Chavela Vargas hizo del abandono y la desolación una catedra

Fuente: El huffingtonpost Post

La muerte de la cantante mexicana Chavela Vargas a los 93 años ha generado la reacción total del mundo de la cultura. Joaquín Sabina, que la dedicó la canción El boulevard de los sueños rotos ha escrito un artículo en el diario El País y Pedro Almodóvar también ha recordado a Vargas con una carta publicada en la página de Facebook de su productora, El Deseo.

«Chavela Vargas hizo del abandono y la desolación una catedral en la que cabíamos todos y de la que se salía reconciliado con los propios errores, y dispuesto a seguir cometiéndolos, a intentarlo de nuevo», asegura el director de cine.

Almodóvar afirma, además, que con «el énfasis de los finales de las canciones» creó un nuevo género «que debería llevar su nombre». «Las canciones de José Alfredo nacen en los márgenes de la sociedad y hablan de derrotas y abandonos, Chavela añadía una amargura irónica que se sobreponía a la hipocresía del mundo que le había tocado vivir y al que le cantó siempre desafiante. Se regodeaba en los finales, convertía el lamento en himno, te escupía el final a la cara», añade.

El director de cine también habla de la vida de Chavela en España al asegurar que aquí «encontró una complicidad que Méjico la negó». «En el seno de esta complicidad Chavela alcanzó una plenitud serena, sus canciones ganaron en dulzura, y desarrolló todo el amor que también anidaba en su repertorio», agrega.

«Chavela te cantaba solo a tí, al oído, y cuando el torrente de su voz fue menos potente, (no hablo de declive, ella no lo conoció, hizo y cantó lo que quiso y como quiso) Chavela se volvió más íntima. Las mejores versiones de “La llorona” las interpretó en sus últimos conciertos».

Almodóvar cuenta alguna anécdota que vivió con la cantante: «Ella había dejado el alcohol y yo el tabaco y en esos instantes éramos como dos síndromes de abstinencia juntos, ella me comentaba lo bien que le vendría una copita de tequila, para calentar la voz, y yo le decía que me comería un paquete de cigarrillos para combatir la ansiedad, y acabábamos riéndonos, cogidos de la mano, besándonos. Nos hemos besado mucho, conozco muy bien su piel».

Y añade una más: «En su última visita a Madrid, en una comida íntima con Elena Benarroch, Mariana Gyalui y Fernando Iglesias, tres días antes de su presentación en la Residencia de Estudiantes, Elena le preguntó si nunca olvidaba las letras de sus canciones. Chavela le respondió: “a veces, pero siempre acabo donde debo”. Me tatuaría esa frase en su honor».

«También me dijo “una noche me detendré”, y la palabra “detendré” cayó con peso y a la vez ligera, definitiva y a la vez casual. “Poco a poco”, continuó, “sola, y lo disfrutaré”. Eso dijo. Adiós Chavela, adiós volcán. Tu esposo, en este mundo, como te gustaba llamarme».

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