Falleció el ex Presidente Rodrigo Carazo Odio, protagonista de momentos cargados de historia en Centro América, Venezuela y Cuba. Recordaré aquí algunas anécdotas que compartimos. En la foto el presidente Rodrigo Carazo y José Emilio Castellanos. En la parte posterior se observan los presidentes Arístides Royo (Panamá) y Julio César Turbay Ayala (Colombia).
por Jose Emilio Castellanos
Washington DC
A las pocas horas de haber arribado a San José de Costa Rica, para cubrir el inicio de la guerra final entre los sandinistas y el régimen de Anastasio Somoza, en 1979, se registró una anécdota que en aquella oportunidad publiqué en El Nacional, de Caracas, producto de un tremendismo político.
El entonces embajador de Venezuela en Costa Rica, Rolando Grooscors, era noticia importante derivada de la crisis provocada por el envío de aviones venezolanos para defender Costa Rica frente a una posible agresión de parte de Somoza. Al frente del gobierno costarricense estaba Rodrigo Carazo Odio, y en Venezuela gobernaba Carlos Andrés Pérez, quienes mantenían amistad desde los años que permaneció el venezolano en San José, como exiliado del régimen de Marcos Pérez Jiménez.
Al enterarse de mi presencia en San José el embajador Grooscors acudió al hotel donde me encontraba alojado y al encontrarme, con una amplia sonrisa me pidió me diese prisa porque deseaba llevarme a una entrevista que me iba a interesar. Se sentó en el asiento trasero del carro y me invitó a sentarme al lado del conductor. Cordialmente éste me dio la bienvenida a su país y me dijo que quería entrañablemente a Venezuela, donde había vivido y tabajado.
Curiosamente en el camino, un mediodía de mucho tráfico, la gente saludaba al conductor con mucha deferencia: “Hola, macho”, se oía decir fuera de la ventanilla. El embajador sonreía y el conductor continuaba su diálogo conmigo, haciéndome preguntas sobre la situación en Venezuela y los hechos que se registraban en Nicaragua.
Tras un largo recorrido llegamos a una tranquila calle y el conductor detuvo el auto frente a una residencia, al tiempo que dos uniformados diligentemente le abrían la puerta al conductor mientras uno de ellos le decía: Presidente, nos tenía asustado porque usted no maneja muy bien este carro…”.
Fue allí cuando el embajador Grooscors me dijo: “José Emilio, te presento al Presidente Rodrigo Carazo, mi amigo y ahora tu amigo….”.
La anécdota fue celebrada toda la tarde, en un encuentro donde se habló de interioridades de la lucha contra el somocismo, los diferentes grupos y tendencias del sandinismo, el ala radical que dominaba el llamado frente norte, los de la Guerra popular prolongada comandados por Tomás Borges y “El Danto”, los de la línea de la lucha urbana encabezados por Jaime Whillock, y los terceristas, al mando de los hermanos Ortega y el entonces famoso Comandante Cero, Eden Pastora.
También fue tema las conversaciones Carter-Torrijos sobre el Canal de Panamá, la guerra civil del 48 en Costa Rica, la invasión de Fidel Castro a Cuba y el papel que jugaron Venezuela y Costa Rica en aquellos años, y su amistad con Venezuela. Sobre esto último Carazo me narró que fue secretario de un exiliado venezolano, Alejandro Oropeza Castillo, y a diario compartía con su familia, entre ellas su hija Isa Dobles. También daba clases en un colegio donde igualmente eran profesores a tiempo convencional Carlos Andrés Pérez y Rolando Grooscors.
En relación a los aviones militares enviados a Costa Rica por Carlos Andrés Pérez, Grooscors me refirió que Carazo lo llamo para informarle que tenia informaciones concretas sobre la intención de Somoza de bombardear la Central Hidrelectrica de El Arenal, lo que ocasionaria un grave daño al país y afectaria a numrosas plantas industriales. «Esto fue lo que dio paso al envio de tres aviones bombarderos y dos generales de Estado Mayor,(Anibal Teran y Balbino Colmenares) como colaboracion de Venezuela a la desmilitarizada Costa Rica».
Caída la dictadura de Pérez Jiménez Rómulo Betancourt y Oropeza Castillo lo invitan a Venezuela a para formar parte de la Comision que realizó la evaluacion de los programas del Banco Obrero, de los «Superbloques» contruidos en la epoca de Perez Jiménez, los que habian originado mucho debate sobre su conveniencia o no como solucion habitacional. También surge la idea de ampliar los programas de financiamiento de viviendas para la clase media, ya que solo existía el programa del Banco Obrero, para la gente de menores recursos. La responsabilidad le fue encomendada a Rodrigo Carazo, entonces experto en el área, quien se radicó en Caracas dando nacimiento a lo que fueran las entidades de ahorro y préstamo. “Eran los días de la lucha armada en Venezuela, de golpes de estado contra Rómulo Betancourt, tanto de la derecha como de la izquierda”, me señalaba. Pocos días después me comentaría el Comandante Cero, en una entrevista unos días antes de la invasión a Nicaragua, que también por esos años él vivía en Caracas, era militante de la Juventud de AD y trabajaba para el Banco Agrícola y Pecuario.
Mi último encuentro con Rodrigo Carazo fue en Tokio, donde asistimos a un congreso. Me acompañaban Ramón Guillermo Aveledo y el periodista Carlos Subero. El ex Presidente me invitó a su mesa a almorzar, junto a su esposa Estrella, a tiempo que le decía al camarero, de forma convincente: “Pero acá no nos sirva la sopa de aletas de tiburón. Ustedes están extinguiendo los tiburones en nuestros mares”.
Un tercer encuentro fue en Tegucigalpa, en ocasión de la firma del Tratado de Paz entre Honduras y el Salvador, evento al cual asistí como parte de la delegación del presidente Luis Herrera Campins, como periodista de El Nacional.
Sin embargo, los encuentros durante sus visitas a Caracas tenían otra connotación. Alli daba rienda suelta a su placer por la gastronomía venezolana.
Rodrigo Carazo, un gran humanista, algo más que un político.