Orlando Borrego junto al Che Guevara.
Él será el encargado de liderar los «planes para hacer una revolución total y profunda en la administración pública, en la administración del Estado, revolución dentro de la revolución» según Maduro.
La profunda renovación del Gobierno de Venezuela que anunció Nicolás Maduro estará guiada por un cubano, el economista y asesor del régimen chavista Orlando Borrego. Así lo indicó el presidente del país, aclarando que hasta el próximo día 15 de julio activará una serie de planes para hacer una «revolución dentro de la revolución» con el fin de «mejorar la eficiencia socialista» en la administración pública.
Borrego, economista de formación, es un escritor nacido en Holguín que luchó como guerrillero a las órdenes de Ernesto Guevara en el Movimiento 26 de Julio. Durante los primeros años del castrismo, se mantuvo al frente de Junta Económica Militar como fiscal en los juicios revolucionarios y entre otros puestos ostentó el de viceministro del Ministerio de Industria hasta 1964. Luego trabajó fundamentalmente como asesor:del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (1973-1980); de la Cátedra “Che Guevara” de la Universidad de La Habana y del Ministro del Transporte de Cuba.
Como escritor ha publicado: El desarrollo de la industria azucarera en Cuba (1965), La ciencia de dirección, antecedentes y enfoques actuales (1987), El Che en el socialismo (1989), El Che del siglo XI (1997) yChe: el camino del fuego (2001).
El cubano elegido por Maduro posee un doctorado en Ciencias Económicas del Instituto de Economía Matemática de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética (1980).
Borrego junto a dos venezolanos, el vicepresidente de Planificación Ricardo Meléndez, y el vicepresidente del país, Jorge Arreaza, serán los encargados de liderar los «planes para hacer una revolución total y profunda en la administración pública, en la administración del Estado, revolución dentro de la revolución, cambiarlo todo para servir al pueblo. Es la consigna», tal y como proclamó el presidente venezolano en su programa de radio «En contacto con Maduro» realizado en una zona popular de Caracas.
Maduro anunció lo que será una renovación total con estas palabras: «Del 1 al 15 de julio vamos a revisar todo, vamos a tener sesiones con los vicepresidentes y todos los ministros, ministro por ministro, rindiendo cuentas, como va cada proyecto, nivel de cumplimiento y ejecución del presupuesto de los proyectos, como va cada misión, cada gran misión”. Se dio de plazo estos quince días para revisar todo el plan de Gobierno, así como analizar las metas cumplidas y las no cumplidas «y decirle al país toda la verdad».
El gobernante cumple así su promesa realizada el viernes pasado de que durante los primeros quince días de julio haría una «revisión exhaustiva» y «reestructuración global» del sistema de Gobierno y revisaría todo el presupuesto nacional. Asimismo manifestó su intención de “pasar la página de las peleas» que se han presentado dentro del chavismo «con cartas para acá, cartas para allá», en referencia a lamisiva que días atrás dio a conocer en los medios el exvicepresidente de Planificación, Jorge Giordani, en la que acusaba a Maduro no transmitir liderazgo, de dar sensación de vacío de poder y de tomar decisiones equivocadas en materia económica, incluyendo despilfarro en campañas electorales.
«Ya dijimos todo lo que nos teníamos que decir, listo, ahora la mano está extendida y el abrazo listo para dárselo a todos los compañeros», indicó Maduro al respecto de Giordani. El mandatario agregó que las propuestas son bienvenidas, así como la crítica y la autocrítica que siempre las acompañan.
Pese a ello, otro exministro crítico con la dirección actual del gobierno y que apoyó esa carta, Héctor Navarro, fue suspendido como miembro de la dirección nacional del oficialista Partido Socialista (PSUV), propiciando que otras voces internas del chavismo pidieran respuesta a las críticas. Tras ubicar a sus detractores dentro de una «izquierda trasnochada» y calificarlos de «desconsiderados», Maduro solventó estas críticas argumentando que no deben atacar su gestión en tiempos de batalla, cuando «el enemigo» quiere destruirlo.