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Karin van Groningen
Analisis Libre
El monstruo de la naturaleza, como lo llamaba Miguel de Cervantes (1547-1616) gustaba de las letras y de las mujeres. Eran las dos grandes pasiones de Lope de Vega (1562-1635), uno de los máximos exponentes del teatro del Siglo de Oro español. Idealizó la vida en el campo. El desapego de los campesinos por las vanidades del mundo. Sus cantos y el grato acontecer de los bailes de los segadores y viñadores durante la cosecha. Sus ritos de bodas… ¡Oh remanso de paz! Era el ideal renacentista. “La satisfacción con lo propio, aunque sea poco (de tan vieja tradición literaria desde la «aurea mediocritas» horaciana), la ausencia de envidia ante el esplendor y la grandeza ajenos, el orgullo de sentirse rey dentro de su esfera…”, muy propios del mundo del labrador (García de la Santa). Una vida en la que cada hombre es dueño del lote de tierra donde trabaja junto con su familia. Allí construye su casa, cultiva y cría animales y vive de los productos de su granja. Todo se lo gana con su duro trabajo. Imagen idílica que invadió a España y a toda Europa en los tiempos de la Ilustración. En La Patrie del Diccionario Filosófico concebido por Voltaire (1694-1778) en Berlín, exaltó esa vida campesina y al pequeño propietario de un lote de terreno, al tiempo en que rechazó a los grandes propietarios, a los banqueros y a los parroquianos (citadinos) ricos, sosteniendo que eran incapaces de amar honestamente a su país (Herr, 1989). Imagen que estaba a la base en la construcción de un casi todo un continente. Y esa imagen viajó a América. El ideal del trabajador propietario de su pedazo de terreno que llevaron los primeros emigrantes determinó el rechazo a la intervención pública en la vida individual de los estadounidenses. La glorificación de la libre iniciativa individual y de la propiedad privada. La glorificación de la libertad de conciencia como la base de todas las libertades y con ella la libertad de expresión como derivación de la facultad de poder pensar. “¡Oh libertad, sin ti no hay bienes en ningún sentido! Escribía Voltaire en 1736 (Casals 1996). Y sobre aquellos ideales los estadounidenses edificaron un gran país ¡Pero… qué grave tragedia la del sufrido pueblo español…! ¡Qué grave fractura emocional aquella que les tocó vivir! Muy pronto descubrieron que España era una nación sin tierras. Los grandes latifundistas eran los responsables por el arrebatón. Sólo un puñado de familias representantes del Estado. Junto con la Iglesia. Un arrebatón pensado para la eternidad, puesto que no podían venderse, ni dividirse a través de la herencia. Fue la destrucción del sueño colectivo. Y las muertes y las hambrunas hicieron su rápida aparición acompañando trágicamente la fractura emocional del pueblo español. Y frente a la ceguera del poder, surgieron múltiples diagnósticos. El famoso Catastro de Ensenada de 1750… El Informe de Ley Agraria de la Real Sociedad de Economía (1794)[1]… El rey se llenó de explicaciones. Todos coincidían en que la intervención del Estado era la causa de las hambrunas y de los problemas económicos. Las soluciones proliferaron. La mayoría, ubicada en el extremo de mentalidad “antigua” -que era la prevalente en el siglo XVIII- propuso arrendar los terrenos a los campesinos manteniendo la propiedad en pocas manos. Lotes iguales y precios “justos”.[2] Al otro extremo los de mentalidad innovadora, hicieron una defensa frontal de la libertad económica total, tesis que prevalecía ya, desde aquellos tiempos, en Inglaterra y Alemania. Tesis que fue sostenida en España muy prematuramente (Herr ob. cit.). Incluso antes de que Adam Smith publicara La Riqueza de las Naciones (1776) ¡Comisiones y más comisiones de diagnósticos y recomendaciones que los siglos vieron pasar que no produjeron cambio alguno! Ni tan siquiera ese Informe de Ley Agraria redactado por Jovellanos durante la Revolución Francesa (1787) que contó con el apoyo de Manuel Godoy y que fue considerado uno de los grandes escritos de su época, donde informa que “la estructura de la agricultura es la consecuencia de la estructura política de la nación.” Y los españoles dejaron de entenderse… Una prolongada guerra civil fue la consecuencia. Una guerra entre hermanos que ocupó parte importante de su siglo XIX y la primera parte del XX que luego fue sucedida por una larga y sangrienta tiranía. Y la prolongada guerra civil se escenificó también en sus colonias latinoamericanas durante las mismas fechas. Guerras de independencia las llamaron. Animadas tal vez, por las mismas ideas de libertad económica individual que popularizó Adam Smith. Ideas bloqueadas tal vez por las muy reaccionarias tesis profesadas por los “libertadores” que obligaban al sometimiento del individuo a la intervención pública y favorecían los privilegios de unos pocos ¿Es esa batalla la que vemos renacer de tanto en tanto en cada uno de los países latinoamericanos?
Copyright©Karin van Groningen
Referencias:
Casals M. J. (1996). Escribir para actuar. Estudios sobre el mensaje periodístico, No. 3, págs. 105-107. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=184746
García de la Santa Tomás. La vida campesina en la obra de Lope de Vega. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Recuperado de: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-vida-campesina-en-la-obra-de-lope-de-vega/html/
Herr R (1989) Rural Change and Royal Finances in Spain at the End of the Old Regime. Berkeley: University of California Press.
[1] El Consejo de Castilla le pidió un Plan de Reforma Agraria a la Real Sociedad de Economía, siendo Campomanes su director. El Informe de Ley Agraria (1794) se produjo 20 años después, con Jovellanos, convertido en un entusiasta del liberalismo económico (Herr ob. cit.)
[2] Creían que la falta de regulación e intervención pública permitiría a los poderosos (los caciques y las comunidades religiosas ricas) tomar el control y doblegar la voluntad de los funcionarios, notarios y jueces en contra del pequeño agricultor (Herr ob. cit.)
Excelente este articulo tuyo, gracias por compartir.
En muy pocas líneas exploras las tesis de la economía institucional. Como las reglas de juego que establecen las sociedades son las que generan la properidad o la miseria de las naciones. Excelente Karin. Gracias por compartirlo.