Leonel Fernández se la juega

 

 

Alfredo Michelena

Unasur está sumida en una espiral de desprestigio por su “acompañamiento electoral” el 6D en Venezuela. Modalidad de turismo electoral que ya muchas personalidades e instituciones regionales no han querido convalidar, para no comprometer su prestigio. Es el caso del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y el de Uruguay.

Mucho le costó al expresidente Ernesto Samper conseguir la cabeza visible de esta misión de “acompañantes”. Tuvo que echar mano de su amigo el expresidente dominicano Leonel Fernández, pues no consiguió a nadie de ese calibre en Suramérica. La misión contará con unas 50 o 70 personas que dispondrán “de una total libertad de movimiento” según Samper. Pero no es la cantidad el principal problema -que lo es- sino la calidad de ellos, pues no se conoce la preparación técnica de los mismos. Y Unasur no tiene un equipo técnico especializado.

Fernández no viene solo. Su mano derecha y coordinador es el expresidente de la Corte Nacional Electoral de Bolivia y actual vocal, José Luis Exeni quien ha sido acusado de ser cercano a Evo Morales. Ambos tendrán que demostrar no solo la imparcialidad de esa misión sino también que son infundados los temores expresados en la región y el mundo en el sentido de que, como dijo el TSE en su comunicado, no hay “las garantías necesarias” para una “observación objetiva e imparcial”.

Fernández viene precedido por la una carta del Secretario General de la OEA, Luis Almagro que junto al comunicado de la misión exploratoria del Parlamento Europeo sientan las bases para una seria observación electoral.

Ellas muestran, como bien lo puso Almagro en esa carta, que “el nivel de transparencia y justicia electoral, que… el CNE debería garantizar” no está garantizado. Punto clave sobre el cual Fernández debería trabajar, para al menos mejorar tardíamente unas reglas y una “chancha de juego” que solo favorecen al régimen. Ya debería estar hablando con Tibisay Lucena del CNE.

Pero el prestigio de Fernández se jugará en el momento del conteo de votos, en los anuncios de ganadores así como en las denuncias de fraude, intimidación y de las trapacerías electorales del CNE, como no cerrar las mesas a tiempo, que afectarán un avasallador triunfo opositor, si las elecciones fueran “libres y justas”. Se requerirá de su rápida mediación e incluso de una verdadera auditoría integral, si fuera el caso. No se puede repetir un abril de 2013 donde una Unasur blandengue -por no hablar de la oposición- le dio seis años más de vida a un régimen que en sus estertores está acabando con país.

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