Venezuela: El «secuestro express» de Guaidó y los dos poderes legítimos

 Momento en que un comando de la policia política secuestra al Presidente Interino de Venezuela, Luís Guaidó, liberado poco después.

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William Cárdenas Rubio-Vargas

Análisis Libre, Madrid

Al más fiel estilo de las mafias criminales, el “Cartel de los Soles” detuvo en la autopista que une la ciudad de Caracas con la población de La Guaira, al Presidente Encargado de la República de Venezuela, Diputado Juan Guaidó. Dos vehículos todo terreno cercaron la unidad donde se trasladaba Guaidó, detuvieron su marcha, lo sacaron a la fuerza individuos encapuchados y portando armas largas, lo introdujeron en otro vehículo y se lo llevaron, ante la mirada estupefacta de decenas de conductores que se desplazaban por esa vía.

La escena parecía sacada de una de las películas de Tarantino, si no fuera por la elocuencia de que quien resultaba víctima de este hecho criminal, era nada más y nada menos el Presidente recién electo (5 de enero) de la Asamblea Nacional venezolana, y que por mandato expreso de la Constitución Bolivariana en su artículo 233, se ha convertido en el Presidente Encargado de la República, al no existir, para el pasado 10 de enero, persona alguna legitimada que pudiera asumir legalmente la Presidencia de la nación.

En este sentido, la función que pretende ejercer Nicolás Maduro no tiene otra lectura que la del delito de usurpación, con las consecuencias legales, penales y constitucionales que establecen las leyes venezolanas por la ruptura al orden democrático.

Esto, lo dijimos con ocasión del 10 de enero del año 2013, no es la primera vez que ocurre. Ya entonces Nicolás Maduro usurpó estas funciones de Presidente para preparar y candidatearse desde la jefatura del Estado a unas elecciones manipuladas y fraudulentas que le permitieron gobernar al país durante el período 2013-2019.

Pero en estos momentos, las circunstancias han cambiado considerablemente. La Comunidad Internacional, la población venezolana y sus fuerzas armadas, ya son más conscientes de la ilegitimidad y del actuar criminal de la mafia usurpadora del gobierno en Venezuela. La gente se ha dado cuenta que la única manera que tienen para mantenerse en el poder es el fraude, el caos, la pobreza, y el apoyo de unos pocos militares que por ahora les son fieles.

Los secuestradores soltaron a Guaidó una hora después, obviamente por una contra orden originada en otra parte del “Cartel de los Soles”, lo que dejó patente que la unidad de mando del régimen atraviesa una seria fractura, que es importante aprovechar.

Hoy en día, en la figura de Guaidó, como Presidente de la Asamblea Nacional, y como Presidente Encargado del Ejecutivo, se concentra la mayor piedra en el camino para el madurismo.

SON DOS PODERES LEGITIMOS: EL LEGISLATIVO Y EL EJECUTIVO

Nunca en la historia reciente de las relaciones internacionales hemos conocido un caso en el que la Comunidad Internacional, estados y organismos internacionales, hayan cerrado filas a favor de un jefe de Estado como ha ocurrido con Juan Guaidó después de la espúrea investidura de Nicolás Maduro, como usurpador de la Presidencia de la República de Venezuela.

Miembros de la Comunidad Internacional ya han expresado el apoyo a la Asamblea Nacional como único órgano legítimo de nuestra democracia avalado con el voto popular. Sin embargo, el mandato del artículo 233 de la Constitución que enmarca el nombramiento de Guaido como Presidente Encargado del Ejecutivo, también contempla un carácter de legitimidad ya que esta solución existe para mantener la continuidad del orden constitucional y democrático. De esto podemos inferir que en Venezuela existen hoy no uno, sino dos poderes legítimos y constitucionalmente constituidos: el Legislativo y el Ejecutivo.

Hoy en día, Guaidó es Presidente Encargado de la República, en torno a quien debe centrarse todo el respaldo, tanto externo como interno, y a partir de allí que cada Poder asuma las funciones que les corresponde dentro de sus exclusivas competencias.

Finalmente, Guaidó pasa a ser el Comandante en Jefe de nuestras Fuerzas Armadas. Sólo con la correcta definición de los roles, las jerarquías de nuestras Fuerzas Armadas entenderán en quien está depositado el cargo de Comandante en Jefe de las mismas y desde donde provienen las órdenes verdaderamente legítimas a seguir.

Al señor Guaidó, a la oposición, en Venezuela y en el exilio, le corresponde ahora, antes del 23 de enero, mover ficha y asumir sin ambages el reto de restaurar el sistema democrático en Venezuela.

Apartarse de esto es entrar en una ambigüedad que pone en riesgo el éxito de esta oportunidad.

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