Un crimen horrible, en un país que ya es horrible

Gustavo Coronel / Washington, D.C. / análisislibre.org

El crimen de Mónica Spears y de su esposo pasa todos los días en el horrible país de la revolución. No todas las víctimas, por supuesto, tienen un nombre reconocible, como el de la infortunada actriz. Uno se imagina la angustia de la pareja y de su hija,  al encerrarse en su auto accidentado para tratar de proteger sus vidas contra los criminables implacables y degenerados creados por quienes hoy mandan en el país.

Y digo esto porque el país está en manos del hampa común, ya que el régimen está demasiado ocupado robando, traficando con drogas, endeudándose o  persiguiendo a los opositores, en lugar de proteger la vida de los ciudadanos.

Los analfabetas resentidos, los ladrones, malandros, bufones, ineptos, han tomado el poder en Venezuela apoyados por una casta narco-militar, por pseudo-intelectuales complacientes y por embajadores invertebrados. Y ese lumpen en el poder ha producido una sociedad de malandros que amenaza con terminar con la vida de los venezolanos decentes.  La Venezuela de Nicolás Maduro es un país sin ley, sin control, dominado por el hamponato.

Contra este régimen horrible, el cual ha creado un país horrible, hay que insurgir. La vida de la nación está en la balanza. 

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