EDITORIAL
ABC/ MADRID
APENAS ha dejado pasar un mes después de su reelección para empezar a tomar decisiones que reafirman su vocación totalitaria: el presidente venezolano, Hugo Chávez, no está dispuesto a perder el tiempo en el camino de su perpetuación en el poder y ha decidido que una de las prioridades de su Gobierno es precisamente silenciar una emisora, Radio Caracas Televisión, por las crítica hacia su gestión. Como si en Venezuela no existiesen graves problemas de empobrecimiento creciente de la población, descomposición del tejido económico productivo o aumento galopante de la corrupción, el estrambótico dirigente venezolano ha preferido arremeter de un plumazo contra quienes le critican.
Con el cierre de RCTV y el acoso contra las demás cadenas privadas de televisión -a las que tiene amenazadas o ha logrado doblegar-, Chávez tampoco tiene suficiente, puesto que en los últimos tiempos ha multiplicado la presencia gubernamental en las ondas de cobertura nacional, por no hablar de su faraónico proyecto de emisiones vía satélite «Telesur», con el que pretende extender a todo el planeta su influencia ideológica a través de la televisión de mayor cobertura de toda Iberoamérica. A esto hay que añadir el abuso reiterado de su prerrogativa legal para aparecer cuando le plazca en todas las emisoras del país, obligadas a reproducir sus discursos e intervenciones públicas.
En estas condiciones, no se entiende cómo una pequeña emisora de Caracas puede ser considerada «golpista» por su orientación informativa y ser tan «peligrosa» para la estabilidad institucional del Gobierno como para cerrarla. Sucede, sencillamente, que en su personal interpretación de la realidad Chávez cree que no caben más que alabanzas a su gestión y que cualquier otra reflexión crítica tiene que ser forzosamente un atentado contra la institución que representa.
Por este camino, lo que él llama «revolución bolivariana» será sencillamente un régimen totalitario en el que la única reminiscencia democrática será el procedimiento electoral, en cuya manipulación se ha desvelado como un maestro consumado. Sin oposición política -a la que se ha dedicado a aniquilar y dividir, fomentando sus rencillas internas- y sin crítica en los medios de comunicación, a base de ir cerrando aquellos medios que no considere%2
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