Gustavo Coronel / Washington
Anàlisis Libre
Hace unos días un trio de altos funcionarios del gobierno de los Estados Unidos visitó Caracas y se reunió con miembros del régimen de Nicolás Maduro. Esta es la primera visita del gobierno de USA a Venezuela en tres años. Como se sabe, las relaciones directas entre los dos países estaban rotas y USA ha implantado severas sanciones en contra del ilegítimo y dictatorial régimen de Maduro, llegando –inclusive – a ofrecer una recompensa de U.S.$15 millones sobre la cabeza del dictador.
Nadie en Venezuela – excepto la gente de Maduro – objeta la validez moral de estas sanciones, aunque hay algunos politólogos y otros hacedores de opinión que argumentan que deben ser suspendidas, porque le hacen más daño al pueblo de Venezuela que a Maduro. Todas las indicaciones que tenemos muestran que las sanciones han debilitado a Maduro significativamente y que el dictador está desesperado por ver el fin o la mitigación de la presión estadounidense sobre su melancólico régimen.
Sin embargo, la crisis ruso-ucraniana y sus ramificaciones económicas parecen haber llevado al gobierno de Biden a considerar conversar con el dictador venezolano sobre un posible suministro de petróleo venezolano a USA, dentro del marco de las sanciones que se están implantando en contra de la Rusia de Putin, las cuales podrían incluir a corto plazo un corte de la importación de petróleo ruso a USA.
Poca gente está enterada de que USA importa petróleo ruso. En Diciembre 2021, por ejemplo, USA importó unos 400.000 barriles diarios de crudos y productos petroleros rusos. Este volumen es bastante pequeño en relación con el consumo total de los Estados Unidos, apenas un 2- 3%, pero ha llegado a ser de un 5% durante los meses anteriores. Parecería, por lo tanto, que un corte de ese suministro a USA no representaría un mayor problema para el país, a menos que la naturaleza del petróleo ruso fuese de especial importancia estratégica para USA (lo cual no creemos sea el caso), aunque si pudiese tener un impacto psicológico importante sobre el mercado internacional de la energía.
Ir a Venezuela a examinar la posibilidad de que ese volumen que se cortaría a Rusia pudiese ser remplazado por petróleo venezolano representa un paso sorprendente por sus implicaciones morales, políticas y económicas. Venezuela estaría siendo reconocida por USA como un peón en el macabro juego de ajedrez que Putin ha iniciado en Ucrania.
Sin embargo, no sabemos exactamente cuál fue la naturaleza exacta de las conversaciones. Uno de los tres funcionarios visitantes es un experto en intercambio de presos, otro es el embajador de USA en Colombia. Ninguno de los dos es experto petrolero. No sabemos si el tercero lo es. Lo que esto revela es que las conversaciones no fueron específicamente sobre petróleo sino que deben haber abarcado la relación integral entre los dos países, incluyendo la posible liberación de los presos estadounidenses retenidos por maduro, unas 8 personas, seis ejecutivos de CITGO y dos implicados en un intento fallido de invasión.
CUALQUIER PEDIMENTO DE USA A MADURO TENDRÍA QUE IR ACOMPAÑADO DE UNA CONCESIÓN AL RÉGIMEN VENEZOLANO
Si el pedimento de USA a Maduro fuese de obtener su petróleo, es probable (especulo) que detrás de ese pedimento pueda estar la empresa CHEVRON, la cual es la única empresa petrolera estadounidense que aún conserva lazos con el régimen dictatorial y se encuentra activa en Venezuela. La empresa CHEVRON ha sido complaciente con Chávez primero y con Maduro después, en su intento de permanecer en Venezuela, seguramente esperando el momento en el cual la industria petrolera venezolana pueda renacer y los encuentre a ellos en el sitio, con ventaja sobre otros recién llegados. Cualquier convenio de suministro de este tipo en el cual CHEVRON tenga plena participación sería excelente para esa empresa. Una producción adicional de, digamos, unos 500.000 barriles diarios quizás podría ser lograda en relativo corto tiempo, en materia de unos seis meses, si CHEVRON entrase a operar con luz verde de ambos gobiernos y con su conocimiento de los yacimientos petroleros venezolanos.
Sin embargo, pensamos que un convenio de este tipo tendría un costo alto para el gobierno de los Estados Unidos, en términos políticos, además de su costo moral. En efecto, Maduro es un aliado incondicional de Putin, en un momento en el cual solo un puñado de estados forajidos lo defiende y el mundo entero lo rechaza, mientras China está sentada, esencialmente silenciosa, en palco de primera fila. Un arreglo del gobierno de Biden con Maduro tendría un severo impacto negativo sobre los demócratas en futuras elecciones, ya que los republicanos, con excepción de Trump y el influyente comentarista de Fox News, Tucker Carlson, se muestran ya alineados contra Putin y sacarían provecho de cualquier arreglo de Biden con Maduro. Por esto, no parecería que lograr un aporte de petróleo venezolano para USA de la magnitud que hemos mencionado valga la pena, si hay que pagar tal precio moral y político. Es probable – por lo tanto – que no haya arreglo alguno, al menos en el sector petrolero.
¿SE ACENTUARÍAN LAS SANCIONES A MADURO?
Al contrario, de las reuniones celebradas en Caracas podrían derivarse nuevas sanciones contra Maduro, habida cuenta de su declarada alineación con Putin. Uno se imagina un diálogo así:
– Entendemos que ustedes (Venezuela) han ofrecido ayuda militar a Rusia. ¿Es esto cierto?
– Nosotros (dice Maduro) somos aliados de Rusia y eso no es un secreto. Y pensamos continuar siéndolos.
– Esa visita podría concluir que a Venezuela hay que neutralizarla.
Ello sería una buena excusa para que los Estados Unidos consideraran una mayor intensidad de sanciones. Dependiendo de la dinámica Rusia-Ucrania-OTAN, podrían hasta pensar en una acción militar que estaría destinada a derrocar al régimen de Maduro, justificándola en la presencia real o presunta militar rusa en Venezuela. No estamos proponiéndola sino, simplemente, especulando sobre las opciones que podría estar considerando el gobierno de Biden.
LO QUE SI ES CIERTO
Es que la situación global de crisis política y económica actualmente en desarrollo parece estar causando un debilitamiento de los principios morales que sustentan una coexistencia civilizada. Con la pérdida de las brújulas morales cualquier locura es posible, aún aquella en la cual no quisiéramos pensar.