Santiago Posteguillo: La sangre de los libros (I)

[box_light]Santiago Posteguillo, algunas de sus obras. Ilustración tomada de www.alquiblaweb.com[/box_light]

 

En pocas palabras. Javier J. Jaspe

Washington D.C. / analisislbre.org

 

Santiago Posteguillo, integrante de la reciente exitosa ola de escritores españoles, publicó el año pasado un nuevo libro que se une a la lista de obras fruto de su excepcional talento como narrador y ensayista, en la que se incluye una novela histórica en forma de trilogía sobre Roma (Africanus, el hijo del consul; Las legiones malditas; y La traición de Roma), la cual ha sido objeto de amplia acogida tanto por la crítica como por los lectores. En alguna oportunidad posterior intentaremos reseñar dicha trilogía en estas crónicas. Ahora nos referimos a: La sangre de los libros, editorial Planeta, 2014, 222 páginas, publicada simultáneamente en México y España.

 

Posteguillo, profesor titular en la Universitat Jaume I de Castellón, Castellón de la Plana, Comunidad Valenciana, España, incluye en la obra que reseñamos 30 historias cortas, donde se pone de relevancia que en muchas obras de la literatura universal, como se recoge en el prólogo, “hay misterios y enigmas y, con frecuencia, sangre: la sangre de los escritores esparcida de forma silenciosa por entre las líneas de sus libros. La buena literatura, agrega Posteguillo, “es la que está escrita…con sangre en las sienes, en las manos y en el alma”.

 

Por el alto número de historias vertidas en el libro, intentaremos reseñar éstas en el mismo orden en que están allí expuestas, a lo largo de éste y los dos siguientes artículos. Los títulos de los relatos en negrillas son de la obra, seguidos de otros que he agregado para orientar al lector, destacando el nombre del escritor y/o el principal asunto aludido en cada relato. En la segunda parte del artículo formularé algunos breves comentarios. Veamos:

 

Las historias

 

El gran rescate. Cuando Europa del Sur rescató a Europa del Norte.  Francesco Petrarca: El gran rescatador

Posteguillo relata que en 1333, Francesco Petrarca reencontró en el Monasterio de Lieja, el discurso de Marco Tulio Cicerón en el año 62 a.C,  en defensa de su maestro, Licinio Archia, a quien pretendían aplicarle la Ley Papinia por indocumentado y desterrarlo de Roma. El tribunal falló a favor de la defensa y Archia permaneció en Roma. El discurso estuvo muchos años perdido y estaba a punto de ser quemado  en el indicado Monasterio hasta que fue reencontrado. A decir de Posteguillo, Petrarca no sólo fue uno de los más grandes poetas, que reinventaría la poesía moderna con sus sonetos a Laura; fue mucho más que eso. El italiano inició uno de los mayores rescates de la historia del mundo: salvar del fuego, de los basureros y de la aniquilación decenas de textos clásicos que se desdeñaban por paganos. A Petrarca lo siguieron Coluccio Salutati, Niccoló Niccoli o Poggio Bracciolini. Entre ellos recuperaron a Cicerón, Virgilio, Lucrecio, Quintiliano, Livio y tantos otros: discursos, poemas, oratoria; historia y literatura salvadas del fuego….Sin estos rescatadores que hicieron que se valoraran más, es posible que al final todo lo salvado en la Edad Media hubiera terminado perdiéndose. Así se inició el Renacimiento, afirma Posteguillo.

De una mosca y un mosquito a una obra maestra de la literatura universal. Virgilio: La Eneida

Posteguillo comienza por incluir un relato sobre la leyenda, según la cual, Virgilio habría levantado un gran monumento funerario en la mayor de sus fincas para ver así salvada su hacienda gracias a la tumba de una mosca. Ésto, porque en Roma se había emitido un decreto para confiscar latifundios y fincas, pero del mismo se habían exceptuado, por respeto a los muertos, aquellas heredades en las que hubiera una tumba. Al parecer, según apunta George Pendle y apoya Posteguillo, esta leyenda pudo haber surgido a partir de una reinterpretación o relectura del poema “Culex” (Mosquito) de Virgilio, donde se narra cómo un mosquito pica a un campesino mientras duerme. Éste se despierta y lo mata, pero al despertarse ve que una fiera iba a atacarlo, de modo que puede salvarse, en definitiva, gracias a aquella picadura que lo ha despertado a tiempo. En el poema el mosquito le reclama en sueños al campesino que no haya tenido una atención con él, pese a que su picadura le había salvado la vida. Cuando el campesino despierta, prosigue el poema de Virgilio, corre a levantar un a fastuosa tumba para el mosquito.

Después de referirse a la anterior leyenda, Posteguillo narra cómo pudo salvarse la Eneida, obra magistral de Virgilio en el año 19 a.C. Virgilio le había ordenado a Lucio Varo que esta obra fuese quemada a su muerte, pues la consideraba inacabada y con algunos versos incompletos. Varo lo meditó seriamente y decidió consultar con el emperador Octavio Augusto, quien se había mostrado interesado en verla terminada cuando se entrevistó con Virgilio en Atenas en un tiempo anterior. Luego de leerla, el emperador Augusto ordenó a Varo que no se cumpliera el deseo de Virgilio y que aquel extenso poema no fuera quemado sino, al contrario, que se editase bien y se diera a conocer al mundo. Según Posteguillo, acababa de salvarse la Eneida, el gran poema épico de Roma, equiparable a la Ilíada y la Odisea. Un texto clave en la literatura occidental.

Las tres condenas a muerte. La muerte de Séneca

Posteguillo relata cómo Lucio Anneo Séneca, también conocido como Séneca el Joven, nacido en Córdoba, se quitó la vida por orden de Nerón en la primavera del año 65 d.C., injustamente acusado por el emperador de haberse conjurado contra él. Ésta era su tercera condena a muerte. Había sobrevivido a las dos anteriores. La primera la emitió Calígula por envidia a la popularidad de Séneca y la segunda el emperador Claudio quien lo acusó de yacer con la hermana de Calígula, pena esta última que fue conmutada por un destierro en Córcega. Posteguillo dice: “Séneca es un grande de la literatura de todos los tiempos y sus máximas son un curso intensivo de sabiduría. De todas ellas me quedo siempre con ésta: Sapientia sola libertas est. Es decir: la sabiduría es la única libertad. No se pede decir más con tan pocas palabras”.

Los versos perdidos. Dante: La Divina Comedia

Posteguillo narra cómo en Italia, a finales de 1321,  Jacopo, hijo de Dante Alighieri, luego de la muerte de éste, encontró en Florencia los 13 versos que faltaban para completar los 33 versos de la parte dedicada al Paraíso en la principal obra escrita por su padre titulada: La Divina Comedia. Dante había sido exiliado de Florencia por sus enemigos politicos y se radicó en Ravena, pero antes de irse al exilio escondió los versos faltantes en un espacio hueco de las paredes de Madera de su casa en la primera ciudad. La anécdota es originaria del biografo de Dante, el también gran escritor Boccaccio. Según éste relata, Dante se apareció en sueños a su hijo Jacopo y le reveló el lugar exacto donde encontrar los cantos que falataban. Posteguillo destaca que los restos de Dante siguen reposando en Ravena, pese a los intentos de Florencia para que los mismos retornen a su ciudad.

El proyecto secreto y una tumba perdida. Gutenberg: La imprenta

Posteguillo cuenta sobre las desventuras vividas por Johannes Gutenberg en 1450, para desarrollar el proyecto secreto que cristalizó en la invención de la imprenta y, especialmente, cómo Johann Fust y Peter Schöffer se apropiaron de dicho proyecto, en pago de la deuda que con ellos había contraído Gutenberg para financiarlo. Posteguillo comenta que el invento de Gutenberg “…es tan importante en el devenir del conocimiento humano como posiblemente lo sea internet, pero a él le negaron su reconocimiento en vida.” Gutenberg, remata Posteguillo, falleció en 1468, aunque de su tumba seguimos sin saber nada.

El arresto. El prolífico y donjuanesco Lope de Vega

Posteguillo narra algunas de las desventuras  (incluidas prisiones y destierros) de Félix Lope de Vega y Carpio, conocido como Lope de Vega, durante los años 1587 y 1588, particularmente, con motivo de sus amoríos con Elena Osorio,  mujer casada, hija de don Jerónimo Velásquez, autor teatral de cierta fama, y con doña Isabel de Urbina Alderete y Cortinas, a quien persuadió para llevársela y de que escapara de la ciudad con él. Lope de Vega, según dice Posteguillo, sale siempre en todos los listados de escritores más prolíficos de la historia (tres mil poemas, dos mil obras de teatro y varias novelas breves), donde compite con Corín Tellado y sus cuatro mil o cinco mil novelas, Rolf Kalmuczak, a quien debemos más de dos mil novecientos novelas (eso sí, usaba cien seudónimos); o el autor brasileño de origen japones Ryoki, con sus mil cien novelas publicadas hasta la fecha. Sinembargo, afirma Posteguillo, en el caso de Lope de Vega es posible que de todas las obras atribuídas a él, sólo unas trescientas sean realmente suyas, ya que en su época si se deseaba asegurar el éxito de una obra, se le atribuía a su autoría, como una especie de marca de fábrica.

Una noche de pendencia. El impulsivo y pendenciero Pedro Calderón de la Barca

Posteguillo cuenta cómo el escritor Pedro Calderón de la Barca, en un momento del año 1629,  se metió en el convento de clausura de las trinitarias de San Ildefonso, persiguiendo al comediante Villegas, quien allí se había refugiado luego de haber herido innoblemente en un duelo a Diego, hermano del primero. Aquella reyerta y aquel romper la clausura sagrada, dice Posteguillo, le valieron a Calderón reprimendas del entonces poderoso fraile Paravicino y hasta del propio rey, así como la enemistad eterna de Lope de Vega, pues la joven novicia Marcela de San Félix, residente en dicho covento, era hja de éste otro famoso dramaturgo.  Sin dejar de lamentarlo, Posteguillo también comenta que en aquel convento de la calle Cantarrana, que hoy, ironías del destino, se denomina calle de Lope de Vega, fue enterrado, de forma humilde, don Miguel de Cervantes (y una placa así lo atestigua en la fachada); pero como la capilla se derribó y el convento fue reconstruido, se perdió conocimiento del lugar exacto de la tumba.

Un calambur. El ingenioso Francisco de Quevedo

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, un “calambur” es la agrupación “de las  sílabas de una o más palabras de tal manera que se altera totalmente el significado de estas; p.ej., platano es/plata no es” (RAE, Tomo I, página 394). Posteguillo narra cómo el escritor Francisco de Quevedo, un día de 1650 y …algo, le ganó una apuesta a varios amigos, a que le decía “coja” a la reina Mariana de Austria, esposa del rey Felipe IV. Para ello le ofreció a esta reina dos flores, una en cada mano, y, mirándola fijamente a la cara, le dijo:

—Está su majestad tan radiante como siempre y le he traído un presente para festejar semejante lozanía. –Miró entonces de reojo a sus amigos y de nuevo a la reina. Allá iba a por la apuesta–: Entre el clavel y la rosa, su majestad escoja.

La leyenda sostiene que la reina aceptó de buen grado el regalo y que tomó con buen humor el ingenio del poeta al responder:

–Que soy coja ya lo sé y el clavel escogeré.

Del poder de Ramsés II al ingenio de Woody Allen.  Percy B. Shelley: Ozymandias y lo efímero del poder terrenal

Posteguillo se refiere en esta historia a la composición del poema escrito por Percy B. Shelley, titulado “Ozymandias”, nombre que no es otra cosa sino la transliteración griega de uno de los apelativos con los que Ramsés II (siglo XIII a.C) gustaba de ser conocido. El poema está relacionado con la llegada a Inglaterra de un imponente monumento levantado por Ramsés II en recuerdo de su poder, el cual se encuentra albergado en la Sala 4 de la sección de escultura egipcia del Museo Británico . En la descripción de Posteguillo, se trata de un soneto donde un viajero encuentra en medio del desierto de Egipto los restos de una estatua de colosales dimensiones de la que ya apenas queda nada: un pedestal, unos pies y un rostro medio enterrado en el suelo. Ruinas transformadas en el testimonio mudo del enorme poder de quien ordenó su construcción en otros tiempos, pero de quien ya no queda ni poder ni casi memoria; el viajero ve entonces unas palabras escritas en el pedestal: “Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes, / !mirad mis obras, vosotros poderosos, y desesperad!”. Y, sin embargo, sólo hay ruinas y las arenas del desierto alrededor: una gigantesca metáfora sobre lo pasajero del poder terrenal que abandona siempre a todos incluso a los faraones. En la primera parte de su narración, Posteguillo se refiere a la batalla comandada por Ramsés II en contra de los Nubios y, en la última parte, a la película de Woody Allen, A Roma con amor, donde se incluye una mención a “la melancolía de Ozymandias”, como para aludir al hecho de que los personajes allí recreados eran poderosos e importantes en una época anterior pero ahora ya nada queda de eso. Al final se copian los versos del indicado poema de Shelley.

Los poetas del heavy metal. Poemas de Samuel Coleridge y José de Espronceda hechos canciones

Se relaciona con la composición de dos poemas. El primero, en Inglaterra, escrito por Samuel Coleridge en 1798, titulado: The Rime of the Ancient Mariner (La Balada del Viejo Marinero). Al decir de Posteguillo, este es uno de los poemas más enigmáticos y grandiosos de la literatura inglesa, con el que nacía, junto con otros textos de su amigo William Wordsworth, el movimiento romantico en la literatura anglosajona. En el mismo se describe, un barco a la deriva, en medio de un mar sin viento, con los marineros muertos de hambre y sed, sobre los que de pronto, empezaba a sobrevolar un enigmatico y gigantesco albatros. En opinion de Posteguillo, se trataba de una alegoría sobre la lucha entre la tendencia natural de muchos seres humanos a obrar mal y el reencuentro con  la libertad gracias a la penitencia como único camino hacia la redención. El segundo poema se titula Canción del Pirata. Éste es considerado por Posteguillo como un gran poema romantico y fue compuesto en España, en 1834, por José de Espronceda, famoso por sus inclinaciones liberales, en los tiempos de Fernando VII. Ambos poemas fueron tomados como letras de canciones de famosas bandas de rock heavy metal años más tarde. El de Coleridge, por Iron Maiden (https://www.youtube.com/watch?v=t7zk4as9kzA), en canción estrenada en Varsovia, en 1984, cuando avanzaba con paso firme el sindicato Solidaridad que buscaba liberar a Polonia del yugo comunista soviético. En cuanto al poema de Espronceda, éste fue grabado por el grupo español Tierra Santa en el año 2000 (https://www.youtube.com/watch?v=9q23J9u6yJE).

Algunos breves comentarios

Varias son las consideraciones y reflexiones a las cuales mueven las primeras 10 historias del singular libro de Santiago Posteguillo arriba reseñadas. Lo primero que observo es que son fruto de una cuidadosa selección que principalmente explica la amplia cultura literaria del autor. Lo segundo es que estas historias son presentadas en forma amena y envueltas en una atmósfera que estimula el interés del lector, como esos caramelos deliciosos que en nuestra niñez nos eran obsequiados en una hermosa envoltura de varias capas, las cuales debíamos desvelar antes de estar en capacidad de al fin saborearlos en la boca. Arriba he tratado de llegar en lo que a mi opinion respecta, al caramelo o esencia de las historias narradas por Posteguillo, pero necesaria y principalmente hará falta leer el libro para disfrutar de las ricas ideas e ingeniosos giros literarios con que Posteguillo las integra. Entre los aspectos que particularmente me han llamado la atención, incluiría los siguientes:

  • El tono anecdótico – Un buen número de las historias incluidas presentan los hechos a través de anécdotas que ayudan a conocer el carácter del escritor y/o el tema tratado en la obra de su autoría que se comenta. Así es posible captar en un instante, por ejemplo, la ingeniosidad de Quevedo en el uso del lenguaje, el carácter impulsivo y pendenciero de Calderón de la Barca o los afanes donjuanescos de Lope de Vega.

 

  • El rescate de la memoria del pasado – Me impresionó gratamente la labor del gran Francesco Petrarca, al lado de otros indicados en la historia, para rescatar las obras literarias del pasado que permitieron asentar las bases del renacimiento. Igualmente, la recuperación de los capítulos perdidos de la Divina Comedia de Dante, y que se pudiera evitar la destrucción de la Eneida de Virgilio. Se trata de relatos realmente inspiradores. No puede haber algo más dañino para avanzar en la creación literaria, que el olvido hacia los autores y las obras que éstos han producido en el pasado. Las bibliotecas modernas acumulan mucho material escrito, especialmente, después de que Gutenberg inventara la imprenta, complementado ahora con una sección para conservar los archivos electrónicos. Pero todavía hay pendiente la amenaza de que descuidos o negligencia hagan que se pierdan ejemplares, o que incluso guerras religiosas o arrebatos totalitarios procedan a llevar el material conservado a la hoguera.

 

  • Tumbas perdidas o exiliadas – Ciertamente es lamentable que no se sepa donde están los restos mortales de Gutenberg y Cervantes, o que los de Dante no sean regresados a reposar en su nativa Florencia, si observamos estos hechos en el contexto de su importancia histórica. Lo digo, porque con la cremación de los restos, por la cual muchos optan en la actualidad, la conservación de los mismos en tumbas parece haber perdido importancia. Más cuando algunos piden en su última voluntad, que sus cenizas sean esparcidas a los cuatro vientos o en lugares previamente seleccionados.

 

  • La lucha por la libertad – No puede dejar de ser más aleccionador el relato dedicado a Séneca, muerto a consecuencia de sus ideas y su posición en contra del poder tiránico de Nerón, antes encarcelado y también condenado a muerte injustamente por el también sátrapa Calígula y por Claudio. Éste es uno de los relatos que todavía tienen actualidad en la realidad que vivimos en pleno siglo XXI. En muchos países, dictadores y autócratas mantienen en prisión, torturan y/o asesinan a cientos de personas cuyo único delito es luchar por la libertad y la democracia. Es más, algunos gobiernos se ceban en reprimir a los estudiantes, quienes, precisamente, hacen suya la maxima de Séneca, citada por Posteguillo: Sapientia sola libertas est. Es decir: la sabiduría es la única libertad.

 

  • La expulsion de inmigrantes – Cuando leía lo relacionado con la pretendida expulsion de Licinio Archia y la apasionada y exitosa defensa que hizo Cicerón ante el tribunal para evitarlo, también pensé que se trataba de un episodio que se relaciona en alguna medida con la realidad actual. En efecto, salvando las distancias, el incremento de la inmigración hacia varios países de Europa y Estados Unidos integra parte fundamental de la agenda política en época electoral. Recientemente, por ejemplo, Donald Trump la emprendió contra los inmigrantes mexicanos, mereciendo la repulsa de la mayoría de la población de Estados Unidos, donde convive un componente hispano que ya apunta hacia convertirse en la más elevada minoría en este país y, por tanto, un factor crucial a la hora de inclinar la balanza electoral.

 

  • El poder, siempre el poder – El alcance y ejercicio del poder es un fenómeno que se encuentra en revaloración en la actualidad. Lo recordaba, a propósito del poema de Shelley, sobre Ozymandias y lo efímero del poder terrenal, aspecto éste sobre el cual otros autores coinciden, como es el caso de Victor Hugo en uno de los versos de su poema sobre Napoleón II. Sinembargo, pese a estas valiosas obras literarias, mucho me temo que pasará algún tiempo, si acaso al final será inútil, para que los politicos dejen de acariciar la idea de querer perpetuarse en el ejercicio del poder. Valga el ejemplo de América Latina, donde en un buen grupo de países se han reformado o se busca reformar a las constituciones políticas para permitir la reelección indefinida del presidente de la república.

 

  • La mutación del carácter de los deudores – Mientras meditaba en torno a la historia que narra Posteguillo sobre Gutenberg, no dejé de lamentar que perdió su proyecto de invento de la imprenta en manos de sus financistas acreedores. Pero, al mismo tiempo, pensé que la idea del deudor como débil en la relación con sus deudores, la cual representa Gutenberg y su historia, corresponde a una visión romántica bastante superada en alguna medida en la actualidad. En el mundo contemporáneo, los principales deudores de los bancos son empresas o países, los cuales tienen alto poder financiero o poder politico, según corresponda. Grecia, por ejemplo, para citar un ejemplo de elevada repercusión en estos días, a pesar de ser un país relativamente pequeño, por lo elevado de su deuda, mantiene en jaque al resto de Europa y amenaza con tener significativas repercusiones en el mercado financiero internacional, cuyos signos comienzan a verse. De manera, pues, que no nos confundamos, no siempre siendo un deudor se es débil, sino que lo diga el señor Alexis Tsipras y los factores politicos que lo secundan en Grecia, en el curso de los acontecimientos que se encuentran en pleno desarrollo…

 

  • El valor trascendente de la poesía – Finalizo estos comentarios diciendo que fue refrescante ver en algunos de los relatos incluidos en el libro, cómo poesías escritas hace muchos años, por su calidad, fuerza expresiva y los valores que informan su contenido, han trascendido hasta nuestros días hasta el punto de ser recogidas en piezas musicales o mencionadas en películas. Este es el caso de los poemas de Coleridge (The Rime of the Ancient Mariner o La Balada del Viejo Marinero), Espronceda (Canción del Pirata) y Shelley (Ozymandias), popularizadas o mencionadas por Iron Maiden, Tierra Santa y Woody Allen, respectivamente. Un motivo más que oblige a preservar la herencia literaria recibida de autores que, al decir de Posteguillos, han escrito con sangre en las sienes, en las manos y en el alma…

 

En pocas palabras, La sangre de los libros, una obra singular de Santiago Posteguillo, donde incluye historias de indudable valor literario que nos hacen reflexionar sobre diversos aspectos del mundo en que vivimos, cuya lectura no dudamos en recomendar. En la próxima entrega espero poder referirme a las siguientes diez historias de este libro. Veremos…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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