Nido de zarrapastrosos

Ricardo Escalante

Es un magnífico día, soleado con agradable temperatura, bueno para una relajante caminata.  En eso ando, acompañado por esos pensamientos punzantes que van y vienen, en irremediables vueltas con las angustias que ya no me abandonan y hasta se ensañan.  ¿Cómo deshacerme de ellas? Es un sentimiento de impotencia, como ese de Kafka cuando ya no sabía si en realidad era ese horrible insecto que…

La pesadilla se agudiza con imágenes cada vez peores de miseria, sobre todo moral, que son como el agua derramada. Sin control porque los muros de contención fueron destruidos por conspiradores de oficio, tras lo cual se abrió paso a la pandilla de inescrupulosos y resentidos sociales que hacen y deshacen. El mal se prolonga sin que nada nos permita saber si el trance final es inminente, aunque todos olfateamos la fetidez proveniente de esa oficina de puertas doradas y paredes adornadas por frescos que ya no dicen nada porque hasta los héroes enmohecieron.

Al llegar el atolondrado militar golpista al poder con el apoyo de una mayoría alucinada, se produjo el mal cambio que todavía hoy no termina de dañar conciencias. Eso explica el comportamiento de quienes -incluyendo muchos no mal vestidos y sin apariencia de desnutridos-, cargan pesados artefactos eléctricos sobre sus hombros, mientras otros luchan por arrebatar la cosa ya robada. Grupos que derriban santamarías.  Ninguno de esos vándalos busca alimentos o medicinas.  La incitación al delito proviene de esa oficina demasiado grande para una cabezota de masa atrofiada  -con comandantes “fosforito” como asesores y diosdados como “legisladores”-, y, además, todo el mundo sabe que los grandes saqueadores del Erario están anclados en el gobierno.

Claro, nada edificante puede esperarse de la distorsión de principios y valores fundamentales, porque al lado de los héroes nacionales, en textos escolares con errores y horrores aparecen citas de Marx y el Che Guevara, así como del “comandante supremo”, que ha alcanzado y sobrepasado la dimensión histórica del Padre de la Patria. De esa manera se asciende a la cúspide del sistema educativo y, por eso, muchos jóvenes no reúnen las calificaciones suficientes para obtener cupo en las mejores universidades del exterior, aunque, por supuesto, hay dignas excepciones.  Magníficos profesionales formados en la época anterior han emigrado y los jóvenes estudiosos también, con lo cual médicos-policías, ingenieros-policías y otros que reportan directamente a La Habana, tienen el camino libre.

Los discursos de soberanía y nacionalismo son pobres en la forma y en el fondo. No terminan las condenas al espionaje denunciado por Edward Snowden, el espía deseoso de figuración que por alguna razón trabajaba para la CIA, pero aquí cabe preguntarse entonces cómo o por qué hablan de soberanía y nacionalismo quienes entregaron el país.  Las decisiones grandes, medianas y pequeñas, todas, se cocinan en La Habana y son ejecutadas por cubanos en ese territorio que el “comandante supremo” puso en sus manos.

Así marcha todo, sin que nadie se rebele. Hay, ciertamente, una “guerra económica” (economía de guerra suena mejor) porque no hay leche, arroz, papel higiénico, aceite, medicinas, repuestos para vehículos y más. La maquinita de imprimir dinero sin respaldo da síntomas de estar recalentándose, porque el Banco Central encabezado por un adorador insensato de la “revolución” no imagina las consecuencias.  Los muertos por asaltos, atracos, violaciones, etc., forman parte de estadísticas con mejillas bien maquilladas para no asustar a los familiares de tantas víctimas. A la hora de los saqueos (que no han terminado), hay policías y guardias nacionales que llaman al orden: “¡Háganlo por turnos!”.  Ellos mismos son parte la rebatiña.

Los organismos del Estado están minados por la corrupción, que comienza en la industria generadora del grueso de las divisas y se extiende como la hiedra. La economía privada y la salud pública están tullidas.  Es una historia larga y complicada, y, aunque todavía me niego a pensar que las reservas morales sean apenas cenizas, por momentos me asalta la duda: ¿Habrán creado una república de zarrapastrosos con ese cabezón estólido como protagonista principal?

www.ricardoescalante.com

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