PEMEX colapsa bajo la política populista de López Obrador

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Gustavo Coronel / Washington D.C.

 El legado de Hugo Chávez  sigue vivo en países como Cuba, Nicaragua, Argentina y México. En este último país Andrés López Obrador está aplicando las recetas populistas que destruyeron a Venezuela. Y en ningún sector de la economía mexicanas estas recetas están resultando más destructivas que en la empresa petrolera PEMEX.  Esta empresa, debe decirse, nunca ha sido un modelo de eficiencia y ha estado plagada por la corrupción desde sus orígenes en 1934, cuando Lázaro Cárdenas creó su antecesora, PETROMEX. La presión de los sindicatos al mando de Vicente Lombardo Toledano llevó a Cárdenas en 1938 a la nacionalización y a la creación de PEMEX, cuya primera directiva estuvo integrada por 11 miembros, cinco de ellos nombrados por el Sindicato. A pesar de las buenas intenciones del gobierno de hacer a PEMEX eficiente, su operación comenzó a sufrir debido a los robos de material, ausentismo laboral y al desconocimiento de la gerencia por parte de los trabajadores. Veinte años después, en 1958, PEMEX estaba prácticamente en quiebra, financiada por préstamos a corto -plazo en un 70%. En la década de 1960 la nómina se duplicó pasando de 50.000 empleados a casi 100.000 empleados y los costos se incrementaron por un factor de diez. Los puestos en la empresa eran vendidos por el sindicato, el cual otorgaba  el 50% de los contratos y obtenía el 2% del valor de esos contratos. Las vacantes en la empresa eran llenadas por los familiares del ausente.

En años recientes, 2015-2018, hubo un esfuerzo por abrir el negocio petrolero en México a las empresas privadas internacionales. Esa apertura petrolera incluyó rondas de licitación en las cuales participaron unas 74 empresas de 20 países, adjudicándose 107 contratos de exploración y producción, con compromisos de inversión futura del orden de los $160.000 millones y un ingreso estimado para el fisco de entre $20-30.000 millones en los próximos 20 años.

El 5 de diciembre de 2018, el nuevo presidente de México, López Obrador,  suspendió durante los próximos tres años nuevas rondas de licitación de petróleo y gas, con el objetivo de evaluar si las empresas privadas cumplirán con los programas y logran las metas de producción acordadas.

En este momento la apertura mexicana no ha dado los resultados esperados debido a dos factores: La caída de los precios del petróleo ha desacelerado las inversiones y, dos, el nuevo gobierno de López Obrador no inspira confianza al sector privado internacional. López Obrador, AMLO, ha indicado que se llevará a cabo una revisión de los contratos existentes y “una revaluación de la iniciativa, con el propósito de corregir las acciones que sean necesarias”. En paralelo AMLO ha avanzado un Plan para rescatar a PEMEX, el cual consiste en inyectarle dinero del estado a la empresa *, no permitir que se siga endeudando con agentes financieros externos, perforar más pozos y construir una nueva refinería, reparando las seis refinerías existentes.  Estas medidas no han sido bien recibidas por las agencias internacionales de calificación financiera. La agencia FITCH ha bajado la calificación a PEMEX y Standard & Poors y Moody’s advirtieron que las acciones del gobierno mexicano no son suficientes para evitar el deterioro de la calificación crediticia de la empresa.

LOS DESASTROSOS RESULTADOS DE 2019

Los resultados de PEMEX durante el primer año de la presidencia de AMLO han sido desastrosos. Todos los índices operacionales y financieros muestran un acentuado deterioro. Veamos algunos:

  • Pérdidas por U.S. $18.400 millones, el doble del año anterior
  • Ventas totales por U.S. $ 74.500 millones, 17% menores a las de 2018
  • Exportaciones  cayeron en un 15%
  • Producción de petróleo cayó a 1,7 millones de barriles diarios, casi 8% menos que el año anterior y producción de gas cayó a 3,7 millardos de pies cúbicos, 4% menos que en 2018
  • Ingresos antes de impuestos, etc. cayeron a U.S. 725 millones, un 95% menores que en 2018
  • Deudas totales subieron a U.S. $202 millardos, 10% más que en 2018, aunque deudas financieras bajaron a U.S. 105 millardos, gracias a la inyección de dinero del estado mexicano (no se supone que sea así sino que PEMEX le dé al dinero al estado)
  • AMLO anunció que le daría a la empresa grandes rebajas impositivas, de 65% en 2019 a 54% en 2021, a fin de ayudarla a superar su crisis. Es decir, el estado está subsidiando a PEMEX.

Este es un cuadro realmente desastroso. La política de AMLO es llevar a PEMEX a satisfacer el mercado interno de gasolinas sin que su papel exportador sea aparentemente prioritario. Hoy en día el litro de gasolina en México cuesta aproximadamente 20 pesos, es decir, un dólar de USA, es decir casi el doble de lo que cuesta en USA. Ello es así porque mucha de la gasolina es importada de los Estados Unidos.

 ¿ADONDE VA PEMEX?

Por este camino que se muestra arriba PEMEX va a la quiebra. Deudas crecientes, ingresos decrecientes, subsidios del estado, excesivo personal,  producción declinante, importación de gasolinas en aumento.  ¿Cuál es la razón? La política populista de Andrés López Obrador, otro insensato que transita el camino que llevó a PDVSA a la ruina, promovió los grandes escándalos en PETROBRAS durante la presidencia de Lula y no deja salir de abajo a YPF Argentinos, gracias  al peronismo.

*La inyección de dinero del gobierno a PEMEX recuerda el inmenso subsidio del Banco Central de Venezuela a PDVSA, llevado a cabo con dinero impreso en casa, sin respaldo alguno. Esta deuda nunca será pagada y se estima en el equivalente de unos $40.000 millones.

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