Sobre mareas rojas y otros colores

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Juan José Monsant Aristimuño
Análisis Libre Internacional

 

  Y pasó el mítico martes ocho de noviembre sin que se hubiere producido la ola o marea roja. Por supuesto no nos referimos a la “marea roja” que tanto da que hablar cuando se visualizan cada cierto tiempo en nuestras playas, y en lugares remotos para nosotros como Australia. Esa es causada por microscópicas algas cuando las condiciones ambientales de su entorno como la temperatura, ausencia de nutrientes, porcentaje de salinidad generan toxinas que pudieren perjudicar la salud humana y especias acuáticas.

Nos referimos a la esperada marea roja que se produciría el pasado martes, llamadas en los Estados Unidos votaciones de medio término, en las cuales los republicanos (de allí el rojo, por el color que identifica a ese partido, frente al azul de los demócratas) arrasarían sin contemplación con la presencia de demócratas en ambas cámaras, representantes y senadores, así como en las gobernaciones y legislaturas estadales.  Todo lo cual, tal como se había venido configurando, garantizaría la candidatura presidencial para el 2026 del expresidente Donald Trump. Y por supuesto el periodo presidencial de Joe Biden y su administración, estaría neutralizado para cualquier acción diferente a la preparación del traspaso del poder.

Debo confesar que tenía dudas sobre este resultado, aún con la certitud que la inflación y la política migratoria estaban destrozando la imagen del Presidente, su gabinete y su Partido. Dudas de la marea roja, pero temeroso que el ala más retrógrada y elemental del electorado estadounidense se lograra imponer, cautivada por el populismo del ” Make America Great Again”.

[box_dark]Y estaba equivocado como Trump, ni el electorado le dio el respaldo contundente que anunciaba, ni el ciudadano común dispuesta sacrificar cándidamente sus instituciones republicanas. Menos aún,  regresar al pasado cuando se produjo la Guerra Civil en los Estados Unidos,(1861-1865) entre el sur y el norte, entre los esclavistas y no esclavistas, entre los confederados y los federalistas. Por cierto, guerra que el primer presidente republicano de la nación, Abraham Lincoln tuvo que decretarle a los esclavistas y supremacistas blancos del sur.[/box_dark]

El otro factor que fundamentaba mi duda, fue el comportamiento del residente floridano concentrado en el sur de la Florida, donde la numerosa presencia de una inmigración latina conformada por cubanos, venezolanos, nicaragüenses, argentinos, brasileños, hondureños y de unos años para acá de rusos, ha sido cautivada por una publicidad engañosa y despiadada en la cual votar por los demócratas era votar por los comunistas, por Maduro, Castillo, Petro, Diaz Canel y demás delincuentes entronizados en el poder, que han producido la mayor miseria y dispersión nacional planificada  existente en el mundo.

Lo cierto es que el electorado estadounidense, votó racionalmente, ganó la democracia y lo que ella conlleva; hubo equilibrio entre el voto emocional y el consciente. El debate en las cámaras se dará como debe ser, ejerciendo control y equilibrio. Convivirá el pasado con el presente, el “statu quo” con los tiempos de cambio culturales e inevitables, porque estamos inmersos en ellos. Putin, por ejemplo es el pasado más remoto de la historia: el dominio, la grandeza nacional sustentada en el sometimiento y el “espacio vital”. También lo es, el patriarcado, las guerras religiosas, el supremacismo blanco, el antisemitismo y el telégrafo

Otro que ganó fue el actual gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis quien dobló los votos de su contrincante demócrata, y lo situó como el indiscutible candidato presidencial republicano, sin la sombra de Trump, que ya el partido se está desentendiendo de él; aunque hay dos o tres gobernadores de peso que podrían optar a tal nominación.

[box_dark]Perdió Trump, y su ansiedad por el poder, la riqueza y el dominio total de la cosa pública: jueces y legisladores, fiscales y procuradores como meros funcionarios dependientes del presidente, como empleados de una de sus compañías. Y me pregunto ¿de haber ganado la marea roja de Trump, se abandonaría a Ucrania y la OTAN por apoyar las acciones criminales de su admirado Vladimir Putin?. [/box_dark]

Definitivamente hay que redirigir políticas, interpretar el voto nacional, buscar el equilibrio entre el ser y el deber ser. El electorado se expresó, quiere resultados concretos a su vida diaria.

Un comentario sobre “Sobre mareas rojas y otros colores

  1. Breve,preciso,sin apoyos incondicionales en su revisión de lo acontecido en estos días en las elecciones para definir el futuro de las dos cámaras legislativas estadounidenses; con ojo crítico sobre la forma como se maneja la política electoral de ese país, el autor de este bien logrado artículo no deja de mirar a Latinoamérica y castiga a su izquierda extremista. Estaremos atentos a sus futuras contribuciones.

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