Alfredo Michelena
Recientemente, el embajador y ex –vicecanciller Milos Alcalay fue deportado de Nicaragua cuando llegaba para asistir a un foro patrocinado por la ONG internacional: Liga Mundial por la Libertad y la Democracia. A Milos se le confiscó el pasaporte, fue montado en un avión y dejado en Panamá.
No es la primera vez que el régimen de los Ortega impide a líderes opositores el acceso a ese país. Recientemente el exgobernador Henrique Salas y el diputado Carlos Berrizbeitia sufrieron la misma penalidad.
Estos lamentables y condenables hechos muestran la subordinación de algunos gobiernos a la égida chavista. Pero eso, que es esperable entre aquellos que forman parte del castrochavismo internacional, es al menos sorpresivo en países que siempre mostraron un talante democrático.
La expulsión de dos líderes estudiantiles venezolanos de Colombia y su entrega a la policía política del régimen (SEBIN) ha dejado al mundo libre y democrático estupefacto. Es un acto reprochable y condenable. Viola el principio de non refoulement o nodevolución al deportarlos y entregarlos al SEBIN, conociendo las documentadas denuncias sobre torturas o tratos crueles e inhumanos a estudiantes manifestantes por parte de los cuerpos represivos de Venezuela y el talante politizado de la justicia venezolana sometida al proyecto chavista.
Las declaraciones del director de Migración de Colombia, son un poema. Según él los jóvenes fueron deportados porque “se encontraban de manera irregular en el país”. No se si reírme o llorar.
Imagínense si aquí hubiéramos emprendido una deportación masiva de colombianos por esa razón o nos hubiéramos puestos estrictos con las leyes de migración, o devolviéramos los cientos de miles de refugiados que han llegado por la violencia del hermano país, quedarían pocos de los millones de colombianos que cruzaron y cruzan de forma irregular la frontera común y viven en Venezuela. ¡Que horror!
Esta acción fue o de un tonto de capirote, que ya no debería estar en su cargo, o tiene una connotación política. Como no han botado a nadie, lo único que queda es lamentar la falta de valores democráticos por parte del gobierno de Santos y su afán de congraciarse con Maduro y lo que es peor con las FARC y sus aliados. Confirma nuestras sospechas las recientes noticias de que Colombia le está negando asilo a cubanos que huyen de los Castro. “Santos ha roto la generosa y hermosa tradición humanitaria de Colombia como país receptor de perseguidos políticos” (G400+).