Hugo Chávez junto a Cristina Fernández de Kirchner y Florencia Kirchner en el Salón Néstor Kirchner del Palacio de Miraflores. Caracas.
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Cristina Fernández, un caso emblemático
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José Ignacio Moreno Leon
Análisis Inernacional
La diosa HUBRIS o HIBRIS que para los griegos pasaba la mayor parte del tiempo entre los mortales, personificaba en su mitología la insolencia o la falta de moderación o de instinto razonable, lo que era considerado como comportamiento deshonroso y censurado en en esa antigua sociedad. Esa conducta negativa se aplicaba generalmente a héroes que lograban la gloria en contiendas bélicas y asumían posturas faltas de moderación con conductas que infringían las normas de convivencia establecidas.
Los psiquiatras Manuel Ángel Franco, presidente de la Sociedad Española de Psicogeriatria y David Owen expolitico y neurólogo británico, han realizado profundas investigaciones sobre el tema y fue Owen quien tituló el fenómeno como “Síndrome de HUBRIS” para explicar lo que él califica como “un trastorno de personalidad que no se da sino en el medio de cultivo del poder que lo activa y lo exacerba”. Ambos estudiosos del tema señalan que quienes sufren esta endemia tienden a considerar su campo de acción como el escenario donde deben ejercer su poder para realizar sus grandes ambiciones que las lleven a conquistar la gloria.
En el ámbito de la actividad política se da con mucha frecuencia ese comportamiento que configura un cuadro clínico o patológico, con características de una enfermedad o de una condición o estado negativo que, según Owen y Franco, se deriva de la “locura” que promueve el poder que con frecuencia, intoxica tanto afectando al juicio de los dirigentes, y se acentúa cuando algunos conquistan posiciones relevantes de gobierno en las que, auspiciados por una legión de incondicionales, progresivamente asumen la creencia de que esas posiciones las han logrado por mérito propio y se consideran infalibles e insustituibles, lo que los lleva a promover planes megalómanos y tesis personales de gobierno que desbordan toda realidad y su capacidad de acción.
La permanencia en el poder hace que el político con el Síndrome de HUBRIS, desarrolle un estado paranoico y delirante que lo lleva a promover el culto a su personalidad y la obsesión por su auto imagen, considerándose como un mesías o un designado por los dioses o antiguos héroes. Con ese trastorno el afectado tiende a sospechar de todo el que le haga una mínima crítica, llegando al extremo de reducir a unos muy pocos sus asesores de confianza y a tomar decisiones por su propia cuenta en la creencia de ser el dueño absoluto de la verdad, por lo que no reconoce sus equivocaciones ni acepta controles externos a su gestión, lo que genera un caldo de cultivo propicio a los manejos y ilícitos y a la corrupción. Lo más grave, según el psiquiatra Franco es que es difícil tratar ese cuadro patológico porque quien lo padece no tiene conciencia de ello.
Las características del Síndrome de HUBRIS encajan perfectamente en la conducta o comportamiento de muchos actores políticos que han dejado profundos daños en su gestión como operadores políticos y como gerentes de gobiernos. En la historia contemporánea se señalan muestras relevantes de estos personajes que han ejercido la política y el poder al impulso de este síndrome esquizofrénico. A nivel mundial los casos de Hitler, Stalin y de Mao Zedong, destacan por la masacre de seres humanos que causaronu. Hitler ocasionó con su edeologia racial y el Nacional Socialismo la muerte de más de 40 millones de civiles y 20 millones de soldados, incluyendo 6 millones de judios durante el Holocausto. Stalin con su dictadura provocó La Gran Purga o el gran terror, incluyendo una masiva hambruna y fusilamientos para sostener su genocida régimen dictatorial comunista e impulsar una forzada industrialización de Rusia, todo lo cual generó más de 20 millones de pérdidas de vidas humanas. Mao, el mayor genocida de la historia, impuso en China un sanguinario régimen comunista, también con delirios de grandeza y de poder para forzar, con El Gran Salto, la industrialización y colectivización agrícola de China, generando una hambruna que causo más de 45 millones de fallecidos, además de los provocados por su llamada Revolución Cultural que elevó a más de 75 millones de muertos el total de las víctimas de su genocida régimen.
En America Latina y el Caribe las secuelas del Síndrome de HUBRIS han sido reforzadas por la histórica cultura caudillesca, presente en la región desde los inicios de esos países como republicas independientes y que con regímenes populistas y jerarcas enfermizos, demagogos y mesiánicos,
han entorpecido severamente el progreso económico y social y el desarrollo de las instituciones democráticas de los mismos. Rafael Leónidas Trujillo (Chapita), el dictador dominicano, quien durante 31 años en el poder hasta su asesinato, con su megalómana, corrupta y criminal conducta llegó a designar a la capital de su país con su nombre como “Ciudad Trujillo” y con su fuerte empeño xenofobo impulsó el fusilamiento de más de 15 mil haitianos habitantes de las fronteras de ambos países. Fidel Castro, el autócrata caudillo cubano fue otro enfermo de poder, quien ejerció en su país un férreo y personalista régimen de más de 50 años de opresión, rechazando cualquier crítica y reprimiendo con cárcel y hasta fusilando a sus opositores -“la historia me absolverá”. Esa nepotica dictadura fue heredada por su hermano y el actual caudillo. Fidel con su enfermizo autoritarismo llegó al extremo de intentar llevar a Cuba a un Apocalipsis nuclear con los Estados Unidos, lo que hubiera representado igualmente la desaparicion de esa isla.
Pero el caso más emblemático de la Enfermedad del Poder o Síndrome de HUBRIS lo está representando en la actualidad Cristina Fernandez, la viuda de Néstor Kirchner, expresidenta de Argentina y actual vicepresidenta, quien está sometida a juicio por varios casos de corrupción y otros manejos ilícitos, pero en su megalomanía y con su manoseado discurso populista y peronista, logró ser electa vicepresidenta, como forma de entorpecer el curso de esos juicios, promoviéndose como salvadora de la patria, hipersensible a las críticas, y en su exagerado narcisismo magnifica los resultados de su gestión de gobierno, sin reconocer la realidad y los muchos errores y manejos irregulares de ese régimen.
Ya en 2015 notables estudios psiquiátricos señalaban que la para entonces presidenta de Argentina padecía de un “trastorno narcisistico de personalidad grave, con componentes megalomanos” Y el médico neurólogo, escritor y periodista argentino Nelson Castro, en un libro sobre la personalidad de la mandataria, indicaba que esta padecía de una fragilidad emocional y del síndrome de HUBRIS y de Moria, ambos trastornos de orden psiquiátricos y de conducta importantes que la inhabilita para reconocer la realidad y para escuchar a otros, por lo que comúnmente algunos de sus aliados incondicionales terminan considerándola como persona tóxica y alejándose para convertirse en acérrimos críticos de ella.
Conviene resaltar que en la ex presidenta argentina y actual vicepresidenta se encuentra investigada además por el supuesto encubrimiento del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que provocó la muerte de 85 personas con más de 300 heridos en el que se señala la participación de agentes terroristas de Irán y del partido Hezbola del Líbano. En 2015, el fiscal Alberto Nissan, quien había sido designado para adelantar esa investigacion presentó una denuncia contra la Kirchner y el 18 de enero de ese año, horas antes de de llevar el informe ante el Congreso, Nisman fue encontrado muerto en circunstancias que aún no han podido ser aclaradas, debido a maniobras entorpecedoras del gobierno kirchnerista.
En un encuentro reciente con seguidores, como parte de sus intentos por una nueva reelección, Cristina Fernández,-quien en febrero cumplirá 70 años-, haciendo clara demostración de su megalómana personalidad, motivaba a esa masa de sus fanaticos incondicionales, señalándoles que “solo deben tener miedo a Dios y a mí un poquito”. Lo cierto es que, a pesar de todas las trabas y de manipulaciones politicas parece que la justicia argentina, al final va a lograr su cometido jurídico sancionando una descarada trama de corrupción que empezó a fomentarse desde los tiempos de los gobiernos de Néstor Kirchner pero que ha sido llevada a su máxima expresión durante las gestiones de Cristina Fernandez de Kirschner, a quien los fiscales y jueces que desde 2008 venían investigando esos manejos corruptos que alcanzan a mil millones de dólares, acaban de condenar a 6 años de prision con inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, por delitos de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública. Se trata de una sentencia histórica por ser la primera vez que un vicepresidente en ejercicio y dos veces presidente es condenado por corrupción. Todo esto acontece en una empobrecida Argentina, con 18 millones de pobres, de los cuales más de 3 millones son indigentes.
El síndrome de HUBRIS, como recurrente padecimiento de actores políticos representa uno de los males que afecta a la democracia en America Latina y el Caribe, en parte relacionado con la cultura caudillesca y los defectos del sistema presidencialista que con frecuencia facilita que los jefes de estado asuman posturas monárquicamente y autoritarias. Por ello hemos insistido en entregas anteriores en la necesidad de promover la educación cívica y los valores democráticos para combatir la ignorancia y asegurar una genuina democracia de ciudadanos, con la que al menos se pueda reducir notablemente estas falencias que tipifican la endeble institucionalidad democrática de la región. Recordar que como lo señalaba Juan Bautista Alberti, (1810-1884)- escritor y político argentino, promotor de la democarcia liberaral en su país-,: “La ignorancia no discierne, busca un tribuno y toma un tirano. La miseria no delibera, se vende”.
Excelente
Muy bueno el Artículo! La verdad que no tenía conocimiento de dicho síndrome, se encuadra en muchos demagogos actuales.
Excelente análisis