Quítate tú pá ponerme yo

por Roldán Esteva-Grillet (*)

Héctor Lavoe habría estado muy acertado de habérsele pedido describir con una canción el nuevo conflicto latinoamericano, centrado en Paraguay y Mercosur. Al cabo de seis largos años -durante los cuales el único obstáculo que tuvo la pretensión de Chávez de ingresar al Mercosur, para codearse con los grandes de su camada-, ha caído el bastión paraguayo, gracias a una jugada que parece haber sido planeada por el G2: el juicio político contra el presidente Lugo y su destitución inmediata, todo según lo previsto en la propia constitución. Aunque le hubiesen dado una semana entera para su defensa, la decisión ya había sido tomada. Una masacre perpetrada con la excusa de invasión de tierras fue la gota que desbordó el vaso. La novedad provocó la condena por parte del resto de América Latina que desconoce al nuevo presidente, Franco, elegido originalmente en la misma fórmula del destituido Lugo, pero cuyo partido venía haciéndole oposición por desacuerdo con su manera de gobernar: floja, errática, concesiva con prácticas no democráticas, escándalos personales aparte. No ha sido el único presidente destituido expeditamente: Bucarán en Ecuador, De Mello en Brasil; otros prefirieron huir, Sánchez Lozada en Bolivia, o adelantar la entrega del poder mediante renuncia como Alfonsín, De la Rúa, Rodríguez Sáa en Argentina

 La primera reacción de Chávez fue suspender unilateralmente el envío de gasoil, confirmando una vez más su condición de arma para el chantaje político; entre tanto, la de su emisario, Maduro, era instigar a los militares para que voltearan la tortilla y reimponer al presidente destituido. Estas dos actuaciones políticas venezolanas dicen suficiente del justificado recelo de los senadores paraguayos acerca de la democracia bolivariana. La segunda reacción proviene del Mercosur, que decide suspender a Paraguay hasta que elijan nuevo Presidente, de aquí a ocho meses. Sin el “enemigo” en Mercosur, Venezuela es premiada con su definitivo ingreso, con el apoyo firme de Argentina y Brasil, principales beneficiarios del intercambio comercial con nuestro país, aún sin Mercosur. Con lo cual bien se puede concluir que la jugada les salió choreta a los liberales paraguayos pues terminaron provocando lo que tanto temían. Se cumpliría la estrategia criminológica romana: a chi giova?, es decir, ¿a quién beneficia? Dicen que no hay mal que por bien no venga.

La primera reacción de Venezuela, de quitarle el combustible a Paraguay, ha quedo deslucida ante la actitud de Mercosur de no penalizar al miembro en cuestión, quizá porque en estos países privan todavía criterios democráticos y humanitarios que ya en la patria de Bolívar se dan por muertos. Cuando el energúmeno sea reemplazado por Capriles Radonsky en la presidencia del país, es muy posible que Venezuela se salga o posponga su integración al Mercosur, para proteger la propia producción nacional no petrolera, tan menguada por la agresividad chavista contra la empresa privada; es posible también que Venezuela vuelva a la Comunidad Andina de donde no debió haber salido pues es su integración económica natural. Chávez se salió de ella por no querer compartir responsabilidades económicas con líderes que no compartían su odio contra el Imperio y a quienes no podía poner a su servicio: Perú y Colombia, los dos países más grandes y productivos de la región. Por eso crea el ALBA, donde es el rey y el modelo, ante países como Ecuador, Nicaragua o Bolivia que se sienten protegidos por el papá petróleo. También se salió del grupo de los tres, con México y Colombia, creado por iniciativa de Carlos Andrés Pérez en 1995 con la finalidad de ofrecer petróleo a precios preferenciales a los países centroamericanos y del Caribe, porque ambos países habían realizado o estaban a punto de cerrar tratados de libre comercio con Estados Unidos. Y para Chávez, el enemigo de América Latina es el norte, aunque todos los países del Mercosur tienen magníficas relaciones con los estadounidenses. Veremos si se le da su pretensión de girar al Mercosur hacia el antiimperialismo. La obsesión de Chávez es más política que económica

Pero, si pierde las elecciones, desaparece su poder de manipulación y Venezuela se saldrá como se salió Chile de la Comunidad Andina y ahora está integrada a los países del Pacífico, con otros criterios. Mercosur, gracias a la presencia de Pepe Mujica del Uruguay, le ha demostrado a Chávez y a su canciller Maduro, que no hay que castigar al pueblo paraguayo privándolo de algún bien.  Confiemos en que la impulsividad que ha privado en estas decisiones políticas pueda ser corregida a tiempo, para no agravar las mutuas relaciones de nuestros países con base en el respeto mutuo y no en la solidaridad automática por razones ideológicas.

(*) Profesor Titular de Arte Latinoamericano, Universidad Central de Venecuela. Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte. Autor de una decena de libros de su especialidad. Curador y articulista.

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