OEA en entredicho por crisis en Venezuela

El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, dijo que el organismo no va a “intervenir en Venezuela” porque los países miembros no quieren.

[box_dark]Presiones del gobierno venezolano impidieron que la diputada independiente María Corina Machado testificara ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos.[/box_dark]

Roberto Casin – Apuntes desde Miami (VOA)

La diputada opositora venezolana María Corina Machado no logró hacer oír la víspera ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) sus denuncias sobre la crítica situación en Venezuela debido a presiones del gobierno del presidente Nicolás Maduro.

El hecho pone en entredicho los principios constitutivos de la organización recalcados por la embajadora de EE.UU., Carmen Lomellin, quien recordó que la OEA fue fundada como un foro donde crisis como la venezolana “deben ser públicamente debatidas”.

Al verse impedida de testificar, Machado dio una rueda de prensa en la sede del organismo en Washington en la que pidió a los gobernantes del hemisferio cumplir con su rol político y resaltó que cuando lo que está en juego es la libertad de un país, «la indiferencia es sinónimo de complicidad».

Machado expuso tres exigencias: la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, que se convoque una reunión de cancilleres para conocer a fondo la crisis democrática en Venezuela, y que se emita una resolución condenando la existencia de presos políticos y exigiendo el cese de la represión.

El gobierno venezolano hizo lo indecible por impedir que Panamá cediera su puesto ante el Consejo a fin de que la diputada informara a los países de la región la realidad de lo que ocurre en Venezuela y al no conseguirlo cabildeó groseramente para bloquear su testimonio.

Lo primero que consiguió fue el voto de 22 gobiernos para encasillar de manera privada, a puerta cerrada, cualquier discusión sobre la crisis venezolana, una moción que secundaron países de la Comunidad del Caribe y sus aliados de la Alianza Bolivariana para Nuestros Pueblos de América  (ALBA).

En la votación se abstuvo Barbados, y votaron porque la sesión fuese pública: EE.UU., Canadá, México, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, Panamá, Perú, Paraguay y Costa Rica.

Según el embajador panameño Arturo Vallarino, fue el petróleo que Caracas suministra a sus aliados del ALBA y en el Caribe lo que presionó a esos países para que votaran a favor del gobierno de Maduro.

La práctica de que los embajadores cedan el puesto a representantes de otras naciones para que declaren tiene precedentes. Ya lo había hecho Panamá en 1979 a la oposición en Nicaragua del dictador Anastasio Somoza, y en 2009, Venezuela a una exfuncionaria del depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya.

En Caracas, el líder opositor y gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles, condenó la posición de la OEA y mediante su cuenta enTwitter declaró que la organización “hace rato se convirtió en un club de intereses (de) gobiernos de turno”.

No sólo se bloqueó a la diputada Machado, sino también al líder del Movimiento Estudiantil Venezolano, Carlos Vargas, quien intentó hacer declaraciones a la prensa desde la sala de prensa de la OEA y se lo impidieron.

Lo ocurrido el viernes en la sesión del Consejo Permanente deja muy mal parada a la OEA como organismo garante de la democracia y el respeto a las libertades individuales en el continente. Ponerla en ridículo ha sido un propósito largamente acariciado por el gobierno de Venezuela y sus aliados.

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