La banda de los 4

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«… Son duras lecciones que con frecuencia los aprendices de dictadores y su combo parecen no entender.»

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José Ignacio Moreno León

La historia de los regímenes políticos está salpicada de nefastos tiranos que, con la falsa oferta de reivindicaciones y promesas mesiánicas han sumido a las sociedades que han sido víctimas de sus esquizofrénicos mandatos en guerras genocidas y sangrientas confrontaciones, con funestos resultados, en términos de hambrunas, colapsos institucionales y masivas violaciones de derechos humanos. Los casos del nazismo de Hitler, el Fascismo de Mussolini, Stalin y sus dictatoriales purgas comunistas, Pol Pot y sus sanguinarios Jemeres Rojos, y Mao con su Revolución Cultural, son ejemplos emblemáticos de miserables satrapías que mucho daño le han hecho a la humanidad.

Son ejemplos en los que igualmente esos déspotas y sus cercanos acompañantes que han contribuido a propiciar esos dramas, frecuentemente al final pagan con sus vidas las consecuencias de los desastres causados. Así, luego del genocidio provocado por Hitler durante la Segunda Guerra Mundial y la derrota de Alemania en ese conflicto, el dictador y su amante terminaron suicidándose y sus cadáveres quemados por su chofer y otros servidores. Mussolini y su amante concluyeron el desastre fascista ajusticiados por los partisanos y sus cuerpos sometidos a múltiples ultrajes y colgados de los pies frente a una gasolinera de la Piazzale Loreto de Milán. Joseph Stalin, el terrible dictador comunista ruso, recordado por sus malévolas purgas políticas -incluyendo el asesinato de Trotsky en México en agosto de 1940 quien lo había acusado de envenenar a Lenin-, terminó su perverso régimen de 29 años con un oscuro final en el que se sospecha que fue envenenado con un poderoso raticida por Lavrenti Beria, su mano derecha y ministro de relaciones interiores, quien 3 meses después sería ejecutado como resultado de las luchas de poderes que confrontaban las altas jerarquías del Kremlin. Pol Pot, el radical genocida Maoísta que, con su insana consigna de lograr “el hombre nuevo” provocó, con sus sanguinarios jemeres rojos, el exterminio de 2 millones de seres humanos -la cuarta parte de su nativa Cambodia-, para terminar al final abandonado por varios de sus criminales seguidores y escondido por años en la jungla camboyana para luego de su muerte, ser cremado de manera despreciable y sus restos sepultados en una fosa anónima; los demás integrantes de su grupo más cercano fueron ejecutados.

En tiempos más recientes y como resultado de importantes eventos en la evolución del régimen comunista que impera en China, se vivieron dramáticos acontecimientos bajo la política impulsada por Mao Zedong en las postrimerías de su represivo gobierno hegemónico y genocida, especialmente como consecuencia de la tristemente célebre Revolución Cultural, cuando el anciano dictador marxista, en un intento fracasado por recuperar su influencia política desencadenó, entre 1966 y hasta su muerte en 1976, una radicalización ideológica contra miembros revisionistas de su partido, al que convirtió en organización militar, creando además las terribles Guardias Rojas de jóvenes fanáticos. Todo lo cual provocó una esquizofrenia social y la detención de más de 400 mil personas entre ciudadanos comunes, intelectuales, académicos y pequeños y medianos comerciantes, a quienes el tirano rojo señalaba como focos de contaminación elitista y capitalista. No olvidar que Mao con su pensamiento totalitario se aferraba a la prédica marxista de que había que transformar la propiedad individual en colectiva como estrategia para acabar con el capitalismo y abrir el camino para el surgimiento del socialismo que, según él, era la única forma de desarrollar ese inmenso país. Durante ese periodo solo se permitían las iniciativas revolucionarias; solo había un color: el rojo; solo una palabra: revolución; solo se leían unos libros: los de Mao. Fueron tiempos en los que los profesores universitarios eran tratados como bestias, sufriendo frecuentes ataques y humillaciones por parte de los guardias rojos, mientras que la sociedad china, especialmente los intelectuales y otras personas con mediana educación, sufrían precarias condiciones de vida en esa época de barbarie, de terror y de caos económico y social que le ocasionaron al país más de 50 millones de pérdidas de vidas humanas, por lo que Mao ha sido considerado como el mayor genocida del siglo pasado, superando a las tiranías de los casos anteriormente referidos.

Fue en esa caótica época que se configuró la nefasta Banda de los 4, integrada por Jian Qing, esposa de Mao, y sus tres colaboradores Zau Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen, quienes tuvieron importantes posiciones políticas y de gobierno, especialmente en los últimos años del viejo dictador. Jian Qing desde 1966 fue comisionada por su esposo para impulsar el aparato cultural chino y la llamada Revolución Cultural que, además de consecuencias desastrosas para el país generó fuertes enfrentamientos con otros líderes del partido comunista como Liu Shaoqi, Peng Zheng y Den Xiaoping. Además la Banda contó inicialmente con el apoyo del líder militar Lin Biao, fallecido en extrañas circunstancias en 1971 y sometido, despues de su muerte, a una férrea campaña de desprestigio en la que Jian Qing participó activamente. A la muerte de Mao en septiembre de 1976, su viuda y los otros 3 integrantes de la Banda pretendieron intensificar los desmanes y crímenes que habían impulsado con el soporte del fallecido tirano, pero ya habían perdido apoyo debido al odio y violencia que habían sembrado entre la dirigencia del partido. Por ello, en respuesta a esos acontecimientos y frente a la crítica situación en la que se encontraba el país, Den Xiaoping quien se había convertido en el líder del partido bajo la protección de Zhou Enlai, – y habia sufrido arrestos y golpizas de los guardias rojos y a quien la banda de los 4 habia intentado de purgar en abril de 1976- inició con el apoyo del ejército rojo y sus nuevos dirigentes, un proceso de revisión que provocó en 1981 el enjuiciamiento y condena de la Banda de los 4. La viuda de Mao fue sentenciada a muerte, posteriormente su condena se le conmutó por cárcel hasta 1991 y al salir de la misma termino suicidándose. Los otros 3 integrantes de la Banda cumplieron condena de 20 años de encarcelamiento.

A pesar de que aún se mantiene en lo político el régimen comunista, mucho ha cambiado en China en el ámbito económico desde que Den Xiaoping se empeñó en abandonar la pesadilla ideológica y el sangriento experimento de ingeniería social impulsado por Mao Zedong y, con su histórica consigna: no importa el color del gato sino que case ratones, inicio hace más de 4 décadas, un proceso de apertura económica y de capitalismo de Estado que ha logrado relevantes avances en ese gigante asiático. Sin embargo quedó para la historia el sombrío recuerdo de la Banda de los 4 que, al igual que los casos de las tiranías de Hitler, Mussolini, Stalin y Pol Pot, revelan el siniestro destino de dictadores y personajes de su entorno que, al final, pagan con su muerte o con largas condenas sus sanguinarias ejecutorias y otras violaciones de derechos humanos. Son duras lecciones que con frecuencia los aprendices de dictadores y su combo parecen no entender.

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