7 de octubre: La hora para un gobierno civil en Venezuela

En pocas palabras. Javier J. Jaspe

Washington D.C.

 Tras el cierre de la campaña electoral  en Venezuela, que ha enfrentado en estos últimos meses a Henrique Capriles Radonski y Hugo Chávez Frías, el primero para alcanzar la presidencia de este país y el segundo,  para lograr la reelección. El próximo 7 de octubre, los venezolanos decidirán si desean que el gobierno de corte militarista y autoritario del teniente-coronel Chávez continue en el poder, luego de haberlo ejercido de manera desastrosa por 14 años consecutivos, o si, por el contrario, optan porque un  gobierno civil encabezado por Capriles, con los cambios que sea necesario introducir para su adaptación a los nuevos tiempos y circunstancias, retome el camino democratico y civilista iniciado a raíz del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958.

 Nótese que prescindimos de la terminología-cliché que califica al gobierno militar y autoritario de Chávez como la V República y al sistema democratico inaugurado en 1958 e interrumpido en 1999 como de IV República. A nuestro juicio, esta terminología lo que ha pretendido es disfrazar la verdadera naturaleza militar y autoritaria del goberno presidido por Chávez, para cubrirlo con un manto seudo democratico producto de un cuestionable origen electoral y de dudosa constitucionalidad. Esto último, debido a que el cambio en la Constitución venezolana que permitió a Chávez reelegirse en el 2006 no era procedente, por expresas disposiciones en ella misma contenidas.

 La naturaleza militarista y autoritaria del gobierno de Chávez ha significado un retroceso historico en el desarrollo democratico del país. En este carácter, su régimen de caudillo-presidente se emparenta principalmente con los gobiernos militares y autoritarios que sucedieron al derrocamiento de Rómulo Gallegos en 1948, especialmente el que encabezó Marcos Pérez Jiménez (1952-1958); con los de Cipriano Castro (1899-1908) y Juan Vicente Gómez (1908-1935); y con muchos de los que dirigieron los destinos del país durante el siglo XIX, los cuales, por su elevado número, sería prolijo pasar a mencionarlos.

 Del indicado parentesco militarista y autoritario, destacamos, con las diferencias que puedan existir por razones de época, la concentración de poderes en la persona del caudillo-presidente, incluida la subordinación de los tribunales, el congreso legislativo y el consejo nacional electoral; la administración directa de los recursos públicos sin fiscalización ni rendición de cuentas; el predominio del gobierno central frente a las entidades descentralizadas territoriales del Estado (municipios, estados y otras manifestaciones de los gobiernos locales); y la persecución política de los adversarios.

 Pero, sin duda, en el caso de Chávez, también un militar, y como generalmente solía suceder con los mencionados gobiernos autoritarios en el pasado, lo que mejor caracteriza su gestión es el control directo del estamento militar, incluido el alto componente de militares en funciones administrativas. Esta característica, se encuentra jugando decididamente a favor de Chávez y en contra de Capriles en la presente contienda electoral. Así, en una manifestación reciente, Chávez objetó a través del General Henry Rangel Silva, actual titular del Ministerio de la Defensa, que Capriles haya anunciado al país, en ejercicio de la práctica democratica y constitucional, según la cual, el poder militar debe estar subordinado al poder civil representado por el presidente de la república, la designación de un oficial general activo de las fuerzas armadas para desempeñar dicho ministerio, en caso de que ganara las elecciones. Tal manifestación viene a agregarse a las amenazas formuladas por Chávez a través de miembros de su cúpula militar, mediante las cuales indicó que las fuerzas armadas no aceptarán un gobierno presidido por Capriles, en caso de que éste gane las elecciones.

 Es preciso advertir, que amenazas como las antes indicadas se han materializado en procesos electorales realizados en Venezuela bajo otros gobiernos militaritas y autoritarios en el pasado. Así sucedió, por ejemplo, bajo el gobierno del general Joaquín Crespo en 1897. En aquella oportunidad,  José Manuel Hernández (el “Mocho Hernández”) se enfrentó a Ignacio Andrade,  el candidato de Crespo, en la campaña electoral para presidente de la República. Los textos de historia recogen esta campaña, en los terminos siguientes:

 “Durante el año 1897, el Mocho Hernández recorre casi todo el territorio nacional, celebrando mítines (palabra derivada del inglés «meeting»), y pronunciando discursos como los que había observado en los Estados Unidos. Dado la intensa campaña electoral desarrollada por José Manuel Hernández y su creciente popularidad, se daba como un hecho su triunfo en los comicios de septiembre de 1897. No obstante, el 1 de septiembre, día de las elecciones, el Gobierno de Joaquín Crespo mandó a ocupar las mesas de votación e impuso posteriormente la elección del candidato oficial Ignacio Andrade.” (http://www.venezuelatuya.com/biografias/mocho_hernandez.htm)

 Mientras leíamos el texto arriba transcrito, guardando obviamente las distancias entre uno y otro hecho, nos llamó la atención que el candidato de la oposición democrática en las presentes elecciones, Henrique Capriles Radonski, llamado a presidir lo que sería el primer gobierno civil luego de 14 años del regimen militarista y autocratico de Chávez, también ha recorrido el territorio nacional celebrando mítines y pronunciando discursos en los más diversos pueblos de la geografía venezolana. Igualmente, que gracias a la aceptación de su programa politico, carisma y conexión con los electores, Capriles se perfila como el más seguro triunfador en los comicios del 7 de octubre próximo. Por tanto, dado que la historia venezolana registra el precedente ocurrido en el caso del Mocho Hernández antes aludido, y con vista a las referidas amenazas de Chávez a través de su Ministro de la Defensa, no sería descartable que ese día su gobierno proceda a darle un golpe de gracia a las elecciones para impedir que se materialice la victoria de Henrique Capriles Radonski.

 Sinembargo, es preciso recalcar igualmente, que de producirse tal desatino de Chávez, él y los militares que lo secunden pagarán muy caro con las consecuencias, tanto internas como a nivel internacional. Las reacciones del pueblo venezolano y de la comunidad internacional no se harán esperar, para que se restablezca la legalidad infringida y se produzca el castigo de los culpables. Ciertamente, la historia también nos muestra que el Mocho Hernández, pese a que se alzó contra el gobierno, no pudo ver coronada su aspiración de convertirse en presidente de Venezuela, pero el general Joaquín Crespo falleció en una escaramuza militar destinada a capturarlo en La Mata Carmelera, Estado Cojedes, el 16 de abril de 1898. Un año más tarde, el General Cipriano Castro derrocó a Ignacio Andrade, por lo que fue muy poco lo que el segundo pudo ejercer la presidencia obtenida gracias al fraude electoral perpetrado en contra del Mocho Hernandez por el general Joaquín Crespo. La historia también se las ingenia para compensar ciertas injusticias.

 En pocas palabras, el tiempo está marcado para que el próximo 7 de octubre, Henrique Capriles Radonski sea designado como presidente del primer gobierno civil, luego de los 14 años del pésimo gobierno militarista y autoritario, del teniente-coronel Hugo Chávez Frías. El clima electoral que revelan encuestas confiables anuncia que pese a las amenazas y el ventajismo de Chávez, la victoria de Capriles puede producirse por una mayoría significativa. Así lo esperamos quienes deseamos que Venezuela se enrumbe por caminos de democracia y libertad. Veremos…

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