Aruba, Bonaire y Curazao: Holanda y la UE, en la frontera de la crisis venezolana

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Que a 25 kilómetros de la costa de Venezuela se encuentren islas que forman parte de Holanda explica la singular posición política que ha adoptado ese país miembro de la UE en la crisis que afecta al país sudamericano.

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DW.- Una de las fronteras exteriores de la Unión Europea linda con Venezuela: las islas de Curazao, Aruba y Bonaire son holandesas. Que los Países Bajos hayan ofrecido sus bases aéreas para que la ayuda humanitaria de Colombia y Estados Unidos entrase a territorio venezolano, y que ese país sea miembro del Grupo de Contacto Internacional que aboga por una ayuda humanitaria apolítica y neutral es, según dijo a DW Ivan Briscoe, analista del think tank europeo Crisis Group, «una representación del complicado momento diplomático de la UE con relación a Venezuela”.

A 25 kilómetros de territorios europeos

Son 25 kilómetros los que separan Curazao de la frontera venezolana. En esa isla holandesa hay refinerías venezolanas. El comercio entre las islas y el continente estado siempre ligado a Venezuela. De un tiempo a esta parte, los flujos migratorios que siempre ha habido, ponen una presión mayor sobre las pequeñas poblaciones isleñas.

«Aunque la  cuota es relativamente pequeña, comparada con la de migrantes venezolanos que llegan a Colombia, está claro  que Aruba y Curazao han estado expuestas a la llegada de migrantes y refugiados venezolanos. Y no tienen capacidad ni voluntad de recibirlos. La presión es demasiado alta sobre poblaciones igualmente pobres y muchas veces con dificultades para llegar a la salud y a la educación”, sigue el analista del Crisis Group, con sede en Bruselas y oficinas en Bogotá.

Beatriz Becerra, eurodiputada vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo.Beatriz Becerra, eurodiputada vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo.

«Las fronteras de Venezuela son enormes y diversas, y tienen una circunstancia de emergencia real”, dice a DW Beatriz Becerra, eurodiputada vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo. Becerra sigue el tema de la crisis venezolana, y ha puesto especial atención en la crisis migratoria, sobre todo a su desarrollo en Colombia y Perú, observado con preocupación desde Bruselas.

«Es verdad que las islas han quedado fuera de foco a lo largo de todo este proceso”, reconoce Becerra. «Hay un elemento diferenciador, y es lo que tiene que decir Holanda, como país europeo”, añade.

La singular posición holandesa

Holanda, como otros 20 países europeos, reconocieron a Juan Guiadó, como presidente encargado de Venezuela. Por otro lado, forma parte del Grupo de Contacto Internacional, que aboga por una entrada de ayuda humanitaria, de acuerdo a las normas internacionales. Estas están en oposición a la ayuda humanitaria que provocó la confrontación fronteriza.

¿Haber ofrecido sus bases para permitir la entrada de la ayuda humanitaria organizada desde Estados Unidos y Colombia es, entonces, una prueba de incoherencia? Becerra conmina a diferenciar en el maremágnum de la situación actual. «Más que incoherencia, lo que pasa es que hay una posición común que se comparte y respeta: no reconocer la reelección de Nicolás Maduro y reconocer a la Asamblea Nacional como única instancia legitimada por la Constitución”, dice Becerra.

Por otro lado, «Holanda tiene una situación diferente desde el punto de vista de responsabilidad geográfica sobre un territorio; el que pongan a disposición sus recursos no significa que se contravenga esa posición común”, agrega.

Fuentes europeas consultadas al respecto explican que ese tipo de ofrecimientos se produce a nivel bilateral.

Que esto rebase las líneas rojas de Caracas es posible, como lo demuestra el anuncio de Caracas de declarar persona non grata al embajador alemán por acompañar a Juan Guaidó. Tanto Alemania como Holanda son miembros del Grupo de Contacto Internacional.

Aruba Strand Palmen (picture alliance/Robert Harding)

Tarea del Grupo de Contacto continúa

A este respecto, la posición oficial europea es de condena a la decisión de Caracas, de advertencia sobre una escalada de las tensiones, y de asegurar que continúe su esfuerzo por la solución pacífica a través del Grupo de Contacto Internacional. Estos esfuerzos, explican fuentes europeas, tienen lugar a menudo tras bastidores.

«Es que Venezuela necesita esa ayuda”, recalca Briscoe, que conoce bien la situación .

«Ahora parece que el gobierno  está cambiando su punto de vista después de años de intransigencia en cuanto a recibir la ayuda humanitaria. Sería un verdadero punto de inflexión que la aceptase –de manera apolítica y neutral- en su territorio. Y eso podría ser el principio de un entendimiento entre las partes”, sigue Briscoe.

«Si la situación se prolonga en Venezuela –una combinación de estrangulación económica y diplomática- existe el riesgo de un enorme flujo de migrantes y refugiados. Este es un peligro que va a afectar a todos los países fronterizos, Holanda entre ellos”, concluye Briscoe.

(cp)

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