Andrea Peña Bogotá
El rompimiento entre el exmandatario y el actual presidente y exministro estrella divide a la derecha colombiana y en especial al Partido de la U, del que ambos son sus militantes más respetados. La férrea estrategia de defensa que Uribe llevó a cabo durante sus dos periodos de Gobierno (2002-2010) obtuvo resultados tan contundentes como la muerte en marzo de 2008 del duro jefe guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, y el espectacular rescate, también en 2008, de la excandidata presidencial Ingrid Betancourt, tres estadounidenses y 11 militares y policías secuestrados por la guerrilla.
El éxito de estas operaciones dispararon la popularidad de Uribe y de su entonces ministro Santos. Sin embargo, los abrazos triunfales de entonces han quedado en el pasado. Uribe cree que su sucesor, cuya candidatura cobijó y promovió, le ha traicionado por descuidar, a su juicio, la seguridad; por hablar de paz en reiteradas ocasiones; por poner sobre la mesa una posible despenalización de las drogas, y por haberse vuelto “el mejor amigo” del presidente venezolano, Hugo Chávez.
El proyecto político de Uribe, que él ha descrito como una “cruzada contra el terrorismo”, ha tomado un significado especial debido a los recientes ataques de la guerrilla. Las FARC han atacado con bombas y fusiles en el departamento del Cauca (suroeste del país), donde los indígenas han resistido por años la violencia de los grupos armados. Mientras el presidente Santos decía que la fuerza pública tenía “el control total” del lugar, la guerrilla sitiaba el poblado de Toribio y obligaba a 3.000 habitantes a desplazarse. Uribe, por su parte, insistía en Twitter que el presidente era “débil”.
Pese a que Santos ha perdido popularidad en los últimos meses, es probable que ningún barón electoral lo abandone como clama Uribe por la fuerza de la burocracia (el Estado es la principal fuente de empleo del país). La economía, además, es otro de sus puntos a favor: Colombia ha mantenido índices de crecimiento pese a la tormenta financiera mundial. Y, según las encuestas, los colombianos prefieren la política conciliadora de Santos, que ha bajado el tono en sus reuniones con Chávez y el ecuatoriano Rafael Correa, que el tono de confrontación que caracterizó al anterior Gobierno.
La ruptura en la derecha no favorece, no obstante, a la izquierda, desprestigiada por sonados escándalos de corrupción, que han llevado a la cárcel al exalcalde de Bogotá Samuel Moreno, del Partido Polo Democrático. Aun así, Luis Eduardo Garzón, del izquierdista Partido Verde, opina que “Uribe se quedará solo porque sus seguidores en el Congreso ya no le acompañan”.
Otros ven en la división una oportunidad para que Santos se identifique con la imagen de una Colombia moderna y urbana mientras que Uribe mantenga el voto rural y contra la guerrilla.
El periodista Daniel Samper, uno de los columnistas más respetados del país, escribió en el diario El Tiempo: “El Puro Centro Democrático, que de centro tiene poco, es un paso positivo para trazar linderos ideológicos y empezar a refundar los partidos”. Lo cierto es que hace solamente un par de años, cuando Uribe era presidente y Santos su ministro estrella, nadie podía imaginar que ahora no pueden ni verse. De hecho, el propio Santos ha reconocido que su otrora mentor ya ni le contesta las llamadas.
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/07/16/actualidad/1342442039_118336.html