La religión en el deporte: a quién va Dios? – Gustavo Coronel

 Alabado sea el señor! 
Gustavo Coronel / Washington DC
analisislibre.org
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  Hay estudios sociológicos de alguna seriedad en USA que analizan el simbolismo religioso en los deportes. Para un país en el cual hay millones de ciudadanos quienes no practican religion alguna hay equipos deportivos que se han convertido en sus totems: Los Medias Rojas de Boston, por ejemplo. O los Vaqueros de Dallas. En Inglaterra un sociólogo ha dicho que : » Durkheim sugirió que  así como  las tribus de aborígenes adoraban a sus totems, así los jovenes británicos de hoy  reafirman sus relaciones con otros jovenes a través de su adoración común por un equipo deportivo”.
Este fenómeno religioso no es solamente pagano. No es accidental que existan  los Cardenales de San Luis,  los Padres de San Diego o  los Angeles de Anaheim en beisból. O los Santos de Nueva Orleans en futbol estadounidense.  O, en blasfemo desafío,  los Diablos de Nueva Jeresey en hockey.
Este simbolismo se extiende a veces al mismo terreno de juego. En el estadio de los Cardenales de San Luis hubo por algun tiempo una cruz y un pescadito detrás del montículo de lanzar, hasta que fueron removidos debido a  la protesta de algun fanático ateo.
Una encuesta en USA revela que casi un 30 por ciento de los encuestados cree que el resultado de un evento deportivo está determinado por Dios. El 53 por ciento piensa que un atleta religioso será más exitoso en su carrera que uno que no lo es. Un 77 por ciento de protestantes piensa que es bueno expresar su fé religiosa en el terreno de juego y el 93 por ciento de los evangelistas opina que debe rezarse en colectivo antes de comenzar un evento deportivo.
En la cuenca del Caribe y, por extensión, en las Grandes Ligas, es ya difícil ver un jugador de beisból que no cargue una cadenota con algun santo o un escapulario colgados del cuelllo.Vemos a los jugadores que se persinan cuando van a batear, que ven con reverencia hacia el cielo después de conectar un hit y hasta le mandan un saludo a alguien con el dedo, apuntando hacia el sitio donde se piensa que puede estar Dios o el padre fallecido, viendo el partido. La persinadera ha reemplazado la rascada de testículos o la escupida de tabaco en rama, como hábito preferido de los jugadores latinos, lo cual es, al menos, mucho más higiénico y de mejor estética.
Sin embargo, preocupa un poco esta tendencia al abaratamiento de la fé religiosa y su conversión en lo que parece ser un regateo continuo entre el jugador y la divinidad. El jugador parece decir,”me persino para que me ayudes a pegar un hitcito, gracias de antemano”.  El lanzador al llegar al montículo se voltea de espaldas al público y se arrodilla para rezar unos segundos, antes de comenzar su labor. Y  los he visto persinarse con fervor aún después que le han caído a palos y el manager le pide la pelota, como si le dieran gracias a Dios porque la vaina no fué peor.
Esto no es religión sino superstición, eso de creer que Dios nos dará la victoria. Como los jugadores de ambos bandos lo piden con igual fervor, ello condena a Dios a  equivocarse repetidamente.
En el campeonato por la copa del Mundo, en fútbol, vemos que los jugadores se persinan al entrar a la cancha y al salir de la cancha, se persinan después de anotar un gol, además de deslizarse sobre la grama,  o salir corriendo, como huyendo de sus compañeros (por qué? )  o cubrirse la cara con la camiseta, como avergonzados de lo que han hecho. Algunos equipos han llevado, inclusive, a sus hechiceros y encantadores.
Hace años un jugador de beisbol simplemente saltaba sobre la línea del terreno, nunca la pisaba, o solo comía pollo frito (como Don Mattingly)  o ensalada de papas antes de cada juego. Eran supersticiones inofensivas. Todavía hoy en día se ven demostraciones colectivas de superstición  como la de los Medias de Boston,  de dejarse unas horribles barbas bíblicas.  Hoy en día, la religión ha invadido el deporte, frecuentemente rebajada a la categoría de un ritual casi instintivo.
En aras de la total transparencia, confieso  que yo no me siento a ver un juego de los Tigres de Detroit, mi equipo favorito, si no tengo en el bolsillo la medallita de San Juan Bosco que me ha acompañado por los últimos 67 años, un  regalo que me hiciera en Los Teques  Rosalio Castillo Lara en 1947.

Un comentario sobre “La religión en el deporte: a quién va Dios? – Gustavo Coronel

  1. Me gusta este análisis. Me ha llamado la atención ese tema de la religion, sobre todo en el besibol, pero siempre con simbología crisitiana. «hacerse la cruz» o persignarse..
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