Berruecos, donde una conjura militarista asesino al Gran Mariscal de Ayacucho

Muerte de Sucre en Berruecos , obra de Arturo Michelena,1895

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Jose Ignacio Moreno Leon *
Anàlisis Libre Internacional

 

“Ay ¡balazo! Fue su postrera expresión cuando una bala le atravesó el corazón y otras dos impactaron en su craneo. Su cuerpo cayó en el fangal del camino esa triste mañana del 4 de junio de 1830. Allí permaneció hasta el día siguiente, en el sitio de la Jacoba en la lúgubre montaña de Berruecos, al norte de Pasto. Fue en ese solitario lugar de Colombia en donde mezquinos caudillos militares, impulsados por sus miopes complejos separatistas, sesgaron con el vil asesinato del joven Gran Mariscal de Ayacucho -el más noble y civilista prócer de la independencia-, los postreros intentos de el Libertador para salvar la Gran Colombia.

Había nacido en Cumana Antonio José de Sucre, el 3 de febrero de 1795, descendiente por ambas ramas de la más amplia alcurnia de esa provincia. Formado con apenas 15 años  en la clase de ingeniería militar en Caracas, Sucre se alistó como teniente de ingenieros a las órdenes de Miranda, participando en 1813 y 1814 en campañas bajo el mando de Mariño y Bermúdez, alcanzando el grado de teniente coronel. El joven patriota emprendió una de las más brillantes gestas de la independencia participando en 1815 en la defensa de Cartagena, como jefe del Estado Mayor de Mariño.  Bolivar lo asciende a Coronel y recibe en 1819, cuando apenas tenia 24 años, el rango de General de Brigada.e Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho.

Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho

A su ya notable carrera militar Sucre agrega sus primeros méritos de gran diplomático y hábil negociador que caracterizaron las actuaciones de su corta pero intensa vida al servicio de la causa patriótica, cuando  en 1820 el Libertador lo comisiona para negociar con Pablo Morillo el histórico tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra. Despues vendrían relevantes contiendas épicas fuera de las fronteras patrias, librando victorioso, en 1821 la batalla de Yaguachi que aseguró la independencia de Guayaquil. En 1822 triunfa en la batalla de Pichincha, logrando la incorporación de Ecuador a la Gran Colombia y es ascendido por Bolivar a General de División

Capitulaciòn de Ayacucho, 9 de diciembre de 1824.

El 9 de diciembre de 1824 Sucre alcanza el histórico triunfo de Ayacucho que consolidó la  independencia iberoamericana y le mereció el ascenso a General en Jefe y Gran Mariscal de Ayacucho. De esta gesta histórica Bolívar dijo: “…el Gran Mariscal de Ayacucho es el valiente de los valientes, el leal de los leales, el amigo de las leyes y no del despotismo, el partidario del orden, el enemigo de la anarquía…”

En 1825 Sucre es electo presidente vitalicio y fundador de Bolivia, cargo en el que se desempeñó sólo hasta agosto de 1828 por sus deseos de dedicarse a la vida civil, marchando a Quito para contraer matrimonio con Mariana Carcelen, la Marquesa de Solanda. Allí  permaneció hasta finales de enero de 1829, cuando atendiendo al llamado de Bolívar, se puso al frente del ejército de Colombia  para detener la agresion del ejército del Perú, en la batalla de  Tarqui que aseguró los derechos territoriales de Ecuador. Fue esa su última contienda militar, en la que irónicamente el ilustre Mariscal tuvo que combatir y derrotar a varios de sus camaradas y soldados con los que había triunfado en Ayacucho, lo que le causó gran tristeza e hizo que, de nuevo, le pidiera a Bolivar relevarlo de todo mando y de toda función pública. Retornó a su hogar en Quito y el 10 de julio le nació su única hija.

Sucre con su esposa Mariana Carcelén, marquesa de Solanda

Ante el inminente peligro de disolución de la Gran Colombia, Bolívar vuelve a comprometer a Sucre ahora para integrar el llamado Congreso Admirable que se instaló en Bogotá en enero de 1830 del cual resultó electo Presidente y, ante la rebelión que se produce en Venezuela, es comisionado para evitar el desmembramiento de la Nueva Granada, gestión que resultó infructuosa. Motivado por las acciones separatistas de los caudillos castrenses, Sucre le escribe a Bolivar proponiéndole privar a los militares del poder público como forma de salvar la Gran Colombia porque, a su juicio, ellos, movidos por sus ambiciones personales  habían sido los causantes de la crisis y la desunión, abusando de su poder y de su influencia. El esfuerzo fue inútil y se acrecentaron las intrigas militaristas, por lo que, desilucionado, decide emprender en junio su retorno a Quito, con el fatal desenlace de Berruecos.

Cuando se están cumpliendo 192 años del vil asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho, sus virtudes, principios éticos y conciencia civilista resaltan como ejemplo del visionario joven héroe constructor de republicas, promotor de la educación y mártir de nuestra gesta emancipadora. En tres años como presidente de Bolivia Sucre organizó las finanzas públicas, velando por la pulcritud en el manejo de los fondos del nuevo estado. En su mensaje de despedida al Congreso de ese país expresa: “…En el retiro de mi vida veré mis cicatrices y nunca me arrepentiré de llevarlas, cuando me recuerden que para formar a Bolivia preferí el imperio de las leyes a ser tirano o el verdugo que llevara siempre una espada pendiente sobre la cabeza de los ciudadanos…” Y al final de esa  proclama solo pide al Congreso boliviano, como premio a su esfuerzo, que se levante la inmunidad que le garantizaba la Constitución para que su obra fuera examinada “excrupulosamente”, comprometiéndose a someterse al fallo de las leyes si alguna irregularidad le fuera encontrada. Y en carta a Bolivar del 23 de enero de 1829 le expresa: “Una buena suerte me pone fuera del caso de los generales de Napoleón, de quienes se decía que después de ricos no querían trabajar. No cuento para vivir más que lo que tiene mi futura mujer, y estoy contento. Ella me dará el pan y yo le daré los honores que me ha dado la Guerra, porque aún renunciaré los títulos”…”Una bonita casa de campo y unos buenos libros satisfarán toda mi ambición”.

Ese era Antonio José de Sucre, un honesto prócer civilista, apóstol de la libertad y de la igualdad, cuya joven vida fue segada por la envidia y ambiciones militaristas que se complotaron para enterrar, en Berruecos, la inmensa obra de la unidad continental y a quien quería ver instaurada esa gran República y el ejército limitado a servidor de sus instituciones. Ese héroe y mártir de la de independencia  latinoamericana presentía quizás lo trágico que sería para las instituciones de las nacientes republicas de la región la recurrencia del militarismo en funciones de gobierno. Y el caso venezolano es dramático como lo revela nuestra historia al señalar que, desde el surgimiento del país como nación independiente 21 caudillos militaristas ejercieron en diferentes épocas el control autoritario del poder -incluyendo las casi tres décadas de la tiranía gomecista- y solo 13 civiles con visión democrática han estado al frente del gobierno.

El Libertador, en plena convalecencia, al recibir el primero de julio la noticia del vil asesinato del héroe de Ayacucho, exclama “Se ha derramado, Dios excelso, la sangre del inocente Abel…! Y se expresa con un mensaje lapidario que definía el perfil de la personalidad de Antonio José de Sucre al señalar:

                  Como soldado, fuiste la Victoria.

                    Como Magistrado, la Justicia.

                    Como vencedor, la clemencia.

                    Como amigo, la lealtad.

                    Para tu gloria, lo tienes todo ya,

                    Lo que te falta, solo a Dios le corresponde darlo.

  • Ex Rector Universidad Metropolitana, ex Embajador y ex Ministro, autor.

2 comentarios en “Berruecos, donde una conjura militarista asesino al Gran Mariscal de Ayacucho

  1. Excelente trabajo del Dr Moreno… Despierta admiracion por nuestros héroes y a la vez una profunda nostalgia a valores, etica y honestidad de estos hombres que hoy no se producen en ninguna parte del mundo son muy escasos los que podemos encontrar. Ante la creciente proliferacion de anticristos, ya sabemos quienes son. Bueno no opacare con mas comentarios esta magnifica y muy puntual biografía de nuestro Gran Marical de Ayacucho, aqui realizada y compartida por este gran venezolano, hombre de grandes valores y ética. Muchas Gracias, Dr. Moreno.

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