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VOA / Analisis Libre
Santiago de Chile despertó este lunes en medio de un toque de queda que venció a las 6:00 de la mañana, después de un fin de semana de protestas que dejaron grandes destrozos en esa capital.
El ministro del Interior, Andrés Chadwick, en un mensaje en el palacio presidencial de La Moneda, confirmó la muerte de siete personas el domingo, todas en saqueos: dos en el incendio de un supermercado y cinco en el de una fábrica textil.
Los disturbios fueron la respuesta a un alza del precio del transporte público anunciado el viernes, que luego fue suspendido. No obstante, manifestantes enmascarados incendiaron autobuses, estaciones del metro, supermercados, bancos y el edificio de una de las principales compañías de electricidad.
En las calles, las llamas y el humo se mezcló con gases lacrimógenos y cañones de agua que usaron las autoridades para contener a los manifestantes, mientras las fuerzas armadas se movilizaron en la ciudad por primera vez en 30 años, de la época de Augusto Pinochet.
Miles de residentes de Santiago de vecindarios ricos y pobres por igual, salieron a las calles para expresar un latente descontento por el alza del nivel de vida y otros servicios públicos.
Las manifestaciones se propagaron por todo el país durante el fin de semana.
Los grandes daños sufridos por el Metro de Santiago superan los 300 millones de dólares y habrá estaciones y líneas que tardarán meses en volver a quedar operativas, dijo este domingo al Canal 13 de televisión Louis de Grange, el presidente de la compañía.
Al menos 78 estaciones del ferrocarril metropolitano sufrieron destrozos y algunas de ellas resultaron completamente destruidas.
La ministra de Transportes, Gloria Hutt, indicó que la red del metro de Santiago estará cerrada este lunes, con excepción de la línea 1, que funcionará de manera parcial.
El presidente chileno, Sebastián Piñera, habló el domingo por la noche por TV en la segunda noche de toque de queda y expresó de un mundo brutal el momento que atraviesa su país.
“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, que está dispuesto a quemar nuestros hospitales, el metro, los supermercados, con el único propósito de producir el mayor daño posible”, expresó.
Rodeado de militares, el presidente afirmó que “los vándalos son verdaderos criminales”, aunque dijo entender que “nuestros compatriotas tienen derecho a protestas y compartimos muchas de sus inquietudes y necesidades”.
También en su cuenta de Twitter se refirió a la situación.