Venezuela: Fuerzas Armadas y perversión militarista

.

José Ignacio Moreno León

Análisis Libre

En tiempos modernos las fuerzas armadas, además de los objetivos implícitos de velar por la defensa del país, están llamadas a cumplir otras tareas en apoyo a la seguridad interna y al desarrollo nacional; todas ellas enmarcadas en la institucionalidad democrática. Así funciona la organización castrense en los países más avanzados y en los que privan regímenes con amplias libertades y criterios civilistas de gobierno.

En la constitución venezolana (Art. 328) se incluyen de manera precisa esas funciones para la Fuerza Armada Nacional, indicando que la misma constituye  “…una institución esencialmente profesional, sin militancia política…”  y que  “…está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna.”   Igualmente se señala que a los militantes activos de la Fuerza Armada Nacional no se les está permitido  “…participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político.”  No es difícil concluir entonces en que cualquier violación de esas disposiciones representa una grave violación constitucional. Igualmente significa que la Fuerza Armada o su superioridad se coloca al margen de los objetivos y de la naturaleza de la institución y se transforma en una organización militarista.

Para entender mejor esta última afirmación conviene explicar la naturaleza del militarismo como aberración que causa grave daño a la organización castrense y destruye su sentido de una organización de ciudadanos-militares. Rodrigo Borjas, académico y ex presidente de Ecuador, en su Enciclopedia de la Política define al militarismo como  “…la abusiva injerencia de las fuerzas armadas, como institución, o de sus miembros individuales, en la conducción política de un Estado”.  Borjas considera que el militarismo está vinculado a relaciones patológicas civil-militares, por lo que el mismo se genera cuando los militares se involucran en discusiones sobre objetivos políticos a los que -por lo general- aportan poca cualificación y experiencia; por ello es que en las constituciones de los países democráticos se establece el apoliticismo de las fuerzas armadas, para evitar su injerencia como factor erosionante de la democracia.

La tentación militarista ha estado presente desde los inicios de la gesta independentista en la America Hispánica, es por ello que ya en los albores de esas luchas, el oficial del ejército francés H.L.V. Ducoudray Holstein, quien fuera agregado del Estado Mayor de Napoleón Bonaparte y luego paso’ a incorporarse a la causa independentista contra el dominio español habiendo llegado a ser jefe del Estado Mayor del Libertador, había alertado sobre lo que denomino el “despotismo militarista arbitrario” en su obra pioneraMemorias de Simón Bolívar y de sus principales generales –publicada en Boston (1828) y Londres (1830)-en la cual el autor advierte “Donde las bayonetas son las que generalmente mandan, la libertad, el conocimiento, los derechos civiles y todo el bienestar político, son completamente desterrados”.

La historia política de América Latina está plagada de experiencias militaristas, la gran mayoría de ellas vinculadas a regímenes dictatoriales, represivos y corruptos, y muchos de ellos con características populistas y de izquierda. En el caso de Venezuela el militarismo ha tenido influencia determinante en la historia republicana, incluyendo los 20 años del régimen actual, por lo que lo que se puede afirmar que el país ha acumulado hasta el presente  169 años de militarismo en su vida republicana y solo 49 años de gobiernos propiamente civiles.

Para el historiador German Carrera Damas el militarismo tiene raíces históricas amparadas en un culto a Bolívar o bolivarianismo que se remonta hacia los tiempos de la consolidación de la república con Páez, luego de la ruptura en 1830 con la Gran Colombia, se favoreció durante los  gobiernos de los generales Guzmán Blanco, Juan Vicente Gómez, López Contreras e Isaías Medina Angarita; y se acentuó durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, quien promocionó el ejército como guardián del culto a Bolívar e institucionalizó los pomposos desfiles de La semana de la Patria, los cuales se han hecho más frecuentes en el régimen actual, acompañados de un discurso bolivarianista y militarista que se ha promovido como lo que Carrera Damas denomina una ideología de reemplazo, señalando que  “…ante la aguda desorientación ideológica y el franco proceso de deterioro de los partidos políticos que ha imperado en el país desde la década de los 80, ha surgido el bolivarianismo-militarismo como (…) burdo disfraz ideológico tras el cual se esconde la fusión de los retardatarios del militarismo primario y los sobrevivientes del socialismo autocrático: El disfraz ha servido para realizar la ocupación de los resortes y mecanismos del poder público por los militares, valiéndose de una grosera parodia  de ideas atribuidas a Simón Bolívar. Para ello han manejado los mecanismos de la corrupción e indoctrinamiento más degradantes, propios del populismo más demagógico, envolviéndolos en los ritos del culto a Bolívar, que conforman la segunda religión de los venezolanos.”1

 Lo que no deja ninguna duda es que cuando la Fuerza Armada o sus altos mandos desvían sus fines institucionales no solo incurren en flagrantes violaciones de la vigente Carta Magna de la Republica sino también, al caer en el militarismo, se transforman en grave amenaza a las instituciones de la democracia y los derechos humanos, y en un nefasto factor de ineficiencia y corrupción que entraba el desarrollo nacional y desprestigia a esa básica institución castrense, la cual está llamada a actuar como pilar fundamental de la defensa y seguridad nacional y cuyos integrantes, como ciudadanos-militares, deben desempeñarse como soportes de la democracia.

1.Germán Carrera Damas, El bolivarianismo-militarismo, una ideología de reemplazo, Editorial ALFA, Caracas, 2011.  

Un comentario sobre “Venezuela: Fuerzas Armadas y perversión militarista

Responder a Juan Agustín Rodríguez Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *