¿Llegaremos a ver una intervención extranjera en Venezuela?

Gustavo Coronel

Venezuela está financieramente arruinada. En este momento el régimen está rematando a precio de gallina flaca activos nacionales para poder pagar sus deudas a corto plazo. Esto lo hace sin aprobación de la Asamblea Nacional.  Ya las deudas que República Dominicana y Jamaica tenían con el país han sido aceptadas por el régimen con descuentos de hasta de un 40%. Empresas rusas y estadounidenses están comprando en este momento porcentajes de propiedad de empresas mixtas en la Faja del Difunto a precios que no superan los $2,50 el barril de “reserva” en el subsuelo y, además, tendrán la plena propiedad del petróleo producido, otra entrega de la cacareada soberanía petrolera de Chávez.
 Gold Reserve, empresa minera Canadiense, acaba de obtener concesiones de oro del régimen.  El oro en lingotes de nuestras reservas internacionales se está liquidando en Suiza. Los esfuerzos por re-estructurar el pago de los bonos venezolanos ha fracasado. Este año el régimen tendrá que pagar unos $8000 millones que no tiene, ver cuadro:
La absurda y terca ideología de los ignorantes en el gobierno les impide acudir al Fondo Monetario Internacional, realmente el único organismo que puede ayudar a Venezuela en estos momentos. Ni el BID ni la CAF lo pueden hacer. Ya la CAF ha dado demasiado dinero a un régimen irresponsable, sobre todo para proyectos de generación eléctrica que no han dado resultados. China acaba de negarse a extenderle el plazo de pago a Maduro y, peor aún, le exige que le pague completo ya que el petróleo que está recibiendo es mucho menor al convenido.
El país está al borde de la insolvencia financiera y ello significa que los deudores internacionales irán a tratar de embargar los activos del país en el exterior. En Venezuela se incrementarán las protestas de los centenares de acreedores del gobierno maula. Una maniobra burda y absurda, la creación de una empresa de servicios petroleros en manos de los narco-militares, no engañará a nadie en el exterior y no podrá ser utilizada como vía para el traspaso de activos de PDVSA.
Estoy convencido de que la inmensa mayoría de nuestros compatriotas no se ha dado perfecta cuenta de la gravedad de la situación financiera venezolana y de lo que se nos viene encima. Recordemos que la rebatiña que se está viendo en estos momentos, esa entrega de activos a empresas extranjeras, se está haciendo al margen de las leyes y puede ser cancelada por la Asamblea Nacional. Esto agravaría la situación de tal manera que las empresas afectadas podrían acudir a sus países, a fin de convertir estas transacciones en problemas de Estado. Ciertamente esto sería una probabilidad en el caso de la empresa Rusa Rosneft y las empresas Chinas en la faja. En vez de pelear con EXXONMOBIL el régimen tendrá que pelear con el Oso y el Panda.
En paralelo con este desastre la situación doméstica se hace insostenible: Gurí está semi-desmantelada; las plantas termoeléctricas no funcionan por falta de gas; la CVG está semi-paralizada por falta de insumos y por el caos gerencial allí existente; PDVSA está en colapso financiero y operacional; el agua que toman los venezolanos en algunas ciudades importantes carece de tratamiento adecuado; hay venezolanos muriendo por falta de medicinas, la mayoría sujeta a crueles colas para comprar los pocos alimentos existentes y expuesta a la violencia de bandas armadas que están imponiendo su ley en grandes zonas del país. Ya se incrementan los saqueos de establecimientos, producto de la desesperación popular. El país está en caos.
Y en medio de este caos, que se está haciendo? El régimen continúa su camino, impertérrito, hacia el desastre. El grueso de la población calla, aletargada, resignada, apenas rumiando su desesperación en silencio. Algunos saquean y protestan y son objeto de represalias violentas por los gorilas armados. La policía y el ejército se han convertido en parte de la pandilla que azota al país. La oposición organizada y la Asamblea Nacional hacen declaraciones valientes, acusan en el recinto legislativo a los burócratas corruptos del régimen, dan discursos que aplastan moralmente al régimen y toman decisiones que el régimen desecha por la vía de los magistrados castrados puestos allí por el régimen, ante el silencio de los venezolanos decentes.
Es decir,  no hay señal alguna de rechazo firme, no hay propósito de alzarse en contra de esta situación. Esa prédica continua que ha hecho nuestro liderazgo, que “los problemas de los venezolanos los arreglamos los venezolanos” ha sido pura retórica vacía. El país se viene abajo y ese derrumbe – si no es interrumpido –  solo terminará de dos maneras posibles: con la ruina total o con una explosión social violenta, de gente desesperada, con muchos venezolanos inocentes muertos y algunos de los burócratas corruptos más notorios apaleados como Gadafi, sujetos por la furia popular a esa indeseable alternativa a la justicia que es la venganza.   
Tenemos gran simpatía por los esfuerzos que hace la Asamblea Nacional y los apoyamos con fervor, pero debo decir que los considero insuficientes, al menos hasta ahora. Cualquiera sea la razón por el atraso la verdad es que no estamos enfrentando con decisión la horrorosa situación política venezolana. Si ya sabemos que no importa lo que haga desde la Asamblea Nacional porque el régimen se opondrá, ¿que esperamos para actuar? Por ejemplo, declarar la nulidad de los magistrados indignos puestos en el TSJ hace unos meses es algo que deberíamos haber hecho, o hacer ya sin más demora. Las razones son contundentes y el mecanismo expedito. Hay que tratar de arrancar los colmillos a la culebra. Y si se va a presentar el gran conflicto, bueno, ¿para cuándo lo vamos a dejar? El país tiene que echar el resto contra estos hampones enquistados en el poder. .   
Ante el cuadro de insuficiente acción ante el desastre comienzan a aumentar las posibilidades de una intervención extranjera en Venezuela. Muchos compatriotas recitarán de nuevo aquello de “la planta insolente del extranjero”, pero lo cierto es que una intervención extranjera puede llegar a ser necesaria y urgente. Hablo de intervención por parte de organismos internacionales como la OEA, la Cruz Roja Internacional o las Naciones Unidas. Hablo también de un escenario, quizás un tanto más remoto, en el cual tengan que llegar fuerzas armadas internacionales, para llevarse al manicomio o la cárcel  a los locos, ignorantes y corruptos que se niegan a dejar el poder en Venezuela y ya coquetean con el genocidio. 

 

Reconozco que hablar de esta posibilidad hiere muchas sensibilidades y suena a sacrilegio, a blasfemia. Pero recordemos que las blasfemias de hoy serán las verdades incontrovertidas del mañana. Como decía Galileo: “Per si muove”. 

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