Se fue Adriano

Se fue Adriano 

El 12 de Enero del 2008 falleció en Caracas uno de los más grandes escritores y humanistas de la Venezuela del siglo XX: Adriano González León. Al igual que con el gran músico Aldemaro Romero, cuya muerte se registró semanas antes, ni el Gobierno nacional (de Hugo Chávez Frias) ni alguno de sus entes culturales, emitió una sola palabra de condolencia o de reconocimiento. Adriano fue catedrático de Literatura, diplomático (Buenos Aires, París y Madrid) y creador de hermosas piezas literarias. En 1955 contribuyó a la formación del grupo Sardio, integrado por escritores y artistas plásticos. Colaboró en Letra Roja y El techo de la ballena. Fue autor de numerosas obras, entre ellas Las hogueras más altas (1959), Asfalto-Infierno (1963) y Hombre que daba sed (1967)- En 1968 obtuvo el premio Biblioteca Breve (Barcelona) por su novela País portátil, Luego vendría Viejo (1995). En 1997 publicó su primer libro de poemas, Hueso de mis huesos. Por muchos años mantuvo programas culturales a través de la TV en Venezuela y España.

  

 

Carta abierta a los hijos de Adriano González León

Abel Ibarra

Miren muchachos, quiero decirles que estoy muy molesto con Adriano, ese duende convertido en persona que se nos hizo imprescindible a pesar de su mal carácter. Me siento timado. Él me prometió que se iba a morir a los ochenta y seis años (a la edad de mi abuelo) y lo hizo, sin consulta, a los setenta y siete; cosa muy grave tratándose de algo tan definitivo.
Por eso Adriano tiene conmigo (y con toda la tribu) una deuda de nueve años que no sé cómo se la vamos a cobrar.
Aunque bueno, está bien. Recuerdo que cuando peleábamos contra la barbarie y la estupidez en la gloriosa Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, ayudados por la complicidad del poeta Eleazar León y con el patrocinio amoroso de Lavinia Pinto, inventamos, en el botiquín “La Bajada”, una revista llamada Área Mágica. Adriano le puso el nombre, como le ponía nombre a todo lo imaginativo desde Sardio y El Techo de la Ballena.
La Mini Rasquin transcribió nuestro manifiesto que comenzaba ¿o terminaba?: “hay ganancias que no arrojan sino perdidas y ventajas que sólo pueden ser disfrutadas en la mezquindad”, lo mismo que hoy en día.
Stephania Mosca sonrió como la Venus de Botticcely, Isabella Track asintió levemente con la cabeza, Pili Arteaga se llenó de asombro, Susana Benko abrió su sonrisa como un paraguas y Jesús Eduardo Jiménez desbarató la reunión con el estruendo de su risa. De todos modos brindamos por la revista con no sé cuál aguardiente.
Y es que antes y después de todo lo humano y literario que vivimos por aquellos días, estaba Adriano, con su alma esparcida, su irreverencia absoluta y su corazón de muchacho impertinente.
Entonces, por eso, por el Área Mágica que oxigenó nuestros sueños, le propongo a Adriano, padre y maestro mágico, que hagamos borrón y cuenta nueva. O sea, que no se vuelva a morir.

Georgiana y Andrés
Georgiana, tú que eres hija y mujer de la casa, con todo lo que eso implica, debes saber que tu hermano Andrés me dijo en estos días que Adriano le estaba reclamando que llegaba tarde. Andrés me explicó, muy brevemente, en el fogonazo del email: “Abel mi papá me está reclamando que tengo tres días sin aparecerme. Es que en la universidad estábamos celebrando que derrotamos al monstruo en las elecciones del 2 de diciembre. Tú, que fuiste testigo de todo lo que hizo mi papá toda la vida, dime algo”. Y yo le respondí: “No Andrés, no sólo fui testigo sino que cometí junto a él todos los excesos nocturnales en todos los bares de Dios, lo que pasa es que tu papá te quiere mucho y se preocupa”.
Andrés no me respondió, pero encontró un cómplice, o sea, la misma maña de Adriano, que siempre buscaba un compinche poético que lo acompañara en su desvarío desde el momento en que se declaró “Reo de Nocturnidad”, en un texto de “El Rayo y de la Lluvia”. Cosa que además me parece muy lícita de ambos.
¿Sabes algo Georgiana?, desde que estudiaba en la escuela de psicología de la misma UCV, leía las columnas de Adriano cada lunes en el diario El Nacional. En una de ellas tu papá tuvo las santas bolas de escribir un fragmento que lo tengo en la memoria como un tatuaje de sol: “Sí mamá, todavía ando con mis amigotes, a deshoras de la noche, como tú te quejabas”.
Entonces, como no va a dejar que Andrés celebre lo que le toca. O sea que, de tal libro, tal cuartilla, si le hacemos caso al reciclaje natural de “Linaje de árboles”, esa rama escrita por Adriano con la cual habla de su estirpe y su descendencia, incluidos David Alizo y yo.

Caballero de la triste figura
La noticia me llegó como del rayo. David llamó a Guido, su hermano, quien vino a recalar en esta tierra de corsarios que es Tampa y le dijo: “avísale a Abel”.
Me entró un temblor como el que le entra a una piedra muda cuando nace.
Después el tiempo comenzó a frenarse y leí las páginas de los diarios y los mensajes electrónicos en los que amigos y alumnos, suyos y míos, garrapatearon su despedida. Teodoro Petkoff, Manuel Caballero, Oswaldo Barreto, Alfonso Montilla, Julio Tupac Cabello, Tulio Monsalve, Eduardo Liendo, Ibsen Martínez, Victoria Di Stefano, Elisa Lerner, Sixto Pérez Sosa, Diana Lichy, todos se quejaron. Los únicos que no dijeron ni una sola palabra fueron los zamuros del gobierno que ni siquiera dejan que los muertos vivan en paz.
No importa. Una vez me dijiste que estabas podrido de literatura. Y yo estoy podrido de todos los cuentos que narraste desde “Las hogueras más altas”, pasando por “Hombre que daba sed”, hasta llegar al abuso de “País Portátil”. Lo demás fue seguir abusando con todo lo que vino después.
Por aquí en los Estados Unidos ya te conocen. Hace algunos meses invitaron a Alexis Ortiz a una tenida literaria en casa de unos amigos de Weston. Alexis se llevó tu “Oración para que San Juan de la Cruz perdone a los poetas” y la gente no lo podía creer. Alguien dijo que eso era “poesía pura”, pero Alexis le respondió que no, que eso era pura poesía contaminada de la más alta invención y que además la habías escrito de un sólo jalón, a la sombra de muchos tragos. Ahora habrá que meterte a ti en la lista de los absueltos por el santo.

Adiós
Te fuiste silenciosamente, como aquel tigre que se escapó del parque El Pinar, al que tú le recomendaste que no cayera en provocaciones de la policía, que no se dejara atrapar, “huye tigre le decías” y los panas nos moríamos de la risa leyendo el texto en casa de Elías Antoni.
Ahora estamos un poco más serios pero de todos modos habrá que celebrar algo. Por ejemplo, aquella canción que escribieron Edgard Alexander y tú a cuatro manos. Pablo Antillano debería colocarla en su código de barras para que todos escuchen: “tomaremos la mar los bebedores, tomaremos el cielo y es mejor…”.
Yo por mi parte me comprometo a hablar con Vinicio Ludovic en Miami para que le haga un arreglo a “Mi fortuna”, ¿te acuerdas?, aquel poema tuyo para la innúmera muchacha, al que le puse música y que siempre cantábamos en casa de las Villegas.
Copio parte de la letra para hacer memoria:

“Como tú llegas brisa y llegas día
y vienes en la noche con la luna
ensayo para ti mi melodía
y apuesto por tus ojos mi fortuna.
Mis bienes son los árboles que anhelo
la rosa que inventé, la piedra triste
la línea que hace el pájaro en su vuelo
y el tímido rumor de lo que existe”…


Bueno Adriano, vete tranquilo, ya la gente te lloró bastante. Yo recé y encendí velas por ti. Pero eso sí, no te pierdas, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.

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