Venezuela: La riesgosa maniobra de controlar con represión

Ricardo Escalante

En el desespero de su incompetencia delirante, ahora el gobierno venezolano ni siquiera tiene empacho en recurrir a métodos represivos de formas elementales. Y lo hace exactamente como ocurre en Cuba o en Zimbabue, con acusaciones falsas para amedrentar a quienes salen a las calles a protestar contra la galopante inflación, la inseguridad personal y colectiva, y contra la aguda escasez de productos de consumo masivo.

Estudiantes heridosLo que acaba de ocurrir en el corazón de los Andes, en San Cristóbal, es evidencia de la ausencia de sindéresis en un régimen cuya característica esencial es el totalitarismo:  Tres universitarios -Reinaldo y Leonardo Manrique, estudiantes de contaduría y derecho-; así como Jesús Gómez, cursante de otra carrera-, fueron apresados por agentes de la policía política, llevados a instalaciones militares y acusados de una catajarra de delitos que, por supuesto, no cometieron.  Son presos de conciencia.

El traslado de jueces amañados y fiscales del Ministerio Público a instalaciones militares para hacer las imputaciones a toda carrera, pone en evidencia que Nicolás Maduro no cuida las formas. El mandamás habla de “felicidad” ciudadana pero, al mismo tiempo, con su estolidez descomunal confiesa que no le importa ser llamado dictador.  En el siglo XXI, es un dictador de viejo cuño: Garrote en mano, prisión, bozal y cero papel higiénico para todos.

Nadie podía esperar, por supuesto, que Maduro al menos hubiese llegado a ser un desprevenido lector de ciertos pasajes hermosos de la historia contemporánea de Venezuela. No, porque apenas llegó a un liceo para lanzar piedras y cometer tropelías, tal como lo recuerdan quienes en aquella época lo conocieron. Haber tenido en sus manos ciertas obras le habría permitido enterarse de lo qué fue, por ejemplo, la generación del 28, quiénes la formaron y en qué consistieron sus desvelos y luchas contra la dictadura de Juan Vicente Gómez.

Si Maduro hubiese tenido alguna inquietud por el estudio y los principios democráticos, con toda seguridad se habría enterado del papel desempeñado por aquellos valientes jóvenes universitarios y por qué ellos hicieron contribuciones  admirables e imborrables a la vida nacional en buena parte del siglo XX. Pero no.  No fue así y no podemos pedirle peras al olmo.

Claro, y de manera desafortunada para él, ignora que en la historia contemporánea de Venezuela siempre ha habido jóvenes que han encendido la llama de grandes cambios.  Es verdad que entre ellos también ha habido equivocaciones, pero de la misma manera muchos han rectificado de manera honrosa. ¿No estará Maduro apagando con gasolina el incendio que él mismo provocó?

Eso de llevar presos de una ciudad a otra y someterlos a procesos judiciales interminables, tal como lo hicieron con el comisario Iván Simonovis, es muestra de una aborrecible violación de los derechos humanos.  ¿Le harán lo mismo a estos tres estudiantes inocentes que acaban de apresar y trasladar a Coro? ¿Hay acaso dudas de que el juicio contra Simonovis fue una patraña urdida por Hugo Chávez? Por eso y mucho más, en la población venezolana existe la convicción y el deseo de salir a la calle, a la plaza pública, para combatir  el régimen arbitrario y antidemocrático que controlan desde La Habana.

@opinionricardo

www.ricardoescalante.com

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