amnesia, temporal o parcial, eso sólo lo diría el tiempo, debido a una profunda crisis nerviosa por la solicitud de divorcio de su marido, así como por haber descubierto la infidelidad de éste. Posteguillo también comenta que las interrogantes sobre este hecho todavía subsisten y que la prensa fue de otro parecer y muchos periódicos insistieron en un montaje de la escritora para conseguir publicidad o en que era una maniobra suya para que su marido la pasara mal…Agatha Christie finalmente se divorció de Archibald Christie, pero volvería a contraer matriomino con Max Mallowan con quien compartiría el resto de su vida. Muchas de sus nuevas novelas, afirma Posteguillo, “se ambientarían en los exóticos escenarios de diferenes enclaves arqueológicos de Oriente: todo un homenaje a su nuevo marido”.
Un poeta socialista cara al sol y con la camisa nueva. Dionisio Ruidrejo, de la Falange a la Social Democracia en una sola pieza
En esta historia, Posteguillo hace una semblanza del poeta Dionisio Ruidrejo, especialmente de la evolución política que lo llevó de ser uno de los autores del himno de la Falange (1935), organización derechista española capitaneada por José Antonio Primo de Rivera, hasta tener algunas veleidades socialistas en la parte final de su vida. Dice Posteguillo que Ruidrejo, luego de que culminara la Guerra civil española y que la Falange quedara del lado de aquellos que vencieron, en lugar de disfrutar de la comodidad que otorga la victoria, viendo que había que contener al regimen de Stalin, “se alistó en la División Azul. Partió para las gélidas tierras soviéticas y allí bregó contra los tanques y los soldados del Ejército Rojo, en una fortaleza que le ganó el respeto incluso de los alemanes,…” Después de finalizar la segunda Guerra mundial, a su regreso a España, Ruidrejo mostró que “no estaba de acuerdo con la revancha que los vencedores de la Guerra civil se estaban tomando hacia los vencidos y empezó a denunciarlo…., nadie le hizo caso…, abandonó la Falange…Continuó criticando abiertamente al régimen de Franco y fue detenido en varias ocasiones. En 1962 salió de España para no volver más.” Dice Posteguillo que de allí hacia delante Ruidrejo siguió haciendo todo lo posible para derribar al regimen franquista, hasta fundar en 1974 el partido Unión Social Demóçrata Española (USDE). Durante años vivió de sus clases en diferentes universidades norteamericanas….Y, vueltas que da la vida, terminaría participando en el congreso socialista de Surennes, donde compartió mesa con Felipe González y Alfonso Guerra. Posteguillo agrega que Ruidrejo murió en 1975, antes de ver consumada la transición que acercaría España al lugar que nuestro poeta pensó siempre que le correspondía: un país con servicios sociales modernos, educación y universidades libres y democracia. En uno de sus párrafos finales, donde además comenta los versos aportados por Ruidrejo al himno de la Falange y transcribe otros de sus versos, Posteguillo dice: Yo no creo que Dionisio Ruidrejo fuera de los que cambian de opinión según sopla el viento. Yo creo más bien que los que cambiaron de opinión fueron todos los que lo rodeaban. Ridruejo estuvo siempre en el mismo sitio. Para terminar formulando algunos interrogantes que parecen apuntar hacia la posible disconformidad de Ridruejo con el sistema parlamentario aplicado actualmente en España, para el caso de que el poeta estuviera vivo hoy día…
Un premio Nobel de Literatura de Cuenca. Elías Canetti, un insigne escritor fiel a su herencia sefardí

Posteguillo se refiere en esta historia al escritor Elías Canetti, premio Nobel de Literatura en 1981 “…por su novela de 1935, Auto de fé, por su autobiografía novelada y por sus reveladores ensayos sobre la naturaleza del ser humano… Entre estos ensayos se encuentra su libro más famoso, “llamado Masa y poder, un estudio sobre las masas que sacude los cimientos de la sociología…” En opinion de Posteguillo, este premio Nobel debería ser considerado entre los demás premios Nobel otorgados a escritores españoles, los cuales incluyen los siguientes: José de Echegaray (1904), Jacinto Benavente (1922), Juan Ramón Jiménez (1956), Vicente Aleixandre (1977), Camilo José Cela (1989) y Mario Vargas Llosa (nacionalizado español, 2010. Ésta opinion la funda en que el escritor Elías Canetti, nacido en Bulgaria, nacionalizado británico por necesidades de la historia y autor en lengua alemana, desciende directamente de judíos españoles expulsados de Cañete (provincia de Cuenca) en 1492….La lengua nativa del escritor, alega Posteguillo, siempre fue la que le hablaron sus padres en Bulgaria, y no se refiere al búlgaro, sino al español sefardí, e indica: “Canetti hablaba sefardí, inglés, alemán y algo de francés. Decidió, al fin, escribir y publicar en alemán, pero nunca renegó de sus raíces históricas… se sentía como un escritor español que escribe en alemán…Y…en 1982, el alcalde de Cañete, un politico de reflejos rápidos, lo nombró hijo adoptivo de la ciudad”. Por otra parte, agrega Posteguillo: “El Parlamento español ha aprobado recientemente una ley por la cual los descendientes de los judíos expulsados de nuestro país en 1492 pueden pedir la nacionalidad española. Estoy convencido de que Elías Canetti la pediría si estuviera vivo. Posteguillo finaliza expresando entre otras consideraciones: “…Canetti, es cierto, sólo publicó una novela, pero dejó un amplio legado de textos sin publicar…, en su testamento, el Nobel ordenó que todos esos textos…no vieran la luz hasta el año 2024…Elías Canetti: un premio Nobel que, sin duda, publicará obra nueva treinta años después de su muerte. Los de Cañete, Cuenca, son así”.

Literatura en coma. Ángeles Mastretta, escritora de maravillosos relatos en momentos angustiosos

Posteguillo narra cómo la autora mexicana Ángeles Mastretta escribió 37 relatos mientras esperaba angustiosamente pero con fe inquebrantable que su hija reaccionara del estado de coma que la mantenía en el hospital. Para Posteguillo fue una forma de Mastretta combatir día tras día para recuperar a su hija. “Ella era, además de madre, escritora, y los escritores no combaten nunca en silencio. Las palabras son sus armas. Armas de las que muchos se ríen, sobre todos los poderosos, pero siempre se esfuerzan en silenciarlas…por si acaso. Si tanto temen las palabras es que realmente son fuertes. Ángeles, agrega Posteguillo, tomó pluma y papel y empezó a escribir…con furia, con rabia, con pasión, con sentimientos debordados… Y retornaba luego al hospital cada mañana y leía aquellas historias, una a una, cada día del coma de su hija pequeña…. Hasta que un día su hija abrió sus ojos grandes. Hasta que se recuperó. Ahora, dice Posteguillo, nos quedan a nosotros 37 historias, 37 relatos escritos para salvar una vida, para salvarnos a todos, en la fascinante recopilación titulada “Mujeres de ojos grandes”, probablemente una de las mejores colecciones de relatos de la historia de la literatura en lengua española. Incluso hay un relato sobre un misterio desvelado bajo secreto de confesión…, pero es que cuando se lucha por la vida de una hija no hay límites. Se va por todas. Se lucha con las uñas, con los dientes, con las palabras. Y en esa lucha no hay secretos sagrados. Por una hija, hasta sacrilegio.

La piel de un libro. Tres escritores (Justine Labertier, Guillermo Fesser y Shoshanna Evers) en busca de una cubierta idónea para sus respectivos libros

Más que un relato sobre un autor en particular, Posteguillo en esta sección se refiere a la importancia que tiene la cubierta (que Posteguillo llama “piel”…) de un libro para su mercadeo en nuestra época. Posteguillo narra tres casos que lo demuestran. El primero, se refiere a la escritora australiana, Justine Labertier, para quien la empresa editora, en la primera edición para Estados Unidos de su libro Liar (Mentirosa), ideó una cubierta con una foto de una chica blanca, en lugar de una de piel negra, como era el que correspondía, pues la protagonista de tal novela era de esta última piel. Este hecho “generó una controversia tan grande, promovida por la propia autora a través de internet, que la editorial Bloomsbury tuvo que retirar los ejemplares impresos y hacer una nueva cubierta con una chica de piel negra, como la protagonista de la muy interesante novela juvenil…” Otro caso es el de Guillermo Fesser, autor del libro para niños Ruedas y el secreto del GPS, quien “tuvo que ir de editorial en editorial porque le querían cambiar dos cosas: el final del cuento y la cubierta. La protagonista, Ruedas, se llama así porque es una niña que va en silla de ruedas. Los editores querían que la niña al final se curara. Algunos querían que un osito estuviera en la cubierta, en lugar de una silla de ruedas. Para Posteguillo, las cubiertas también son importantes para el libro electronico que se comercia en Internet. En este sentido, se refiere a la escritora Shoshanna Evers, “una de las autoras de ficción erótica de más ventas en Amazón” y a su libro Snowed in with the Tycoon. Cuenta Posteguillo que esta escritora cambió la portada de este libro: “Ahora, en vez de un magnífico hombre semidesnudo, aparece una pareja, magnífico él y espléndida ella, por supuesto, abrazándose con gran cariño. Y desde entonces las ventas fueron como la seda. Parece ser, remata Posteguillo, que incluso los libros electrónicos necesitan una buena piel, no importa que ésta sea también electronica: lo esencial es que la imagen atraiga a los lectores potenciales hacia un texto que esté a la altura de sus expectativas.

Justicia poética para el viaje interestelar del VIH. La muerte del gran escritor, Isaac Asimov, a consecuencia del virus del sida (VIH) contraído en una sala de operaciones

Relata cómo el escritor Isaac Asimov contrajo el virus del sida (VIH) durante una operación para instalarle un triple bypass en el corazón, “por causa de una transfusión de sangre mal controlada en uno de los mejores hospitales de Estados Unidos”, y murió a consecuencia de esta penosa enfermedad en 1992. Posteguillo hace una notable descripción del aparecimiento del VIH, así como sobre las labores investigativas realizadas principalmente en Francia y Estados Unidos para la detección y prevención de esta terrible enfermedad, países entre los cuales no dejaron de producirse diferencias de enfoque, prioridades y controversias científicas en dichas labores. Posteguillo comenta que Asimov “…no sólo había escrito numerosas novelas de ciencia ficción, género en el que era un maestro reconocido”, sino, además “numerosas recopilaciones de relatos del mismo género…, poemas populares, su novela de misterio, sus poemas humorísticos, los dos primeros volúmenes de su autobiografía…Faltaba el tomo final de la autobiografía,…era uno de los autores más prolíficos e imaginativos del siglo XX…” Los familiares explicaron a la prensa, por sugerencia de los medicos, que el escrior había fallecido por un fallo cardíaco. Dice Posteguillo, que eran aún momentos en los que reconocer que una persona había fallecido de sida podia conducirla a ella y a todos sus familiares a una especie de ostracismo social y gran desprestigio “…Pasados unos años, en 2002, la familia de Isaac Asimov reconsideró su postura y todos acordaron que era mejor para la destigmatización de muchos enfermos de sida que se supiera que el mismísimo y genial Isaac Asimov había muerto también por esta enfermedad”. Posteguillo igualmente comenta que en 2008 la Academia Sueca decidió que aquellos que habían identificado el virus del VIH merecían un reconocimiento. Así lo hizo con los científicos franceses Montagnier y Francoise Barre-Sinoussi, pero dejó fuera al investigador de Estados Unidos, Robert Gallo, cuyos tests para la detección del VIH dejaron mucho que desear. El doctor Gallo se quedó sin Nobel. Justicia poética o más madera para la controversia? Al respecto, valga indicar que Posteguillo anota como epígrafe del presente relato, el siguiente texto: “Según the Times, la justicia poética puede definirse como la técnica literaria que procura un final feliz al relato, recompensando a los personajes nobles y castigando a los innobles de comportamiento”. Lo único cierto, finaliza Posteguillo, es que la mala ciencia mata y la buena ciencia ficción, como toda la buena literatura, nos conduce a mundos infinitos”…

Un fascinante

Algunos breves comentarios

Escribir, no siempre es un buen negocio – Al leer la historia de Salgari, y cómo allí se alude a la mala paga que recibía por la publicación de sus magníficos libros sobre Sandokán y otros piratas, como una de las causas de su espectacular suicidio practicándose el hara-kiri, algunos escritores, especialmente los que se inician en sus relaciones con la grandes casas editoras, posiblemente no dejarán de ver el pequeño estipendio que al final éstas les pagan por la publicación de sus respectivas obras. Efectivamente, no es un secreto que tanto en el momento en que escribía Salgari como en nuestros días, en la publicación de un libro, la tajada del león, por lo general, siempre se la lleva la casa editora. Razón de más para pensar que cuando Posteguillo incluyó esta historia, posiblemente estaba pensando en su propio caso; pero dejémoslo hasta aquí y evitemos especulaciones…

Mala voluntad inglesa? – En la historia de Salgari comentada anteriormente, Posteguillo pareciera explicar el hecho de que las novelas del autor italiano se tengan actualmente olvidadas, a la circunstancia de que los malos en dichas novelas casi siempre resultan ser los ingleses. A mi me parece una explicación difícil de tragar, pero me imagino que Posteguillo dispondrá de elementos convincentes para sustentarla. Por su parte, en la historia dedicada a Pessoa, la negativa a que se reconozca valor al insigne autor portugués como un escritor de lengua inglesa capaz de escribir poemas de la misma calidad que Shakespeare, se debería, según Posteguillo, a los perjuicios de los ingleses. Me parece que aquí Posteguillo también parece haberse excedido en su juicio, pues, sin restar en modo alguno el mérito a Pessoa, no hay que olvidar que éste tuvo como norte la obra de Shakespeare para escribir sus notables poemas. Por tanto, a pesar de la innegable e intrínseca calidad de éstos, el referente principal y primario para su apreciación siempre corresponderá a la obra de Shakespeare, lo cual podría explicar la reserva inglesa a considerar a ambos escritores a un mismo nivel en la indicada materia literaria.

En la Guerra vale todo, hasta novelas – Cuando veo que el gran escritor español Blasco Ibañez fue convocado por los franceses para escribir una novela (Los cuatro jinetes del apocalípsis) que sirviera para motivar a la opinion pública de Europa y sobre todo la de Estados Unidos, a fin de que este último país decidiera unirse a favor de Francia y sus aliados en la primera Guerra mundial, uno no puede dejar de sentir admiración por el mencionado escritor. Es cierto, como muy bien sostiene Posteguillo, que resulta difícil determinar hasta qué punto esta novela influyó en la participación de Estados Unidos en la indicada Guerra, pero a mi juicio esta determinación no es relevante a efectos de expresar la admiración de que hablo, sino el hecho mismo de la elevada decisión política para efectuar el llamado al indicado escritor y encomendarle tamaña tarea politico/literaria. Ésto, porque ante las circunstancias, tal encargo no podría explicarse sin un elevado sentimiento francés de confianza en Blasco Ibañez y en su novela, como elementos comulgantes capaces de lograr el objetivo planteado. Esta confianza es la que por sí sola haría merecer admiración al aludido escritor, sin importar si efectivamente el objetivo de la decisión francesa se cumplió a través del resultado esperado.

El Alzheimer otra vez – Cuando comenté en la entrega anterior, la historia de la muerte de Alexander Pushkin y el lamentable episodio narrado por Posteguillo donde Georges d’ Anthés, su victimario, olvida ya viejo el nombre de su víctima en una conversación con Elías Canetti, me referí a los terrible efectos del Alzheimer en nuestra época y las luces que parecen vislumbrarse en el horizonte medico para luchar contra esta grave enfermedad. Lo traigo de nuevo a colación, al propósito de la historia relacionada con Robert Graves, quien padeció de Alzheimer durante los últimos años de su vida. Posteguillo señala en su historia que el extraordinario éxito económico de la serie de BBC sobre las novelas de Grave permitió sufragar los altos costos de su enfermedad. Sinembargo, uno no puede dejar de expresar que este hecho debe haber contribuido muy poco a aliviar lo que efectivamente es lo más importante: el cuadro emocional del paciente y la angustia sentida por sus familiares al verlo en tan deprimente estado. De manera, pues, que renovamos nuestros votos a Dios porque pronto se encuentre la cura a este terrible mal.

Misterio hasta en su propia vida – Al leer la historia que Posteguillo dedica a Agatha Christie y su desaparición con motivo del divorcio de su primer marido, pensé si esta célèbre escritora no pudo evitar el rodear de una dosis de misterio el episodio que la llevó a separarse del hogar conyugal, según se narra en dicha historia, en forma parecida a como el misterio siempre fue la materia prima esencial para escribir sus apasionantes novelas. No pretendo con ésto dar solución a un caso policial que hasta ahora permanece sin resolver, pero entre las hipótesis que podrían ventilarse al leer la historia de Posteguillo, me inclino por aquella que atribuye el referido episodio de desaparición a la deliberada imaginación de la escritora. Es decir, la misma imaginación que le permitió urdir los más variados e intrincados misterios en sus novelas, para deleite de quienes, como usted y yo, hemos tenido la gratísima oportunidad de leerlas.

Sigo siendo lo que soy – Sin uno darse mucho cuenta, el relato de Posteguillo sobre la interesante vida y obra de Ruidrejo nos mete de lleno en la historia de al menos los últimos 80 años de España, incluidos los tiempos de la República, la Guerra civil, la larga dictadura de Franco y el advenimiento de la monarquía constitucional que actualmente priva. Me parece que Posteguillo expone razones de peso para considerar a Ruidrejo como hombre de una sola pieza, a pesar de los cambios de trinchera que efectuó desde el falangismo y su lucha contra Stalin en Rusia, hacia la social democracia y sus contactos con fuerzas socialistas en el propósito de derribar a la dictadura de Franco. Leyendo su historia, uno encuentra razones para ver en Ruidrejo a una persona que desafió los convencionalismos que dividen la arena política entre izquierda y derecha, para darle importancia predominante a los principios que orientan la lucha sostenida en contra del autoritarismo y por la defensa de la libertad y la democracia.

Con España en el corazón – Pienso que la narración que dedica Posteguillo a Canetti es una historia de amor que transcurre bajo la sombra ignominiosa de la expulsion de los judíos en 1492, por una parte y, por la otra, la justa decisión de iniciar la reparación del daño causado a éstos, con la reciente ley que otorga la nacionalidad española a sus descendientes. Veo amor en Canetti, al haber conservado el idioma español sefardí como languaje materno y en sentirse un escritor español que escribía en alemán; veo amor en el alcalde de Cañete que nombró a Canetti hijo adoptivo de la ciudad e, igualmente, en el gesto de considerarlo como un premio Nobel de España. Ahora, no puede dejar de mencionarse, como lo hace notar Posteguillo, que Canetti dejó un importante material inédito que sólo será hecho del conocimiento público en 2024. Por tanto, a pesar de que esta historia debe mantenerse en suspenso en este aspecto hasta entonces, formulo mis deseos por que la misma continúe transitando por un camino de amor y con España en el corazón.

Relatos salvadores – Es significativo que la distinguida escritora mexicana, Ángeles Mastretta, haya sido la única escritora latinoamericana seleccionada por Posteguillo para integrar una de las 30 historias del libro que reseñamos. Su historia no es sólo conmovedora, sino al mismo tiempo representativa de uno de los mayores signos de realismo mágico que pueden escenificarse en nuestra region. Me refiero a la constante lucha que el habitante latinoamericano, en ausencia, deficiencia o fallas de medicinas, emprende día a día en contra de las enfermedades y la muerte, valiéndose, entre otros medios, de su rica imaginación, sabiduría popular, costumbres o tradición, conseja, uso de variados objetos o instrumentos telúricos, y la siempre inestimable ayuda de Dios. Cuando leía sobre la angustiosa redacción de sus relatos, durante el infortunado tiempo que su hija permaneció hospitalizada en estado de coma, me imaginaba a Mastretta reuniendo las ideas para integrarlas en la construcción de frases no sólo ingeniosas, sino que al mismo tiempo tuviesen la virtud de ayudar en la recuperación de la ansiada salud de su hija enferma. El desenlace favorable de la historia no deja de causar alegría al lector.

Editar y vender un libro tiene su ciencia – Los tres ejemplos de escritores (Justine Labertier, Guillermo Fesser y Shoshanna Evers), presentados por Posteguillo en esta historia, ejemplifican con claridad cuán importante es la cubierta de un libro en su proceso de edición y venta, y cómo los autores a veces reciben presión de los editores para que adopten una u otra imagen o cambien el final de sus respectivas novelas. Si bien en estos ejemplos la razón pareciera estar del lado de los autores, no deberían hacerse generalizaciones sino atender a las características de cada caso en particular. El énfasis que pone Posteguillo en esta historia podría ser indicador de que él mismo podría haber confrontado algunos inconvenientes de factura similar en la edición y publicación de sus libros, pero en ausencia de información relevante para confirmarlo, esta consideración no pasa de ser una simple especulación.

Las enfermedades también acechan a los escritores – Resulta pesaroso que esta historia se relacione con la muerte de Asimov a consecuencia de sida, y es entendible la actitud reservada de su familia en dar la noticia abiertamente en un primer momento sobre este hecho. A estas alturas y luego de varios años de ocurrida su muerte, el cuadro que presenta esta grave enfermedad parece registrar cambios de gran significacion, no sólo en cuanto a su conocimiento y tratamiento, sino también con la presencia de signos alentadores sobre su curación en un futuro no tan lejano. Mientras tanto, disponemos de la gigantesca y admirable obra dejada por Asimov, la cual enaltece día tras día su memoria.

Final

Posteguillo finaliza remitiendo a leer las obras de los autores que integran el interesantísimo y singular libro que hemos reseñado en éste y los otros dos artículos anteriores, expresando: “Y, por lo que más quieran, no se detengan, no dejen de leer ahora simplemente porque se nos hayan terminado las páginas”…Sin duda, un consejo difícil de no aceptar…

En pocas palabras, La sangre de los libros, una obra de Santiago Posteguillo cuya lectura recomendamos ampliamente, la cual hemos reseñado con breves comentarios en éste y nuestros dos artículos anteriores, a los cuales remitimos. Veremos…

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