La Carta Democrática Interamericana y la democracia defectuosa

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José Ignacio Moreno Leon
Analisis Libre / Madrid

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El pasado 11 de septiembre se cumplieron 20 años de la aprobación de la Carta Democrática Interamericana durante una sesión especial de la Asamblea de la Organización de los Estados Americanos (OEA), realizada en la ciudad de Lima, Perú.  El objetivo fundamental de ese acuerdo fue  proclamar el fortalecimiento y la preservación de la democracia como sistema político indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la region y que la OEA asume el compromiso de promoverla y consolidarla fundamentada en el derecho que tienen los pueblos de las Americas a vivir en democracia y la obligación de sus gobiernos a auspiciarla y defenderla.

El contenido de la Carta Democrática Interamericana adquiere en la actualidad gran relevancia cuando la democracia representativa está sufriendo, especialmente en la America Latina, un preocupante proceso de deterioro y surgen amenazas a la libertad y la democracia que más recientemente apuntan inclusive a debilitar los fundamentos de la OEA.

Las cifras de valoración de la democracia para America Latina, según el Democracy Index 2020  elaborado por The Economista, incluyen solo a Uruguay,  Chile y Costa Rica en el ranking de los 23 países con democracia plena y la región, conjuntamente con Europa del Este comparte la mitad de las llamadas democracias defectuosas del mundo referidas en el Informe,   con un deterioro que refleja la fragilidad de estas instituciones en tiempos de crisis por las tendencias de esos gobiernos a sacrificar las libertades civiles en situaciones de emergencia como la surgida con la pandemia provocada por el COVID 19. Conviene resaltar que según recientes análisis de Latinobarometro,  en America Latina la mayoría de las personas prefieren la democracia a cualquier otra forma de gobierno, pero menos de un tercio de los encuestados declaran estar satisfechos con la forma como funciona la misma en su país. A esto hay que agregar los francos procesos de deterioro de la democracia en Nicaragua, Perú, Argentina, Bolivia, Haití,Venezuela y el caso de Cuba que sufre del más longevo régimen totalitario existente en la región.

Frente a las referidas tendencias al deterioro de las democracias liberales existentes se observa que, en la mayoría de los casos,  está presente una apreciable desconfianza hacia los gobiernos, hacia las instituciones y dirigentes políticos y en general hacia el desempeño de esos regímenes democráticos. Pero igualmente se aprecia la aptitud pasiva o indiferente de personalidades e instituciones que deberían ser soportes de la libertad y de la democracia, así como es notoria la conducta resignada y hasta de rechazo de los ciudadanos hacia la clase política tradicional. Todo lo anterior nos hace pensar en esa democracia defectuosa,  enrrumbada por esas debilidades hacia un futuro muy preocupante.

No hay dudas que los vicios e ineficiencias en el accionar de la democracia como sistema de gobierno,  el débil soporte de sus operadores políticos y de quienes como ciudadanos y sociedad civil están llamados a ser los directos beneficiarios de dicho sistema y vigilantes permanentes del mismo, explican el debilitamiento de muchas de las democracias a nivel global. Además el cuestionable funcionamiento de desempeño de ineficientes gobiernos democráticos, salpicados de oscuros procedimientos y escándalos de corrupción ha sido causante de la erosión del apoyo popular a estos regímenes y a sus instituciones y de la creciente desconfianza hacia las agrupaciones y operadores políticos. A esto se agrega la falta de promoción de la cultura ciudadana y de valores éticos y principios que configuran el capital social como soporte de la libertad y la democracia, lo que explica la indiferencia y hasta desidia con la que estas sociedades se comportan,  facilitando el surgimiento del populismo, del autoritarismo y de otros movimientos que amenazan la libertad y  el sistema democrático .

Además de esas amenazas antidemocraticas, es necesario señalar otras circunstancias externas que ponen en peligro el futuro de la libertad y de la democracia liberal representadas por el neomarxismo alimentado con las ideas de la hegemonia cultural de Antonio Gramsci y la corriente globalista promotora del llamado Nuevo Orden Mundial (NOM),  con objetivos de la mundialización del poder político y económico y la destrucción de los valores constitutivos de la civilización occidental. Cabe destacar que, como soporte de esta conjura globalista, se destacan notables agentes de las finanzas y servicios financieros  globales que controlan importantes instituciones mundiales y multinacionales, incluyendo empresas protagonistas de la revolución de la informática y de las comunicaciones, todos ellos en una insólita coincidencia de totalitarismos de derecha e izquierda,con el empeño destructor de la libertad, de la democracia liberal y del Estado Nación que propugna el neomarxismo.

Finalmente otros condicionantes frente a los cuales se aprecia un comportamiento defectuoso de la democracia liberal por no dar hasta el presente repuestas adecuadas y oportunas, están representados en nuevas realidades globales surgidas con la revolución tecnológica y en las comunicaciones, lo que ha facilitado mayor interconexión entre las sociedades con los consiguientes cambios en las modalidades de relaciones en la política y el comercio mundial, la aparición de nuevos protagonistas y temas  en el ámbito internacional como son las empresas transnacionales, las discusiones sobre asuntos medioambientales y de los derechos humanos, todo lo cual apunta a una limitación de la soberanía del tradicional Estado Nación respecto a esos novedosos temas que involucran intereses multinacionales y por tanto desbordan las soberanías de los países y sus gobiernos. El surgimiento de la llamada sociedad de la información y del conocimiento es otro novedoso reto que obliga a un replanteamiento del accionar político frente al cual la mayoría de las democracias y sus agentes aún no han sabido responder, ya que se pretende mantener el manejo político como el tradicional monopolio doméstico de los profesionales de la política y sus agrupaciones, sin tomar en cuenta que con la revolución de la informática y de las comunicaciones las personas están más informadas y más capacitadas para explorar soluciones a sus problemas sin necesidad de la intermediación de los agentes políticos.

No hay dudas que el mal desempeño de los gobiernos democráticos genera consecuencias políticas negativas que disminuye el apoyo popular a los mismos y es causante de frecuentes conflictos institucionales y de crisis desestabilizadoras del sistema. Pero, como hemos referido, la democracia, sus operadores y la sociedad en general deben adoptar una postura firme de defensa frente a las amenazas neomarxistas y globalistas que buscan su destrucción, lo que exige adoptar seriamente y sin posturas timoratas o babiecas, la decisión de confrontar esas amenazas a la libertad y al sistema democratico.

Se señala que la democracia es perturbada por la globalización y las nuevas realidades que promueve ese proceso por lo que se hace necesario globalizar la democracia, pero incorporando innovadoras condiciones que hagan más representativos, efectivos y responsables a  los gobiernos democráticos, a todos los niveles del sistema, incluyendo el nivel local, nacional, continental y global, lo cual supone, entre otras medidas, incorporar elementos de democracia directa en el gobierno representativo (1). Se requiere igualmente un sistema de economía social de mercado para el logro del desarrollo humano sustentable, es decir que opere eficientemente para solventar las necesidades de todos, con objetivos incluyentes y de justicia social. Además  se debe  profesionalizar la gestión pública institucionalizando la carrera administrativa con valores y principios éticos que aseguren la transparencia en el desempeño de la misma.

Pero para asegurar los cambios que fortalezcan la libertad y la democracia es  indispensable excecrar los mercachifles de la política, esos nefastos personajes que, como  compinches, alimentan la democracia defectuosa con su perverso y anti ético  accionar en el proceso político, solo en busca de logros crematísticos o de egoístas posiciones, renunciando a la misión del apostolado promotor del bien común que debe ser la auténtica misión de un auténtico actor político.

Igualmente para erradicar la democracia defectuosa  y sus causas se requiere avanzar hacia una genuina democracia liberal en la que la libertad y los principios democráticos se conviertan,  con la educación, en la norma de conducta ciudadana y de la sociedad civil como herramienta clave para defender y asegurar la gobernanza. Hay que entender además que la educación promueve el desarrollo y sin desarrollo peligra la libertad y sin libertad no hay democracia. Todo ello obliga a impulsar un sistema de educación en valores y principios democráticos como empeño supremo de las instituciones educativas lideradas por las universidades, pero igualmente como compromiso ético de los medios de comunicación social, las Iglesias, de los sectores empresariales y laboral y demás organizaciones relevantes de la sociedad civil. Solo así se puede garantizar la democracia de ciudadanos patriotas, emprendedores, que sepan elegir y capaces de promover las sanciones cuando fallen los elegidos.

En ese empeño continental de defensa de la libertad y la democracia, la OEA debe cumplir un papel relevante afincada en los postulados de la Carta Democrática Interamericana que, entre otros postulados fundamentales insiste en la necesidad del comportamiento ético y del fomento de la ciudadanía como condiciones necesarias para asegurar el pleno y efectivo ejercicio de la democracia. La Carta igualmente compromete a la OEA en el desarrollo de programas y actividades dirigidas a fomentar los principios y prácticas democráticas y a fortalecer la cultura democrática, apoyando a organizaciones de la sociedad civil orientadas por estos objetivos, con énfasis en programas y actividades que fomenten los valores democráticos incluyendo la libertad y la justicia social, mediante un esfuerzo educativo incorporando la niñez y la juventud en estos programas.

En este compromiso de educar para la democracia y para defender la libertad y, frente a las amenazas del autoritarismo y la tiranía, la OEA debe hacer valer el postulado de Maximilien Robespierre (1758-1794) cuando señalaba que: “El secreto de la libertad radica en educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía está en mantenerlas ignorantes.”

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  • YASCHA MOUNK, El pueblo contra la democracia, PAIDOS,Estado y Sociedad. e-Book Kobo Books.(2020)

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