Virginia Contreras *
Hace un par de años el premio Nobel de la Paz y ex presidente de Costa Rica, Oscar Arias, en un discurso sobre la situación de Venezuela mencionaba como parte esencial del mismo, que “No hay nada peor que tener miedo a decir la verdad”.
El caso de Oscar Arias resulta particularmente interesante, porque si hay algún jefe de Estado que padeció en carne propia las amenazas reales de parte del Presidente Hugo Chávez, fue precisamente aquel. Siendo presidente de Costa Rica, Arias se atrevió a criticar al mandatario venezolano. Chávez, como solía ocurrir cuando se sentía aludido por algún mortal, profirió una amenaza que de materializarse causaría graves perjuicios para el pequeño país Centro Americano. La amenaza consistía en que si Arias no se retractaba, Chávez ordenaría el cierre de la planta de Aluminio venezolana, “CVG ALUNASA”, la cual se encuentra instalada en Costa Rica. Casualmente esta empresa hoy está siendo depredada por un militar venezolano que funge como su presidente, y por su familia y allegados colocados en cargos claves allí, sin que nadie en Venezuela haga algo por evitarlo.
Dadas las consecuencias que para Costa Rica representaría el cierre de dicha empresa, Arias tuvo que disculparse en aquel entonces públicamente por sus palabras.
Esta actitud del ex mandatario costarricense, en vez de disminuirlo como persona, lo hizo ver ante los suyos como un presidente que antes de pensar en su propio orgullo golpeado, pensaba en su pueblo y en lo que representaría para su país el mantener una posición personal a costa del daño a la economía de aquel. Los tiempos pasaron y todos en el mundo saben que lo que dijo Arias no solo era cierto, sino que lo convirtió en unos de los primeros presidentes en advertirlo públicamente.
La anécdota referida nos trae a colación la actual crisis venezolana. En Venezuela, si bien se han venido planteando algunas soluciones a fin de frenar el desgobierno que representa el presidente Nicolás Maduro, el mundo ve con preocupación la imposibilidad práctica de ejecución de algunas de ellas. Nos referimos específicamente a la realización de un referéndum para revocar (RR) el mandato del gobernante venezolano en el presente año. Lo preocupante, señalan los entendidos, no es que se aprecie la imposibilidad de la ejecución del RR, sino que no se avizore una propuesta alternativa. Adicionalmente a esto, advierten, que mientras esto sucede, no existe quien le diga a la sociedad venezolana la verdad.
De acuerdo con los análisis de quienes han vivido experiencias afines en el mundo entero, en el caso particular de Venezuela es evidente que en cinco meses que restan para que termine el año, y 10 días del próximo año -fecha tope que de acuerdo a la Constitución de la Republica (CR) podría convocarse a nuevas elecciones presidenciales- resulta prácticamente imposible su ejecución.
Tal y como lo conocen los propios venezolanos, el organismos electoral (CNE) ha venido practicando una política criminal de retardo en todo lo que representa la solicitud de RR. Esto le ha permitido al gobierno ganar el tiempo necesario para mantenerse en el poder a como dé lugar, haciendo inviable el único proceso que verdaderamente lograría terminar en mediana paz lo que hasta ahora ha sido una batalla campal por la democracia del país.
Presentada la solicitud de activación del RR por parte de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) al CNE, este demoro un mes y medio para entregar las planillas en donde se recogerían el 1% de las firmas de electores inscritos. Esta condición de recabar dichas firmas, había sido inexistente en los procesos anteriores en Venezuela.
Después de haberse sobrepasado con creces el número de firmas requeridas, el CNE ordeno un mecanismo de verificación de estas, que bien soñarían los expertos en evidencias criminalísticas venezolanos que se usaran en las investigaciones policiales a su cargo. Hoy en día el ente comicial ni siquiera ha reconocido oficialmente el cumplimiento de la primera etapa del proceso revocatorio, ni mucho menos ha autorizado la recolección del 20 % de firmas requeridas para continuar con el mismo.
Bien es sabido que en política, como en la guerra, a veces resulta imposible decir toda la verdad, o por lo menos en la forma en que uno quisiera, pero cuando de esa verdad dependen las iniciativas de los ciudadanos para contrarrestar la acción de un gobierno al cual le importa muy poco el destino de estos, resulta impostergable el sincerarse. Venezuela no es la Rusia de Stalin, que ordeno (1942) sitiar a Stalingrado, impidiendo que los civiles salieran, para así alentar a la milicia soviética a luchar con energía al saber esta que sus familiares se encontraban entre ellos mismos.
Venezuela es un país en donde la sociedad civil en su conjunto, posee opiniones propias, y de alta valía intelectual. De allí que negarles a los venezolanos el buscar otras opciones, bajo la justificación que fuera, representa un acto no solo reprobable, sino que impide el unir esfuerzos para la solución de un problema que aqueja a toda la población del país, sin distinción de ideología política, ni de raza, o condición social.
Todas las filosofías, religiones y culturas del mundo han aceptado universalmente lo que es conocido como “la regla de oro”, cuyo principio es muy simple: “Trata a los demás como querrías que te trataran a ti”. Esto significa que quien haga valer esta regla debe tratar con la misma consideración, a todos los ciudadanos, no solo a sus amigos, familiares, o a los miembros de su partido político, como quisiera que estos lo trataran.
Por muy arduo que parezca el camino, al final serán los ciudadanos en su conjunto quienes decidirán su destino. No en balde la propia Constitución de la Republica ha establecido aquel principio obligatoriomediante el cual “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos” (Artículo 350 CR).
Y a usted, ¿Cómo le gustaría que lo trataran?
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- Abogado, experta en Defensa Hemisférica, ex embajadora ante la OEA