Venezuela: Doctrinas de Chávez son tantas que se atropellan

Ante unos cuantos millones de espectadores de su programa dominical Aló Presidente, el mandatario venezolano Hugo Chávez dijo recientemente de manera casual: «Ustedes y yo sabemos que, como dice alguna gente, yo meramente soy un teniente coronel, no soy un doctor summa cum laude. Yo contribuyo modestamente con unas cuantas ideas».

SIMON ROMERO / NYT
CARACAS

En últimas fechas, esas ideas han avanzado torpemente hacia la izquierda para incluir la nacionalización de empresas controladas por inversionistas extranjeros y el fortalecimiento de lazos con Irán y Siria, así como gobernar por decreto en los 18 meses siguientes.

Aunado a lo anterior, Chávez habló largamente, divagando acerca de la diversidad de influencias en su pensamiento político, desde Jesús y Marx hasta Trotsky y el teórico marxista de nacionalidad peruana, José Carlos Mariátegui. En un discurso pronunciado este mes, el mandatario venezolano elogió a Albert Einstein por su teoría de la relatividad y su ensayo ¿Por qué socialismo?, de 1949.

¿Qué es exactamente el chavismo, el impulso filosófico que inspira a Chávez? Para obtener un vistazo, consideren el informe de David Velásquez, el nuevo ministro venezolano a cargo del Poder Popular de Participación y Desarrollo Social: un verdadero título laboral.

Velásquez, de 28 años, con barba, y el primer integrante del Partido Comunista de Venezuela que es nombrado ministro, supervisa uno de los proyectos más ambiciosos de Chávez: la expansión de consejos comunales, entidades gobernantes de localidades, para que rivalicen con los municipios.

Los consejos forman parte de un plan mayor enfocado a construir »ciudades socialistas», algunas completamente desde cero en el despoblado interior, que serán habitadas parcialmente por hacinados moradores citadinos de Caracas y Maracaibo. Velásquez dice querer que el aparato del estado venezolano, como existe actualmente, se vuelva «innecesario».

Algunos de los detractores de Chávez comparan dicho proyecto con el de Pol Pot en Camboya, cuando buscaba vaciar Phnom Penh en su sangriento esfuerzo con miras a rehacer la sociedad camboyana en la década de 1970. Los partidarios de Chávez en el Congreso afirman que la inspiración de dichos consejos, de hecho, se remonta a tiempos anteriores, por más de un siglo, a la Comuna de París de 1871, breve esfuerzo enfocado a gobernar París bajo ideales socialistas.

¿La Comuna de París? ¿En el 2007? En Venezuela, que está en auge gracias a los más de $30,000 millones que captó en exportaciones de petróleo a Estados Unidos durante el año pasado, todo parece indicar que ninguna idea es demasiado extravagante para ser considerada.

»Es como un tazón de sopa de verduras», dijo Luis Miquilena, ex asesor de alto rango de Chávez, refiriéndose a

la filosofía del presidente venezolano. «Es una serie

de improvisaciones arbitrarias, proveniente de un tipo que es obedecido por todos en su círculo».

Desde hace tiempo ya, la definición del chavismo ha sido un desafío, en parte debido a que Chávez — hijo de profesores cuya educación formal incluye un título en ciencia militar de la academia militar de Venezuela y estudios universitarios de Ciencias Políticas — absorbe ideas de muchas partes.

»Chávez tiene una mente de una voracidad increíble», dijo en una entrevista Edgardo Lander, sociólogo en la Universidad Central de Venezuela y prominente intelectual que simpatiza con el chavismo.

Como prueba, Lander citó la admiración de Chávez hacia Istvan Meszaros, académico marxista de nacionalidad húngara y relativamente desconocido, quien argumenta que existe una alternativa al capitalismo en su libro de 1,000 páginas: Más allá del capital.

Quizás las acciones de Chávez hablen más que sus citas literarias. Lander desató hace poco una tormenta de fuego entre los chavistas con un ensayo en el cual pone en duda si el intento de Chávez por erigir un solo Partido Socialista era prematuro, cuando aún persisten amargos recuerdos del autoritarismo que caracterizó a gobiernos socialistas del siglo pasado.

Para los detractores de Chávez, está claro que su »socialismo del siglo XXI» incluye una gran dosis de autocracia. ¿Por qué otra razón, argumentan, solicitaría Chávez facultades para gobernar por decreto cuando sus partidarios ya controlan el Congreso, la Corte Suprema y todos los gobiernos estatales con la excepción de dos? Alfredo Barrera Tyszka, el coautor de una aclamada biografía de Chávez, dice que eso se debe a que el presidente, ex oficial del ejército, sencillamente está cansado de esperar a que los subordinados lleven a cabo sus deseos.

Otros sitúan al chavismo en un contexto histórico. Sí, Chávez sacudió los mercados financieros cuando anunció la nacionalización de la principal empresa de telefonía en Venezuela y la industria de la electricidad. Sin embargo, Venezuela ya ha recorrido este camino en el pasado.

En la década de 1950, el caudillo militar Marcos Pérez Jiménez nacionalizó la misma empresa telefónica. (Otro gobierno la privatizó 40 años después.) Al igual que Chávez, Pérez Jiménez emprendió suntuosos proyectos de infraestructura, como el Hotel Humboldt, cuyo extraño cascarón yace encima de la montaña Avila, sobre Caracas.

En la década de 1970, el populista Carlos Andrés Pérez nacionalizó la industria petrolera y otros sectores »estratégicos». Asimismo, destinó una abundancia económica derivada del petróleo para mejorar la suerte de los pobres, esfuerzo que fracasó cuando los precios del crudo se desplomaron, en los años 80.

Por supuesto, Chávez también difiere considerablemente respecto de sus predecesores. Su fuerte política exterior, incluidas alianzas con Irán, Bolivia y, ahora, Siria y Nicaragua, evocan a la de Fidel Castro. Y si bien él describe a sus detractores en los medios de comunicación masiva como »golpistas», fue Chávez quien capturó la atención nacional en 1992 mediante un fallido golpe de estado.

Al ver más allá de sus citas de la Biblia y de las cartas de Simón Bolívar, se encuentran otras influencias. Está el Libro Verde, esto es, el tratado del coronel Muammar al-Gadafi sobre el rechazo a la democracia liberal, el cual Chávez devoró en sus días en el ejército en la década de los 80.

Varios de los mentores intelectuales de Chávez tienen altos puestos de gobierno. Bernard Mommer, prominente funcionario del Ministerio del Petróleo, ha ayudado a guiar la política venezolana del sector energético, promoviendo recortes a la producción dentro de la OPEP para mantener los elevados precios del hidrocarburo.

Otra influencia fue Norberto Ceresole, sociólogo argentino que sirvió como uno de los asesores de Chávez en los años 90. Ceresole, quien defendía la idea de un caudillo para gobernar Venezuela, también fue conocido por sus virulentas opiniones antisemíticas. Chávez, posteriormente, se distanció de Ceresole, quien murió en el 2003.

Algunas personas aquí dicen que el cambio ideológico de Chávez es cosmético en buena medida, una continuación de la retórica socialista que se intensificó tras su breve expulsión durante el golpe del 2002, el cual fue llevado a cabo con el respaldo de la administración de George W. Bush. De igual manera, destacan el pragmatismo de compensar a dueños de empresas nacionalizadas y cubrir la deuda exterior de empresas conjuntas para la exploración petrolífera que están pasando al control del Estado.

Aún así, están quienes ven las peroratas socialistas de Chávez bajo un cristal más oscuro. Tras oírlo resucitar la idea del Che Guevara con respecto a forjar el socialismo mediante la creación de un »hombre nuevo», el historiador Manuel Caballero provocó una conmoción en fecha reciente al decir que una gran parte del electorado había votado por Chávez «debido a que quería una dictadura».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *