Venezuela: Los últimos días de Maduro

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En pocas palabras. Javier J. Jaspe

Washington D.C.  / Analisis Libre

 

Ciertamente, el título de este artículo puede mover a dudas, pero pienso que el análisis a distancia del espectro politico venezolano de los últimos días y su posible evolución en los tiempos que siguen de este año llevan a la convicción de que la narcodictadura militar, castrocomunista y promotora del terrorismo, de Nicolas Maduro Moros, está cerca de llegar a su final. Veamos.

Fracaso del diálogo dominicano: La puerta a elecciones presidenciales fraudulentas

Bueno, el fracaso del diálogo dominicano era un desenlace que muchos analistas venezolanos habían pregonado a los cuatro vientos. Así es que su anunció no produjo sorpresa alguna. Se confirmó que su verdadero propósito, al menos para el gobierno, era obtener oxígeno. De esta manera, el dictador Maduro pudo disponer de la asesoría cubana por tres meses para elaborar y poner en práctica su plan de reelegirse a través de las elecciones anticipadas y fraudulentas ordenadas por la asamblea nacional constituyente ilegítima y fraudulenta (ANCIF), organismo que no solo es inconstitucional en si mismo, sino que tampoco tiene facultad constitucional alguna a tal respecto (http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-42796683); (http://www.udo.edu.ve/index.php/component/flexicontent/21-ultima-hora/4163-comunicado-de-averu-ante-ante-la-inconstitucional-convocatoria-a-las-elecciones-presidenciales-realizada-por-la-asamblea-nacional-constituyente-de-facto).

A renglón seguido, como era de esperarse y en perfecta subordinación a la ANCIF, el Consejo Nacional Electoral controlado por el madurismo convocó las elecciones presidenciales para el próximo 22 de abril (22-A). Dicha convocatoria ha provocado claras expresiones de rechazo por parte de la comunidad internacional (EEUU, Unión Europea, Grupo de Lima y otros países), así como provenientes de diversas organizaciones del exterior. Particularmente, la comunidad internacional ha manifestado que no reconocerá un gobierno surgido de tales elecciones, que considera el reforzamiento y ampliación de las sanciones impuestas a personeros del regimen madurista e, incluso, que estudia la imposición de otras sanciones llamadas a afectar al gobierno de Maduro en su conjunto.

Y por si lo anterior fuera poco, recientemente la Corte Penal Internacional decidió abrir una fase preliminar de investigación sobre los crímenes y abusos sistemáticos cometidos por la dictadura madurista en relación con la protesta popular pacífica llevada a cabo año pasado, los cuales ocasionaron más de 130 víctimas, cientos de torturados y miles de detenidos. Todo lo anterior, sin contar los valiosos aportes que los venezolanos residenciados en otros países vienen haciendo en y desde el exterior para lograr el cese de la dictadura madurista (http://prodavinci.com/fiscal-de-la-corte-penal-internacional-inicia-examen-preliminar-a-venezuela-por-presuntos-crimenes-de-lesa-humanidad/).

La reacción de la oposición frente a las elecciones del 22-A

Mientras la comunidad internacional actúa de la manera antes referida, no pasa lo mismo con la reacción de la oposición. Efectivamente, ésta persiste en mostrar signos evidentes de división a la hora de decidir si participa o no como comparsa en las eleccionees presidenciales anticipadas y fraudulentas (EPAF) convocadas por el CNE y ordenadas por la ANCIF.

De manera simple, para resumir las posiciones, hay quienes al haber rechazado el diálogo dominicano ahora se muestran firmes en repudiar las EPAF; en cambio, quienes participaron en el aludido diálogo, hoy, si no abogan por participar en las EPAF, al menos se encuentran dispuestos a participar si se logra un consenso unitario para postular un candidato de la oposición que se enfrente a Maduro en las EPAF del 22-A.

El rechazo a las EPAF

En mi opinión, la posición que merecería apoyo de un esfuerzo unitario de la oposición democrática, en la hora presente, es la que se pronuncia por no participar en las EPAF y, en caso de que éstas efectivamente se celebren el próximo 22-A, desconocer la reelección de Nicolás Maduro por un periodo adicional de seis (6) años en la Presidencia de la República de Venezuela. Entre las principales razones que obran en favor de esta posición, me refiero brevemente a las siguientes:

La participación de la oposición daría aparentes visos de legitimidad a un proceso fraudulento – Sabido es que fraude no pare sino fraude. Por tanto, quienes participen en las elecciones del 22-A, a sabiendas de que se trata de unas EPAF, difícilmente podrían mostrar una cara libre de culpa al pueblo elector para cuestionar la reelección de Maduro como Presidente de Venezuela resultante de dichas elecciones. Este razonamiento en el orden politico encuentra apoyo por analogía, en una máxima de general aceptación que afinca su origen en el derecho romano, según la cual, nadie puede alegar en su favor su propia torpeza o culpa (“nemo auditur propriam turpitudinem allegans”) (https://www.gerencie.com/nadie-podra-alegar-en-su-favor-su-propia-culpa.html); (https://en.wikipedia.org/wiki/Nemo_auditur_propriam_turpitudinem_allegans).

Un proceso eleccionario fraudulento afecta también el resultado así favorezca al candidato de la oposición – Uno de los argumentos que están invocándose para favorecer una participación de la oposición en las EPAF del 22-A, es que si se logra una candidatura unitaria (Lorenzo Mendoza, por ejemplo, en caso de que al final éste aceptara postularse…), sería posible vencer a Maduro en dichas elecciones. Sinembargo, aún admitiendo esta posibilidad, que la dudamos ya que se trata de unas elecciones fraudulentas destinadas a favorecer a Maduro, la elección del candidato de la oposición también resultaría viciada de nulidad ya que sería producto de un fraude constitucional.

Adicionalmente, en la hipótesis indicada con anterioridad, Maduro dispondría del tiemo que iría desde el 22-A hasta el 10 de enero de 2019, para entregar el poder a su eventual sucesor, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 231 de la Constitución que en su parte pertinente dice:

Artículo 231. El candidato elegido o candidata elegida tomará posesión del cargo de Presidente o Presidenta de la República el diez de enero del primer año de su período constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional…”

Es decir, Maduro contaría con ocho largos meses para maniobrar con la complicidad de la ANCIF, el CNE y el Tribunal Supremo de Justicia ilegítimo, e inventar cualquier pretexto para cuestionar y calificar como fraudulento el resultado de las EPAF del 22-A que haya favorecido al candidato de la oposición. De esta manera, Maduro se negaría a entregar el poder al candidato electo de la oposición, el 10 de enero de 2019, como así lo manda la Constitución en el artículo antes transcrito.

Maduro no entregará el poder como producto de las elecciones del 22-A – Maduro es un dictador, se siente dictador y actuará como dictador mientras se encuentre en el poder y cuente con el apoyo de la cúpula militar venezolana y el regimen castrocomunista cubano. Entonces, es lógico suponer que Maduro tiene todo arreglado para ganar las EPAF y prolongar su dictadura, para lo cual se valdrá de un partido nuevo (“Somos Venezuela”) y le restará perfil al PSUV, el partido de Chávez (https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/somos-venezuela-el-movimiento-con-el-que-maduro-busca-la-reeleccion-articulo-737843).

De allí que, cualquier idea que pretenda sacarlo del poder mediante la participación de la oposición en las elecciones del 22-A es ilusoria y está condenada al fracaso. Ësto, incluso en el supuesto poco probable de que el candidato de la oposición pueda obtener una victoria, según lo expuesto en párrafos anteriores.

La participación de la oposición en las EPAF desinflará la presión internacional – Por lo expuesto en los párrafos precedentes, la participación de la oposición en las EPAF del 22-A podría dar lugar a que la presión de la comunidad internacional sobre el regimen de Maduro pierda fuerza. Sin duda, éste sería un efecto altamente negativo y de gran significación para la lucha que vienen librando los venezolanos con el objetivo de lograr el cese de la dictadura de Maduro y, en su lugar, el advenimiento de un regimen de transición que conduzca a la solución de la grave crisis que enfrenta el país, en un ambiente de democracia y libertad.

La unidad no es un fin si mismo – Ciertamente, lo deseable sería ver a la oposición democrática unida en las horas difíciles que vive el país. Pero, la unidad no es un fin sino un medio para lograr un objetivo, cual es, lograr que Maduro no permanezca en el poder y cuando menos que no lo haga por un periodo presidencial adicional de 6 años a partir de enero de 2019.

Teniendo en miras el expresado objetivo, me luce que resulta más apropriado a su consecución que la oposición se niegue a servir de tonto útil en las EPAF y que más bien desarrolle una estrategua que incluya una conducta activa para oponerse a su celebración el próximo 22-A. Una estrategia de este tipo sería consistente y potenciaría la presión que actualmente ejerce la comunidad internacional sobre la dictadura de Maduro, no sólo con sanciones a éste, a sus principales cómplices y al regimen en su conjunto, sino además con la determinación de sis responsabilidades por parte de la Corte Penal Internacional por los crímenes y abusos cometidos durante la protesta popular y pacífica del año pasado.

De lograrse la aludida empatía, por decirlo así, entre la estrategia interna de la oposición y la presión que se ejerce desde el exterior por parte de otros países y por los venezolanos residenciados allende las fronteras patrias, sería más fácil acorralar al regimen madurista y aligerar el camino hacia el final de sus últimos días.

Especialmente, en momentos que el chavismo-madurismo se encuentra profundamente dividido, al punto de que Maduro se ha visto en la necesidad de fundar un nuevo partido que lo apoye para prescindir del PSUV, el partido de Chávez; y en una hora en que son más que evidentes los signos de descomposición y descontento en el seno de las fuerzas armadas nacionales, las señales de debilidad que refleja la ayuda que Rusia y China han venido prestando al regimen madurista, y los gravísimos estragos que están causando a los venezolanos la hiperinflación y la crisis humanitaria.

En pocas palabras, la implementación de una estrategia para que la acción de las fuerzas unidas de la oposición en Venezuela comulguen con las que se mueven en el exterior, con el fin de que conduzca al final de los últimos días de Maduro, impidiendo que éste prolongue su dictadura a través de las elecciones presidenciales anticipadas y fraudulentas del próximo 22 de abril. Veremos….

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