¿Por qué el Papa no se reunió con Chávez?

Manuel Malaver

Creo que Chávez abrigó en lo más secreto, y hasta el último minuto, la esperanza de que el Papa Benedicto XVI lo recibiera en algún momento de los 3 días en que coincidieron en La Habana a comienzos de semana. 

Pero no porque le hubiese solicitado una audiencia a las autoridades vaticanas, o como resultado de gestiones del siempre presto a complacerle presidente de Cuba, Raúl Castro, sino “por un golpe de suerte”, de esas jugadas del destino tan frecuentes en la vida del teniente coronel en que, sin pensarlo ni proponérselo, está en el momento y sitio oportunos para que surja el milagro y lo casual se convierta en causal, lo espontáneo en planificado, lo inspirado en programado y sea otro éxito en la carrera del audaz y siempre sorprendente personaje.

Digamos que un tropezón en un pasillo, un encuentro en un ascensor, una coincidencia en un acto protocolar donde “no sabía” que el otro iba, y los inevitables saludos, abrazos, el intercambio de palabras frío pero cortés, y la despedida que siempre es ocasión de promesas para reuniones más gerenciadas y formales.

Y como caídos del cielo: los flaxes de los fotógrafos, las tomas apresuradas, pero correctas de los camarógrafos de la televisión, las grabaciones de periodistas de la prensa y de la radio que vuelan a las redacciones con imágenes y sonidos por obra de los celulares de última generación y el apretujamiento de los asomaos que no quieren perderse la instantánea de trascender, aunque sea un segundo, con el hombre que logró de nuevo sacarla del campo, o anotar un gol que se llevó la malla y los parales del arco.

Siguen unos minutos largos de confusión, un tiempo en que no se sabe si Chávez y el Papa se encontraron por azar, o para llevar a cabo la reunión de la que tanto se había especulado, o si fueron sorprendidos tratando de burlar a los medios y al público antes de sumergirse en una discusión sobre la solución de los grandes problemas mundiales, la intermediación del venezolano en temas tan complejos como el iraní, la crisis árabe-israelí, la situación en Siria y su ayuda para que la iglesia católica cubana pueda operar con más libertad que la actual,

En fin, en tantos issues en que estos “dos grandes líderes mundiales” pueden prestarse colaboración y complementación en los múltiples conflictos que los agobian y quitan en el sueño.

Por supuesto, que ya cuando las páginas web de portales, diarios y revistas se actualicen, ya cuando los noticieros de radio y televisión aclaren que se trató de un encuentro fortuito y que no hubo tal reunión, ni discusión entre los “dos grandes líderes mundiales”, se ha instalado la matriz de la foto en 400 megapixels, con sonido y video, las tomas de los camarógrafos y el enorme titular a 8 cols que seguirá vibrando por varios días: “Chávez se reunió con el Papa”.

En otras palabras: que una hábil operación de propaganda, una audaz jugada de laboratorio, que estuvo tras la supuesta reunión de Chávez con Barack Obama en la Cumbre de Las Américas de Trinidad en abril del 2009, o en un presunto tete a tete con la Secretaría de Estado, Hillary Clinton, en la toma de posesión de la presidenta de Brasil Dilma Rousseff en Brasilia el 1 de enero del 2001, que fueron estrictamente encuentros fortuitos, pero presentados como que David había de nuevo derrotado a Goliat.

No fueron, sin embargo, las circunstancias que se presentaron durante los 3 días en que coincidió Chávez con Benedicto XVI en La Habana, pues, para empezar, no se sabe si Chávez está en condiciones de salud para andar por pasillos y ascensores, y, mucho menos. si las sesiones de radio terapia que le aplican en una clínica de La Habana, lo dejan con aliento para andar buscando reuniones, sean espontáneas o planificadas.

Pero lo más decisivo al respecto, es que el Sumo Pontífice no iba a una reunión de presidentes tipo Cumbre de Las Américas, tampoco realizaba una visita de Estado donde su agenda manejara un espacio amplio para reunirse con las autoridades cubanas, y mucho menos para realizar contactos con forasteros que se encontraran de paso en la capital de la isla, cualquiera fuera su jerarquía.

Dicho de otra manera: que tal como afirmaron repetidamente las autoridades vaticanas, la visita tenía un carácter fundamentalmente pastoral, evangélico y mariano, ya que se realizaba con motivo de la celebración de los 400 años de la aparición de la virgen de la Caridad del Cobre en una mina del oriente cubano, y en seguimiento y evaluación de la apertura que se viene dando entre la Iglesia y el Estado desde la primera visita de Juan Pablo II a la isla hace 14 años.

De modo que, una visita dirigida casi a exclusivamente a encuentros con la feligresía y las autoridades eclesiásticas cubanas, y con muy poco tiempo para la agenda política que se limitó a una reunión de menos de una con el presidente cubano, Raúl Castro, en el Palacio de la Revolución.

Desde luego que, siempre quedaba un lapso de minutos para alguna actividad imprevista y que en Cuba no iba a ser para Chávez, sino para otro enfermo, tan o más necesitado que el venezolano de flaxes, videos y sonidos que confirmen que, a pesar de las inclemencias del tiempo, sigue gobernando, con el bastón de mando entre las manos, y si no obligando al Papa a visitarlo, si a que le aceptara una visita.

Hablamos del exprimer ministro y expresidente de Cuba, Fidel Castro, con achaques de salud que se le agravan aceleradamente, ya con escasas fuerzas para mantenerse en pie por si propio, y quien sabe si urgido del consuelo que a cualquier renegado de la iglesia y de Cristo debe abrumar cuando ya se cerca la hora de la despedida del reino de este mundo, y es acosado por preguntas que no encuentran respuestas:

“¿Y si yo estaba equivocado, si Dios existe y debo presentarme al juicio de su omnipotencia, si debo dar cuentas de mis actos y explicar por qué me aparte de su senda, y en muchos sentidos, seguí la del enemigo malo, la de Satanás?”

“Porque, cristiano fui, católico fui, bautizado fui, confirmado fui, y comulgué y me casé de acuerdo a los sacramentos. Pero me alejé de Cristo y de su iglesia para seguir falsos profetas, falsos dioses y a su falsa religión. Hoy yacen todos en el basural de la historia, con sus imágenes destruidas, sus doctrinas desmentidas, y sus ritos deshechos”.

“Hoy, por el contrario, tengo ante mi a este hombre de Dios que acaba de ser celebrado y aclamado en Cuba, mi tierra, por multitudes que también acaban de hacerlo en México, y que por donde quiera que vaya será objeto de la misma celebración y de la misma aclamación, porque ese parece es el premio de Dios a los que persisten en su camino, y no se apartan de su senda, ni de sus mandamientos”.

Por supuesto que es una especulación, mi especulación, sobre lo que pudo haber pasado por la mente de Fidel Castro durante su reunión con el Papa, deducidas, básicamente, de las imágenes que nos traen a un Castro deteriorado, en una actitud de piedad que no le conocíamos, y que, si ocurrió, puede ser la actitud de un hombre de su edad, que, independientemente de su ideología, militancia partidista y pasado revolucionario y ateo, puede haber sido objeto del toque de divinidad que es inevitable acompañe a quienes sienten se les agota el espacio y el tiempo en este mundo.

De todas maneras, un encuentro corto, el más formal que se puede imaginar y donde la única frase que dejó en el ambiente fue la petición de Castro al Papa de que le enviara libros que pudieran fortalecer sus lecturas, ahora que su vida política se ha limitado a reflexionar y a escribir sus reflexiones,

¿Lecturas sobre Dios, Cristo, la vida, la muerte, la eternidad, la resurrección, el amor, el perdón, el juicio final?, Porque ¿qué otras lecturas puede recomendar el Papa?

Peticiones que ni siquiera pudo formular el otro enfermo y suplicante de un encuentro con el Papa, el presidente venezolano, Hugo Chávez, y todo porque, si había un tiempo adicional en la agenda de Su Santidad, era para el que continúa siendo, achacoso y todo, el segundo hombre de Cuba.

Pero sobre todo porque, no se dio el toque fortuito, el encuentro providencial, el golpe del destino que atrajera flaxes, cámaras y videos, y de todo cuanto pudiera contribuir al titular que más a deseado y necesitado en los últimos tiempos: “Chávez se reunió con el Papa”

Por el contrario, todo lo que se rumora ahora en la calle es que a Chávez se le voltearon los santos.

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